Cuando la inmigración es poesía y experiencia compartida: la plataforma PLACA cumple su mayoría de edad

Corría el tórrido mes de agosto de 2006 cuando Iván Vergara, un mexicano chilango, es decir procedente del DF, deambulaba por la Sevilla que lo había acogido dos años atrás. Un migrante más tratando de salir adelante con trabajos precarios y soñando con regularizar su situación, pero al que el pensamiento se le iba con frecuencia en versos y fantasías literarias. “Me sentía muy solo en la ciudad y, motivado con la intención de participar en entornos poéticos, decidí originar un pequeño festival en la ciudad”. Así nació el Recital Chilango Andaluz, primera piedra de un proyecto bautizado como PLACA (Plataforma de Artistas Chilango-Andaluces) que va camino de cumplir los 20 años con logros que entonces ni siquiera podían ser soñados.

Los puntos básicos de aquel primer festival eran claros: “Potenciar la escritura hecha por jóvenes, porque no había un espacio como para la creatividad joven en ese momento en la capital hispalense; e incluir a minorías, a colectivos minoritarios, a gente como yo que en ese momento ni siquiera tenía tanta noción de lo que era ser inmigrante en España. Para mí lo importante era generar y abrir un espacio para la poética joven y en toda su diversidad, en todo lo que se pudiera ver como andaluz y mexicano”, recuerda Vergara. 

“También planteamos sacar de las aulas convencionales los recitales, es decir, no hacerlo en academias, bibliotecas, universidades, librerías… Lo sacamos a las calles, de hecho lo hicimos en bares y en salas de cultura, en salas de teatro”, agrega el escritor e impulsor del proyecto. “Nos animó mucho la idea de abrir un espacio que no existía. Había algunos otros proyectos editoriales muy grandes, fundaciones muy activas, pero no había apenas cabida para la inmigración, para las minorías y para los jóvenes”. 

Sin papeles

Además de las distintas ediciones del Recital Chilango Andaluz, PLACA prestó impulso a 'Las noches del cangrejo' aportando producción, “conexiones con autores y artistas y participando activamente en que el ciclo consiguiendo tuviera un enorme éxito”. Se implicó asimismo en la creación del Gabinete Salvaje y la Editorial Ultramarina C & D. A estas iniciativas les siguieron otros proyectos, algunos muy importantes como Nuevas Miradas, ciclo de poesía joven que lleva nueve ediciones con actividad presencial en España, EEUU, México y Chile, seis ediciones de Poesía on the road en EEUU, Veladas Ultramarinas “y ya en los últimos años nos hemos centrado en documentar mediante entrevistas los procesos de creación poética e inmigrante en España”, apunta Vergara.

Unos 80 autores y autoras se han implicado en este tiempo con las distintas actividades de la PLACA, contando entre ellos a los mexicanos Javier Villaseñor, Juan Gordillo o David Gallardo, los colombianos Carlos Ramírez Kobra o Javier Moro y los sevillanos Sandra Carvajal y Coco Manfredi, entre muchos otros. También son numerosas las colaboraciones con instituciones, desde las más célebres y consolidadas hasta las locales y autogestionadas: en México, la UNAM, Casa de España en México, la Universidad Autónoma Metropolitana, el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo del Chopo, la Casa del Lago, el Museo Ex Teresa Arte Actual, Universidad del Claustro de Sor Juana o el Faro de Oriente; en Estados Unidos, la CUNY, los Institutos Cervantes de Nueva York y Chicago o las universidades de Salsbury, Winsconsin, Key Western de Cleveland o Cincinatti; en Madrid, el Fondo de Cultura Económica, el Instituto de Cultura de México, la Casa de América o el Museo Reina Sofía; y en Sevilla, la Universidad Hipalense y el Cicus, el ICAS, la Casa de la Provincia, el Antiquarium o la Casa de las Sirenas. 

Iván Vergara, como otros compañeros de aventura, carecía entonces de papeles. “Éramos unos auténticos exiliados dentro de la propia ciudad y ese espacio fue un lugar de resistencia sin que supiéramos entonces en lo que se convertiría”. “La visión era muy sencilla, volcar toda nuestra tradición, nuestra visión, esa cosmología que traíamos de nuestros distintos países a una región que nosotros apenas estábamos empezando a descubrir, que hemos ido conociendo después, pero que sin duda se nutrió de una diversidad que no tenía, porque la inmigración es realmente muy reciente en España y en Sevilla; así que, sin saberlo, aportamos a esta tierra un auténtico oro que era una experiencia, una diversidad y unas visiones sobre el entorno poético que no pertenecía a ese sitio”, celebra el mexicano.

Apoyo institucional puntual

No obstante, el coordinador de estos programas comenta que “consideramos que el apoyo institucional que hemos recibido ha sido puntual y, aunque ciertamente ayudaron, nos causaron también conflictos grandes. Primero porque, al ser inmigrantes sin papeles, no podíamos optar a ayudas. Luego, cuando tuvimos ya la asociación, siempre tuvimos complicaciones para pedirlas, ya que exigen un adelanto económico que nunca tuvimos. Nos parece mucho más relevante haber inventado un procedimiento híbrido que ha permitido la continuidad, crecimiento y ampliación desde la autogestión e independencia creativa”, expresa Vergara.

Lo que resultó de todos aquellos sueños de una noche de verano sevillana fue, haciendo balance a casi dos décadas vista, “algo nuevo, algo que no existía y que se llama y define como chilango-andaluz, que no es más que el encuentro de distintas visiones hispanoamericanas en una ciudad como Sevilla y Andalucía”, asevera. “Mi teoría sigue siendo la misma: si fuéramos españoles, nos habrían dado un Premio Nacional de Cultura hace unos años. No lo digo con arrogancia ni con mamonería. Lo que estoy haciendo es intentar defender el trabajo de toda esa gente frente a la opacidad y el silencio. La lucha de ahora es hacer visible todo este trabajo valiosísimo para la cultura española”, esgrime Vergara.