Una ventana en forma de estrella de ocho puntas fue la primera señal de que, tras los muros de un bar en obras, no había solo cañerías y ladrillos. Bajo las paredes y los techos del Bar Giralda de Sevilla había un tesoro arqueológico escondido. En una ciudad como la hispalense, con siglos de culturas asentadas, hay que tener cuidado cuando se obra en el Casco Antiguo para no tropezarse con vestigios de la historia; por eso es obligatorio tener a un arqueólogo si la zona está cerca de un Bien de Interés Cultural como es el caso. Y menos mal, porque tras la primera estrella aparecieron más, todas “luceras” de un hamman almohade “del siglo XII”.
Aún así, ni los propietarios ni el gerente hubieran imaginado jamás lo que escondía este lugar situado en la calle Mateos Gago, pegada a la Catedral. A partir de ahora, el bar Giralda es un pequeño museo testigo de la presencia árabe en España. Hace apenas un siglo se ocultaron los restos de estos baños árabes y se debieron ocultar bien porque lo encontrado cuenta incluso con pinturas en los techos y, que se sepa, de momento, son los baños islámicos más antiguos documentados en todo el territorio español y portugués.
Antonio Castro, el gerente del bar junto a varios socios, explica gráficamente: “Ni en mis mejores sueños hubiera pensado en encontrar algo así”. El parón en la actividad provocado por la pandemia y las obras de peatonalización en la calle donde se encuentra, decidió a los dueños a llevar a cabo una nueva reforma, y fue entonces cuando salieron a la luz una serie de pinturas murales y estructuras mucho más amplias de lo que en principio se esperaba encontrar.
“Queda seguir descubriendo más pinturas”
El arqueólogo que dirige los trabajos, Álvaro Jiménez, no puede ocultar la emoción que siente al hablar de lo que ha descubierto a tiro de piedra de La Giralda.
Estas personas de repente han encontrado un tesoro en su casa, ¿qué proceso se sigue ahora con esto?
Hay que tener en cuenta que los dueños del bar no son los del inmueble, ya que ellos lo tienen en alquiler y dentro del edificio tienen su negocio. De esta forma, en este tema juegan dos equipos. Con la propiedad todo se ha hecho con sentido y están encantados, y los empresarios se han dado cuenta de que esto es un plus para su negocio.
¿Se puede llegar a proteger lo encontrado como Bien de Interés Cultural?
A día de hoy, la protección del bar la da que está a menos de 100 metros del Palacio Arzobispal. En sí mismo no tenía protección, sino que se la da la proximidad a un BIC. A partir de ahora, la Administración, Consejería de Cultura y propiedad pueden empezar un expediente de declaración de BIC, y llegará un momento en que se proteja. Sabemos que aunque no haya catalogación de facto, las pinturas, el bar, están conservadas y protegidas. Incluso quedaría seguir descubriendo más pinturas, porque donde haya revestimiento musulmán puede haber más pinturas.
¿Cómo era esta zona de Sevilla cuando abrieron los baños?
Era la metrópoli más grande de Europa. Hay que recordar que había dos capitales: Marrakech, al sur del Estrecho de Gibraltar, y Sevilla, al norte. La ciudad va a recibir lo mejor de la arquitectura almohade, y en este sector de la ciudad establecen lo mejor. Tiene que ser con todo la zona privilegiada del sector almohade de la ciudad. Todo lo que estamos viendo, además, se ha salvado por la excelente obra y por el respeto del edificio del año 1928.
Una sorpresa inesperada
Antonio Castro, propietario del bar Giralda también está en shock tras el hallazgo.
¿Cómo ha sido encontrar así un tesoro así en su bar?
Ha sido una sorpresa inesperada. Nunca imaginamos que estarían tan bien conservados. Cuando encontramos la primera lucera, estrella de ocho puntas, solo había que segur buscando luceras, y poco a poco se ha ido descubriendo el resto.
¿Se sabe qué ha albergado este local en los últimos años hasta ahora?
Desde 1917 sabemos que podía ser un local de un mercader o algo así, que tenía mercancía de algún tipo. Como bar comenzó a funcionar en 1928 o 1929, con la Exposición Iberoamericana.
Con lo que ahora van a reabrir un bar que en poco tiempo será centenario.
Vamos a reinaugurar muy pronto, en dos o tres semanas. La verdad es que será como estar en un museo.
¿Cuándo comenzaron a plantear la reforma que ahora ha sacado a la luz este tesoro?
Hace un par de años que los socios venimos dándole vueltas a esto. De modo que hicimos un proyecto y tuvimos que llamar a un arqueólogo, y salió todo esto. Era un edificio catalogado, con lo que al hacer ciertas obras te obligan a tener un arqueólogo.
¿Qué sintió cuando vio lo que iba saliendo a la luz?
Mi mujer es italiana, y a los italianos les encantan las piedras. Fue un espectáculo, una alegría, no sé cómo definirlo.
Un espectáculo que tanto propietarios como gestores quieren conservar y que compartirá espacio con la actividad del local recordando a todo el que vaya hasta allí que en todas partes puede haber tesoros.