Libreros al rescate: así será la tercera vida de El Gusanito Lector
En medio de un panorama desolador para las librerías sevillanas, diez de las cuales cerraron a lo largo del último año, cuando menos se espera surge una buena noticia. Y eso es lo que ha ocurrido con El Gusanito Lector, un emblemático establecimiento de la calle Feria de la capital hispalense, que formaba parte de esa trágica lista, pero que tendrá una nueva vida, la tercera ya, gracias a unos libreros al rescate: la cadena La Botica de Lectores.
Cabe recordar que cuando la primera propietaria de esta librería, Esperanza Alcaide, anunció que distintos problemas de salud la obligaban a echar el cierre, un grupo de clientes y amigos entusiastas lograron darle un nuevo impulso convirtiéndola en sociedad. La empresa siguió adelante con la librera Paca Vázquez Beltrán al frente, pero las sucesivas crisis sobrevenidas se cebaron con El Gusanito e impusieron el cierre. Parecía un hecho que este barrio céntrico perdería otro de sus comercios más genuinos, hasta que la solución vino desde el seno del gremio.
Rafael Rodríguez, librero de larga experiencia y uno de los responsables de La Botica de Lectores, comenta que tuvo un contacto directo con Paca Vázquez, quien le puso al día de la delicada situación de El Gusanito. “Sabíamos de las dificultades que atravesaba la librería, pero no pensábamos que su cierre pudiera ser tan inmediato”, explica. “Nos lo confirmaron en los días previos a la campaña de Navidad y se nos encendió la bombilla. ¿Y si pudiéramos…? Estudiamos la viabilidad, contactamos con el propietario del local y comprobamos que su deseo era que el espacio siguiera siendo una librería, obtuvimos también el visto bueno de los socios… Todo el mundo se ha comportado de la forma más colaborativa posible”, relata Rodríguez.
Impronta propia
Asimismo, los nuevos responsables tuvieron claro desde el principio que, si era posible, mantendrían a Paca Vázquez en su puesto. “Hoy mismo se ha incorporado a la plantilla de La Botica, y creemos que es un acicate”, afirma Rodríguez. “Estamos orgullosos de recuperar una librera para la ciudad, como hicimos también cuando cerró Tarsis. Por desgracia la ciudad en este momento tiene libreros de notable solvencia en el paro, y nosotros queríamos al menos contribuir a evitarlo”, remarca el nuevo propietario.
Así pues, se mantiene el local y la librera, aunque como es lógico la cadena quiere “darle nuestra impronta, la de una cadena de librerías generalista, abierta a todo tipo de propuestas, en una zona que, en caso de que cerrara El Gusanito, se quedaba huérfana de propuestas”. En ese sentido, desde La Botica señalan que “en nuestras librerías tenemos una gran cantidad de actividades, clubes de lectura, entendemos este tipo de comercios como un punto de vista cultural, y llevamos haciéndolo desde los tiempos en que nadie más en Sevilla lo hacía. Esperanza Alcaide siempre le dio movimiento y contenido a El Gusanito, con muchos autores implicados, y pretendemos que esa filosofía se mantenga y crezca para que vuelva a sus mejores momentos. Estamos seguros de que lo vamos a conseguir”, agregan.
Los responsables de La Botica empezaron su trayectoria profesional como empleados de la cadena Beta, hasta que en 2017 decidieron lanzarse por su cuenta a la aventura de La Botica de Lectores. Desde entonces han abierto tres establecimientos, Botica República, en República Argentina; Botica Asunción, en la calle del mismo nombre; Botica Santa Catalina, en Almirante Apodaca… y ahora Botica Feria, además de su tienda online.
En cuanto a la situación que viven muchos de sus colegas, Rodríguez comenta que “ha habido muchas circunstancias para que se den tantos cierres, nunca hay una sola. Y siempre acaba saltando algún problema financiero que se convierte en la pescadilla que se muerde la cola, te cierran el grifo algunos proveedores, las cosas se ponen cada vez peor hasta que tienes que cerrar. En 25 años en el mundo del libro lo he visto muchas veces, y hasta lo he sufrido como empleado”.
Un modelo plural
En los últimos tiempos, enumera, se han multiplicado los obstáculos: la subida de los precios, el cambio de tendencia en las ventas (“aunque yo niego que se vendan menos libros, lo que pasa es que se están vendiendo de forma diferente, desde hace cinco años”), y luego hechos como que “la administración pública y la Universidad han dejado de comprar, y eso ha hundido a muchas librerías que surtían a estas instituciones”, o la propia pandemia, “que trajo una eclosión que no era sino una burbuja, y que en algún momento iba a explotar. Tras el confinamiento, en un año y medio o dos años se ha regularizado el sistema, y eso ha acabado trayendo la debacle que hemos venido viviendo desde el verano pasado”, apostilla.
La Botica de Lectores justifica su éxito –léase su supervivencia y la fidelidad de su clientela– en “un modelo muy plural, dando posicionamiento a la librería como agente cultural y, lógicamente, trabajando mucho”, agregan. Ahora esperan que el antiguo Gusanito, hoy ya Botica Feria a pleno rendimiento, sepa mantenerse “en una zona cercana a un barrio teóricamente consumidor de cultura”.
“La prudencia siempre hay que llevarla por delante, no nos caracterizamos por ser locos”, concluye Rodríguez: “Todo está sopesado y estudiado. Nos podemos equivocar, claro está, pero el modelo que ofertamos puede ser positivo. Y sí, no deja de ser un riesgo, pero nos vemos en la obligación moral de devolver a la ciudad lo que la ciudad nos ha dado. Hace siete años hicimos el esfuerzo, y el trabajo y la dedicación ha hecho que la apuesta salga bien. Las dificultades de Botica Feria, no cabe duda, serán muchas como siempre. La precariedad y la dificultad caminan con el librero”.
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