La Bienal de Flamenco de Sevilla, el mayor festival del mundo dedicado al género, tiene nuevo director. Se trata de Luis Ybarra, periodista de 27 años, quien sustituye a Chema Blanco al frente del certamen, cuya próxima cita será en septiembre de 2024. Un desafío enorme, por lo que supone satisfacer a una afición exigente sin dejar de renovarse, y que concita grandes tensiones, intereses enfrentados y críticas feroces. Tanto, que entre los iniciados es conocida como la Vietnam de Flamenco.
“Hay quien me ha dado el pésame antes que la enhorabuena”, comenta Ybarra con una sonrisa. “Soy consciente de la dimensión del reto, pero vengo con muchas ganas, mucha afición y esfuerzo. Si me lo hubieran preguntado hace un mes, no me lo hubiera creído porque, aunque tengo mil ideas de qué se puede hacer, el primer sorprendido he sido yo mismo”.
La noticia del nombramiento de Ybarra por parte del nuevo consistorio presidido por el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz (PP), ha sido también una sorpresa para el propio sector de lo jondo. En las últimas semanas, se daba por hecho que Chema Blanco no seguiría en el puesto, después de una Bienal 2022 fuertemente cuestionada por algunos sectores por su apuesta por las vanguardias.
“Me considero un aficionado”
De hecho, a raíz de un artículo del periódico La Voz del Sur, muchos apostaban por el nombramiento de Blanca Parejo, directora de la Fundación Alalá en Sevilla, aunque finalmente el equipo de Sanz se ha decantado por Ybarra, quien también asumirá el recién creado papel de director de Promoción del Flamenco de Sevilla.
Licenciado en Periodismo por la Universidad Loyola y a punto de concluir un máster en Gestión Cultural en la Unir, Ybarra es un nombre que goza de la consideración de la crítica flamenca, terreno en el que empezó a foguearse. Hombre de plena confianza de Alberto García Reyes, director de ABC en sustitución precisamente del padre de aquél, Álvaro Ybarra Pacheco, actualmente presenta en Radiolé y Cadena Dial el programa Temple y pureza y ha publicado el ensayo Grandes del flamenco y el poemario Tal vez felices.
Asimismo, codirige junto a Paco Robles el Aula de Cultura de ABC, ha diseñado una programación anual para Cajasol en Huelva, colabora con festivales como Flamenco On Fire de Pamplona o la madrileña Suma Flamenca, y ha sido responsable de la comunicación corporativa del Corral de la Morería de Madrid, donde reside actualmente. También dirigió un festival en la última Bienal de Sevilla.
Sobre su antecesor, Chema Blanco, Ybarra asegura que tiene un gran respeto y buena relación con él, “incluso cariño personal”, subraya. “En la Bienal ha habido directores con un perfil más técnico, otros más artístico… Yo, antes que nada, me considero un aficionado. Siento absoluta veneración por esta cultura: la Niña de los Peines o cualquiera de los grandes artistas flamencos son para mí figuras sagradas”.
Una Bienal equilibrada
Respecto a la libertad que tendrá para programar o la posibilidad de que el equipo de Chema Blanco ya hubiera cerrado algunos espectáculos para 2024, Ybarra admite que “acabo de llegar, todavía no conozco siquiera a mi equipo, e ignoro si partimos de cero o si Chema tendría ya cerrada alguna coproducción que veríamos y aceptaríamos con mucho gusto, por supuesto. Pero antes que nada tengo que aterrizar”.
Por otro lado, Luis Ybarra conoce las duras críticas a la gestión de Chema Blanco como excesivamente atrevida o experimental, y aunque su perfil es claramente conservador, abre la puerta a la idea de “definir o redefinir qué es vanguardia o modernidad. A mí lo que me parece de verdad importante es hacer una Bienal equilibrada. Partimos del hecho de que existen muchas sevillas, y la clave está en mantener el equilibrio entre todas ellas”.
“Me apetece programar espectáculos que se recuerden dentro de mucho tiempo”, agrega Ybarra, para quien “hay muchísima vanguardia en la tradición, y en este sentido espero que haya encuentros artísticos interesantes. Esa es mi locura, juntar a este con aquel, y a ver qué sale. Hay mucho que hacer ahí”.
Cuando se le pregunta qué aspecto de la Bienal le intimida más, confiesa que “no tengo ningún temor, y si lo tengo lo transformo en motivación, porque prefiero pensar en todo lo que se puede hacer. Lo principal es que se trata de Sevilla, mi ciudad, donde me he criado. Defender un festival allí me parece algo increíble. Siento que me sobra agosto, empezaría ya mismo en septiembre a llamar a gente y a mover cosas de cara a la próxima edición”.