Luis Pérez, director del Parque Científico de la Cartuja: “Aquí no hay ni una fábrica, lo que se fabrica es conocimiento”

Antonio Morente

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El foco ha estado muy centrado en el Parque Científico y Tecnológico Cartuja de Sevilla estos días, a cuenta de que el pasado 20 de abril se cumplieron 30 años de la inauguración de la Expo 92, una muestra que se celebró donde hoy se asienta un complejo que acoge a 536 empresas y entidades que dan empleo a 23.701 trabajadores y generan una actividad económica de 2.978 millones de euros. Esto representa el 7,8% del Producto Interior Bruto (PIB) de la provincia de Sevilla y el 1,9% del PIB regional, cifras correspondientes al año 2020 (el último ejercicio cerrado) y que constatan un crecimiento pese a la pandemia en un recinto singular porque “aquí no hay ni una fábrica, lo que se fabrica es conocimiento”.

La afirmación es de Luis Pérez Díaz, que acaba de cumplir dos años como director general de un parque que en 2021 va a mantener esta tendencia al alza porque “se ha producido una llegada muy importante de nuevas compañías”. Y ello en un contexto en el que, impulsado por la amenaza del coronavirus, el teletrabajo (“que ha venido para quedarse”) podía llevar a algunas compañías a replantearse los espacios físicos. “Es verdad que temíamos que el parque se pudiese resentir por ello pero curiosamente no ha sido así”, y la prueba está en que “no paran de llegar empresas”.

A su juicio esta circunstancia obedece a la propia esencia de las firmas presentes en el recinto, “entornos innovadores en los que es muy importante el contacto, la espontaneidad, la reunión no prevista, el pasilleo… Todo eso es más difícil con videoconferencias, se puede perder la frescura de la idea espontánea y cruzada con otras empresas”. “Aquí están todas las grandes multinacionales y también compañías andaluzas y locales, que no han nacido para venderle a los sevillanos o a los andaluces sino a todo el mundo”.

Un triángulo virtuoso

A la hora de definir lo que es el PCT Cartuja, Pérez Díaz señala que es “un espacio físico en el que suceden cosas y que está basado en el triángulo virtuoso de la conexión entre la universidad, la empresa y la ciencia”. En el parque se están concentrando todas las carreras científicas, a lo que se une que el 30% de la superficie –“y esto no es baladí”– está ocupada por centros de investigación públicos y privados.

“Aquí las empresas no vienen porque sea un enclave bonito, vienen porque es un sitio útil para trabajar y por la capacidad de interacción” que ofrece el espacio. “El parque no es una zona física acotada, es un ecosistema en el que fluye la colaboración”, un recinto que supera las 200 hectáreas que excede la zona acotada de su perímetro (“las vallas se pusieron para ofrecer un cierto concepto de seguridad”, señala Pérez Díaz) y que incluye desde la Torre Sevilla por un extremo al Estadio de la Cartuja por el otro. De hecho, en estos dos edificios se asientan empresas tecnológicas.

Por actividad económica, en 2020 el PCT Cartuja se consolidó como el primer parque andaluz, seguido de cerca por Málaga TechPark, que facturó 2.104 millones de euros. La actividad económica del recinto sevillano creció un 2,6% en 2020 y representa ya un 10,9% del total de los parques científicos y tecnológicos españoles, en los que de media la facturación decreció un 8,9%.

Objetivo: mejorar el aspecto

Y, aunque “el contenido del parque siempre está por encima del continente”, Pérez Díaz apunta como “asignaturas pendientes” mejoras que permitan al recinto presentar un mejor aspecto en zonas que “no tienen el lustre que deben tener”. Hablamos de las propias entradas –“al cruzar el río es lo primero que ves y no están en el mejor estado”–, sobre todo en la avenida de los Descubrimientos, y también del abandono de lo que fue el canal de la Expo.

Esta situación debe cambiar con los planes de recuperación en marcha vinculados también al proyecto eCitySevilla, que persigue hacer de la Cartuja un ecosistema abierto, digital, descarbonizado y sostenible en 2025. Ese año, subraya su director, “Sevilla tendrá un parque del que sentirse orgullosos”, porque además considera que el PCT “ya está integrado en Sevilla, lo que hace falta es que Sevilla lo conozca”. De ahí la importancia que le da a que se haya incluido en el plan turístico de la ciudad, porque “aquí hay mucho que ver, hay mucha herencia cultural y urbanística”.

Y entre los retos de futuro también está el de la expansión, porque “nos vamos a quedar sin suelo”, ya que quedan disponibles unos 60.000 metros cuadrados, “muy poco”. Precisamente una de las zonas por las que se crecerá será por el hoy decrépito canal de la Expo, para lo que se están barajando varias opciones que a su vez supondrán acabar con este punto negro del parque. El otro área de expansión es donde están las bandas de aparcamientos, que se mudarán al otro lado de la avenida de Carlos III, en el Charco de la Pava, donde se levantará el gran parking fotovoltaico incluido en el proyecto eCitySevilla. 

La reutilización de una herencia

En paralelo, la Junta de Andalucía (propietaria del recinto) ha sacado a subasta los terrenos en los que en su día se levantaron los pabellones de Israel, Austria y Japón, mientras el Centro Común de Investigación (JRC por sus siglas en inglés) de la Comisión Europea ha presentado el edificio que hará donde estaba el pabellón de los Descubrimientos. También se trabaja en el pabellón del Futuro (sede ya del Archivo General de Andalucía y a donde irá la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales), el del Siglo XV se recuperará para asociarlo al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y el de Hungría lo ha adquirido y lo rehabilitará Magtel. Y también están disponibles los espacios en los que se ubicaron el Palenque y las estaciones del telecabina, “para los que hay proyectos”.

Con todo ello, Pérez Díaz considera que “es muy importante el nivel de reutilización” que se ha conseguido de la herencia de la Expo, teniendo en cuenta que muchos de los pabellones eran efímeros por imposición de la Oficina Internacional de Exposiciones para no dejarle un problema al país organizador. Y el índice de ocupación “también está muy por encima de las expectativas”, porque cuando en 1989 se diseñó el parque tecnológico se fijó que los 25 años de la muestra tendría que haber entre 50 y 60 empresas y unos 3.000 empleados. “Esas cifras las hemos multiplicado por diez”, subraya.

Eso sí, al parque le costó arrancar porque tras la Expo estalló una crisis y aquello “no tuvo el ritmo esperado”. Y entre que no se tuvo la visión de que era un proyecto a largo plazo y que “somos muy negativos con nosotros mismos”, durante años la Cartuja se asoció a “la invasión de los jaramagos”. Eso sí, 30 años después de la muestra universal “el parque ha transformado la economía de Sevilla, su provincia y Andalucía”.

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