Luis Gonzalo Segura, seguirá, de momento, sin poder ponerse sus galones de Teniente. El Tribunal Supremo ha confirmado su expulsión del Ejército “como autor de una falta muy grave consistente en realizar reiteradamente actos contrarios a la disciplina”. El militar escribió un libro denunciando la corrupción dentro de las Fuerzas Armadas, y realizó distintas entrevistas para promocionarlo. Una de ellas, en el programa El Intermedio de La Sexta, le valió no solo varios arrestos, sino quedarse sin su rango de militar.
La Sala de lo Militar del Supremo resolvió así el recurso interpuesto por Segura, y cree probado que el teniente “continuó realizando declaraciones en medios de comunicación contra las Fuerzas Armadas y las autoridades militares” después del arresto. En algunas ocasiones, destaca la misma sala, con el uniforme reglamentario.
La conclusión es que Segura, de momento, seguirá sin poder vestirse de militar, aunque no parece rendirse, y ha puesto sus ojos en la Unión Europea para que el Tribunal de Estrasburgo sea el que tenga la última palabra.
¿Cuáles son sus sensaciones después de que el Supremo haya tumbado la posibilidad de volver a ser militar?
Muy malas, porque tienes que imaginar que tenía esperanzas de que al menos estimasen parcialmente el recurso y poder volver a las Fuerzas Armadas. Lamentablemente nos hemos dado cuenta de que es un tribunal politizado, que demuestra el nivel en el que se encuentra España.
¿Pero esperaba otro veredicto?
Esperar, con la cabeza, desde luego, no. Tengo muy claro quiénes son el Supremo, quiénes lo firman, y conozco las cualidades que hay que tener para llegar a ser magistrado del Supremo... pero siempre tienes la esperanza de que al final de alguna manera puedas llegar a un punto medio, porque todo esto ha sido un exceso terrible, pero se ha visto que no. No puedo entender cómo ha habido casos como el del Teniente General Mena, que amenazó a la sociedad con un golpe militar en Cataluña y no le arrestaron más de ocho días. Se ha ido de rositas y a mí me han expulsado del Ejército, Todo es una pena.
¿Qué esperanzas tiene en un recurso ante Europa?
Creo que hay alguna jurisprudencia en Europa a la que nos podemos agarrar, de modo que es igual que muchas cosas. Al final hay un elemento muy claro que demuestra hasta qué punto es legítimo lo que digo. Tengo un blog desde hace dos años y jamás me ha denunciado nadie. Si lo que escribo como civil no es susceptible de ningún problema, de ninguna falta, y no es delito, evidentemente eso mismo lo podría escribir como militar. Es obvio que todo esto no tiene ningún sentido. Plantean que no acepto la disciplina militar, pero no entran a valorar siquiera si es cierto lo que denuncio, sino que critican el hecho.
¿Tiene esperanzas de volver a vestir galones?
Mantengo la esperanza de volver a tener galones. Solo hay que visionar las entrevistas que he hecho, y ese ejercicio lo haremos de cara al nuevo recurso. Cualquiera que visione entrevistas como la del Intermedio tiene que valorar si es cierto o no lo que se dice.
¿Se siente perseguido?
El sistema está expulsando a todas aquellas personas que en un momento dado pueden ir contra él. Es obvio que en esto que llamamos democracia se sienten muy incómodos con personas como yo. Ojalá fuese algo contra mí, sería señal de que el sistema funciona con el resto de personas, pero es algo generalizado.
¿Cómo es su vida desde que fue expulsado del Ejército?
¿Vida? No tengo absolutamente nada. Vivo de las ventas del libro ‘Código Rojo’. He estado aguantando de mala manera hasta ahora, pero me tengo que plantear diferentes opciones en mi vida. Como mínimo voy a tardar entre cinco y seis años en conseguir una sentencia favorable del tribunal europeo, si es que llega. Pero en España va a ser imposible, porque la sentencia marca que el resto de casos que tenemos por debajo del Supremo no tienen ninguna posibilidad.
Por último, ¿qué le llega desde dentro de los cuarteles, por parte de los compañeros?
Muchos me han escrito, me han enviado mensajes, me dicen que tengo toda la razón, que es cierto lo que digo, y en general es lo que percibo. Sé que básicamente la gente está conmigo, pero el que está en la calle soy yo, y tengo que gestionar yo solo esta situación que estoy viviendo.