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La puerta principal del Rectorado de la Universidad de Sevilla se ha convertido este mediodía en un hervidero de voces y demandas. Estudiantes y profesores propalestinos, apoyados por representantes de Podemos y Adelante Andalucía, se han concentrado para exigir la dimisión del rector, Miguel Ángel Castro. Este encuentro no solo ha sido una respuesta directa al desalojo “violento” de los estudiantes encerrados en el decanato de la Facultad de Filología sino también un reflejo de un malestar creciente frente a políticas percibidas por algunos miembros de la comunidad universitaria como “represivas”. Las restricciones de acceso por parte de la Hispalense, que han limitado la libertad de movimiento y el acceso a servicios esenciales, solo han servido para avivar las llamas del descontento.
Durante la concentración, el ambiente se ha llenado de gritos y consignas que han evidenciado la profunda indignación estudiantil. “¡Dimisión del rector, ahora!”, “¡Educación libre, no represión!”, ¡Fuera rector de la Universidad!“ o ”¡No más violencia, queremos diálogo!“ han sido algunos de los lemas y consignas que se han escuchado con fuerza.
Durante la movilización, Carlos Bueno, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, ha leído un manifiesto elaborado por un colectivo de docentes que ha denunciado la actitud del rector y la administración frente a los hechos recientes. En su declaración, Bueno ha expresado que el objetivo es “reivindicar la universidad como un espacio de crítica y diálogo, no como un recinto de represión y silencio impuesto”. Según Bueno, este conflicto “no es solo un episodio aislado” sino un reflejo de problemas más profundos en la gestión universitaria y su relación con la libertad académica.
Alejandro Oviedo, estudiante implicado en el encierro y víctima del desalojo, ha compartido su versión de los hechos con este periódico, que contrasta notablemente con la explicación oficial del rector tras el desalojo. “La respuesta a nuestra protesta pacífica ha sido una intervención policial desproporcionada. No buscábamos confrontación sino abrir un canal de diálogo sobre nuestras preocupaciones respecto a las relaciones de la Universidad con entidades israelíes en el contexto del conflicto en Gaza”, ha explicado Oviedo, quien ha incidido en que los métodos usados han sido “intimidantes y agresivos” enfatizando que la actuación propalestina era un “acto pacífico de resistencia”.
Mientras los manifestantes han denunciado una “falta de diálogo y una represión inusitada”, el rector de la Universidad, Miguel Ángel Castro, ha defendido las medidas tomadas. Según un comunicado emitido por su oficina de prensa, estas acciones han sido necesarias para “mantener el orden y la seguridad en el campus, especialmente durante el periodo de exámenes”. Castro ha argumentado que se han intentado todas las vías de diálogo posibles pero que las acciones de los estudiantes han interferido con las operaciones normales de la universidad.
Teresa López Soto, profesora de Filología y no directamente involucrada en las protestas, también ha ofrecido su perspectiva, criticando duramente la gestión de la situación: “Lo que se está reprimiendo no son solo manifestaciones sino la esencia misma de lo que debería ser la Universidad. Están bloqueando el acceso al conocimiento, cerrando bibliotecas y restringiendo la libertad de movimiento y expresión dentro del campus”, ha señalado.
La repercusión de la protesta y del desalojo ha trascendido el ámbito universitario, atrayendo la atención de diversas fuerzas políticas. Teresa Rodríguez, líder de Adelante Andalucía, y José Ignacio García, vocero del partido, han expresado su apoyo a los estudiantes y han llamado a la dimisión del rector y al subdelegado del Gobierno en Sevilla, criticando la “respuesta desmedida” ante una protesta estudiantil.
El Consejo de Alumnos de la Universidad de Sevilla (Cadus), que hasta la fecha no había emitido ningún comunicado público respecto al conflicto palestino-israelí, también se ha posicionado en la tarde de este martes denunciando los “actos violentos y de brutalidad” contra los estudiantes que se encontraban manifestándose de “forma pacífica” en el ejercicio de su libertad de expresión. En este escrito, han pedido al rector que se “responsabilice y emita una disculpa pública”, a la vez que le han solicitado “una audiencia para tratar lo sucedido.”
El campus se encuentra dividido no solo en opiniones sino físicamente, con controles de seguridad que han alterado la rutina académica y han generado un ambiente de incertidumbre. Los estudiantes y profesores han prometido continuar con las manifestaciones, buscando no solo resolver sus demandas inmediatas, sino también “fomentar un cambio más profundo en la política y la cultura de la Universidad”.
En este sentido, durante la manifestación, y también en días anteriores, la administración de la Universidad de Sevilla ha impuesto “severas” restricciones de acceso al Rectorado, afectando al tránsito de estudiantes y personal. Particularmente en el día de la protesta, alumnos presentes en el interior del campus han reportado que durante 20 minutos se les ha impedido la salida de la Universidad, situación que ha exacerbado la tensión tras el desalojo de madrugada.
Según testimonios recogidos, estas medidas no solo han limitado el acceso a áreas comunes y servicios como bibliotecas, sino que también han generado un ambiente de “encierro y control” que muchos han considerado “desproporcionado” y “contrario a los principios de libertad académica y de expresión”.
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