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OPINIÓN | 'La penúltima baza', por Antón Losada

Nuevos paisajes

Decía Pablo en el anterior post que hay más sillas de ruedas en Zaragoza que en Viena. No he estado en la capital austriaca pero confirmo que por Zaragoza se ven cada vez más retrones. Eso es bueno.

Algo está cambiando. Quizá ya lo ha hecho.

Se acabaron los tiempos en que un retrón en la familia era una desgracia, una vergüenza. Ya no los esconden en casa como si fuera un moderno Segismundo, encadenado por delitos que no cometió. Habrá excepciones, seguro; la España profunda es muy profunda. Pero me da la impresión de que en las ciudades el paisaje se ha transformado.

Recuerdo que durante mi adolescencia los camareros me invitaban a cubatas de cuando en cuando. También el dueño de un bar me abrió las puertas al grito de “Abran paso al rey”. Por fortuna, hoy ya no sucede. Hoy me pago mis copas porque no soy el único retrón que va a pasar por allí.

La normalidad es ver a un ciego fumar un cigarro a las puertas de un bar de marcha. La normalidad es ir a un concierto y que la zona retrón esté abarrotada, no porque sea pequeña sino porque cada vez somos más los que vamos a conciertos.

Hace casi 3 décadas, los retrones no podían ir a colegios con los bípedos. Se suponía que iban a bajar el nivel, a retrasar al resto de la clase, a incomodar a compañeros y profesores. Ahora, me cruzo cada tarde con un chaval sordo que sale de un colegio donde todos están mezclados. Ya no es una novedad.

Tampoco es tan raro ver a parejas mixtas por la calle. El mismo Pablo Echenique está casado con una bípeda.

Finalmente, la Ley de Dependencia también es una muestra del cambio de actitud. Hubo un político que quiso tratarnos con respeto y garantizarnos derechos, no limosnas. Se quedó corto, pero es un primer paso. Y aunque hoy traten de destruirla, se abrió una puerta que trataremos de que no se cierre.

Quizá en esto de ser parte del paisaje nos asemejemos a los negros de Estados Unidos, que pasaron de recoger algodón y sentir vergüenza a estudiar en colegios mixtos, a viajar en el mismo autobús, a casarse con blancos y a dirigir ejércitos. (De acuerdo, todavía hay racismo en EE.UU.; pero me da la impresión que que, como en España, es más una cuestión de clase que de color de piel).

En este blog hemos protestado por muchas cosas. Es cierto que queda camino por recorrer: falta voluntad, medios y dinero para que los retrones y los bípedos estemos en igualdad de condiciones. Pero si no se reconocen los aciertos corremos el riesgo de perder legitimidad al criticar los fallos.

Una prueba de que la percepción hacia los retrones ha cambiado es este mismo blog, impensable hace 10 años.

Antes los retrones éramos personicas dignas de lástima, ángeles rotos que no iban a vivir una vida digna. Hoy, de nuevo salvo excepciones, nos miran de otro modo. Preguntan de tú a tú. Cada vez aparecen más retrones que trabajan, estudian, forman una familia.. Aquí hemos conocido algunos, habrá más.

¿Cómo ha sucedido? Ignoro la respuesta. Será una combinación de nuevas generaciones, de tenacidad, de conciencia social...

So far so good, dicen los británicos. Por ahora, vamos bien… pero no hay que relajarse. Parémonos y sonríamos; y después, a seguir peleando.

Decía Pablo en el anterior post que hay más sillas de ruedas en Zaragoza que en Viena. No he estado en la capital austriaca pero confirmo que por Zaragoza se ven cada vez más retrones. Eso es bueno.

Algo está cambiando. Quizá ya lo ha hecho.