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La desigual vuelta al cole

Septiembre es para todo el mundo el momento de “la vuelta al cole”. Esta especie de mantra se hace inevitable desde finales de agosto cuando las calles, los buzones de las casas y la publicidad en cualquier medio y soporte nos bombardean con fotos de ofertas de cuadernos, mochilas con ruedas, uniformes y ropa para el otoño escolar que está a punto de llegar. Las librerías se llenan de carteles anunciando las editoriales escolares cuyos libros tienen ya disponibles y los patios de los colegios empiezan a calentar motores para recibir a la chiquillería.

Una gran mayoría de madres y padres se preparan para coordinar la logística previa en un proceso que podría parecerse a algo como esto: “Mira a ver si mañana te puedes encargar tú de comprar los libros, yo les llevo esta tarde de compras a por el uniforme nuevo y esta noche decidimos quién hace los papeleos y el ingreso de la matrícula para apuntarles a las clases extraescolares (que les mantendrán ocupados de lunes a viernes hasta que salgamos de trabajar y podamos recogerles). Ah! Y ayer envié el pago para el primer trimestre del comedor escolar, lo de la ruta del autobús nos lo pasan la semana que viene.”

Pero existe otra complicada logística a la que se enfrentan cada vez más familias en nuestro país. Algo que tiene mucho de encaje de bolillos y que podría parecerse a algo como esto: “Llevo días sin dormir pensando que faltan días para que empiece el colegio. He sacado del armario todo lo que guardé en junio cuando acabó el curso anterior. Las pinturas están ya en las últimas, pero aún tienen un tamaño suficiente para poder seguir agarrándolas y pintar unas semanas más. Hay un par de cuadernos que no completó del todo, así que he arrancado las hojas usadas para que sirvan de momento los primeros días. Los zapatos del invierno pasado ya no le valen, pero con suerte este veranillo se alarga un poco y me da para preguntar entre las vecinas si alguno de sus hijos ha dejado pequeño algo que le sirva al mío. Tengo que buscar a alguien que pueda recogerle las semanas que me toque el turno de tarde en el trabajo, quizás alguna de las otras madres me pueda hace el favor de tenerlo en su casa hasta que salga y pueda recogerlo. Lo que no sé cómo voy a resolver es el tema del comedor. Sigo con el papel sin rellenar en la mesita, a ver si en el último momento me conceden la beca. Que no se me olvide hablar con la profesora nueva para pedirle que le ponga en la primera fila, porque ahora mismo imposible plantearnos lo de las gafas. Y el curso está a punto de empezar…”

En España casi 3 millones de niñas y niños están en situación de pobreza o exclusión social. Sus familias se enfrentan con angustia y con muy pocos recursos a esta vuelta al cole. El coste medio de la vuelta al cole para un niño en nuestro país es de 846€*, una cantidad que muchas familias no pueden afrontar.

Desde Save the Children pedimos a las administraciones públicas que garanticen y aumenten las ayudas para libros de texto y material escolar, fomentando así el derecho a una educación de calidad para todos los niños

No disponer de los materiales escolares necesarios o de un adecuado apoyo escolar a lo largo del curso puede suponer una desigualdad en el rendimiento escolar de todas estas niñas y niños.

Una alimentación inadecuada o no tener acceso a unas gafas o un audífono pueden suponer tanto un bajo rendimiento escolar, como problemas físicos y empeoramiento de las patologías previas.

No contar con los recursos para que sus hijas e hijos participen de las actividades y excursiones culturales que se organizan a lo largo del curso, plantea una desigualdad en el acceso a la cultura y el desarrollo de estos niños.

Cuando los primeros días de septiembre todas las niñas y niños de nuestro país atraviesen la puerta del colegio para empezar su primer día de clase, casi 3 millones lo estarán haciendo en situación de desigualdad.

Ayúdanos a cambiar esta situaciónFirma la petición para pedir a los gobiernos que se comprometan a #InvertirenInfancia y luchar contra la pobreza infantil.

*Datos FUCI, 2014

Septiembre es para todo el mundo el momento de “la vuelta al cole”. Esta especie de mantra se hace inevitable desde finales de agosto cuando las calles, los buzones de las casas y la publicidad en cualquier medio y soporte nos bombardean con fotos de ofertas de cuadernos, mochilas con ruedas, uniformes y ropa para el otoño escolar que está a punto de llegar. Las librerías se llenan de carteles anunciando las editoriales escolares cuyos libros tienen ya disponibles y los patios de los colegios empiezan a calentar motores para recibir a la chiquillería.

Una gran mayoría de madres y padres se preparan para coordinar la logística previa en un proceso que podría parecerse a algo como esto: “Mira a ver si mañana te puedes encargar tú de comprar los libros, yo les llevo esta tarde de compras a por el uniforme nuevo y esta noche decidimos quién hace los papeleos y el ingreso de la matrícula para apuntarles a las clases extraescolares (que les mantendrán ocupados de lunes a viernes hasta que salgamos de trabajar y podamos recogerles). Ah! Y ayer envié el pago para el primer trimestre del comedor escolar, lo de la ruta del autobús nos lo pasan la semana que viene.”