Un mes sin modelos de Bellas Artes en la Universidad de Sevilla: “No es lo mismo sin ellos”
Los modelos en vivo de la Universidad de Sevilla llevan un mes sin posar para el alumnado de la Facultad de Bellas Artes. La huelga indefinida que convocaron hace 30 días con el objetivo puesto en revertir años de “precariedad” se ha extendido más de lo que les hubiese gustado, fruto del estancamiento en las negociaciones con la empresa y la institución académica.
Este mes en el que han cambiado el posado en vivo para artistas por paros, concentraciones, actos de protesta y esfuerzos frustrados por reunirse con la Universidad ha desembocado en un “desgaste emocional tremendo” en la plantilla, que alcanza también a los estudiantes, como traslada Cristian Carcereri, el representante sindical de este colectivo en la ciudad. Mientras que los modelos tratan de surfear “un oleaje de emociones” que van desde la decepción y el enfado, hasta la tristeza y la soledad, en el aula, profesorado y alumnado intentan continuar con el temario “bastante desconcertados”.
“Desde que los modelos están en huelga, las clases han cambiado mucho”, reconoce Clara, una de las alumnas de segundo curso que está recibiendo estos días lecciones de asignaturas “que requieren modelos del natural” (como escultura, anatomía o dibujo) a partir de maniquíes, fotografías o cajas de cartón. “¿Cómo vas a aprender anatomía o dibujo del natural sin un modelo?”, se pregunta sin dar crédito Lucía, una estudiante del máster que defiende el trabajo con personas de carne y hueso como un elemento “imprescindible” en las enseñanzas de disciplinas artísticas. “El color de la piel, cómo incide la luz...un maniquí de plástico no tiene nada que ver con un cuerpo real”, concluye la artista solidarizándose con sus compañeros del grado, quienes se reivindican como “los verdaderos perjudicados”.
El prestigio de una Facultad, “en juego”
Ellos mismos reconocen que “nos está afectando a nivel educativo”, pues entienden que sin modelos “no estamos aprendiendo ni un cuarto de lo que deberíamos”. Tanto es así que buena parte del alumnado siente estar “perdiendo el tiempo”. Algunos de ellos participan en las concentraciones en apoyo a las reivindicaciones de los modelos (e incluso han promovido una petición de firmas en Change.org), pero prefieren no dar su nombre por temor a la repercusión que pueda tener en su expediente académico. En conversación con SevillaelDiario.es, una de las alumnas confiesa que si bien no le gusta faltar a clase, cada vez asiste menos “porque puedo hacer lo mismo en casa”. Su compañera entiende que sea así porque “desmotiva mucho” dibujar algo inmóvil, algo inerte, frente a un ser “que tiene vida, sensibilidad en la piel y en los músculos”. “No es comparable”, apostilla.
De continuar así, sostienen que se plantearían “cambiar de facultad”, pues son conscientes de estar perdiendo “parte esencial de nuestra enseñanza”. Y que constituye, además, “un pilar que distingue a nuestra Facultad”. De hecho, “el prestigio que tiene la Universidad de Sevilla se debe en gran parte a los modelos”, explican los propios estudiantes, aludiendo a que multitud de ellos acuden a la Hispalense “desde todo el mundo” atraídos precisamente por este servicio. Así lo confirma Lola, quien recorrió mil kilómetros hace cinco años “para poder estudiar en una facultad con modelos en vivo”.
Según cuenta esta estudiante veterana, hace cinco años se trasladó “desde la otra punta de España” porque en la Escuela de Arte de A Coruña le recomendaron la facultad de Sevilla “precisamente por tener modelos en vivo y ofrecer una enseñanza de dibujo de calidad”. “Y ahora me encuentro que no es de tanta calidad, que han privatizado y recortado el servicio y que a los modelos les pagan mal”, relata mostrándose “sorprendida”, antes de confesar: “Siento que he hecho el tonto”. Como ella, una amiga suya japonesa, se vino directamente del país nipón “por la fama que tenía poder trabajar con modelos en vivo”, garantiza.
Para Lola, “es importante tener modelos diferentes porque así es cómo se aprende realmente a dibujar”, basándose en “distintas formas anatómicas”. Pero en estos momentos, lamenta, “el sustituto que nos ponen algunos profesores es para echarse a llorar”. De ahí que Lucía ponga en valor trabajar con la que está considerada en el gremio como “una de las plantillas más grandes que tienen las universidades de toda España y reivindique: ”Merece la pena que la cuidemos“.
Desamparados por la institución
Ese reconocimiento a la profesión que manifiestan los alumnos contrasta con “el trato” que dicen estar recibiendo los modelos por parte de la institución a la que están unidos desde hace más de dos décadas. Se refieren al “silencio” con el que responden a sus peticiones de reunión y al “deterioro” paulatino al que han condenado el servicio, según denuncian los trabajadores en huelga, remitiéndose al pliego de condiciones aprobado por la propia Universidad para licitar la actividad, desde que dejaron de ser personal laboral.
Ya en 2011 trataron de mejorar sus condiciones laborales convocando una huelga que duró tan solo 48 horas porque entonces sí lograron que se atendieran sus reivindicaciones. En cambio, en esta ocasión, al no poder negociar con la institución universitaria, se han visto abocados a la inmovilización.
Fuentes de la Universidad de Sevilla consultadas por este periódico indican que los modelos son “trabajadores externos a tiempo parcial” y que el contrato ya se ha resuelto una vez que la compañía Serveo lo firmó, por lo que entienden que su situación laboral no compete a la Facultad, sino a la empresa subcontratada (con quien este medio también ha tratado de contactar, sin obtener respuesta hasta el momento).
Tal postura genera en Laura García, una de los 19 profesionales que componen la plantilla de modelos en Sevilla, la sensación de que “a nadie parece importarle la situación laboral de esta plantilla, con jornadas mínimas, temporalidad, y horarios de 8.00 a 22.00 a disposición absoluta de la empresa, lo que dificulta mucho tanto buscar otro trabajo que se adapte a nuestros horarios, como conciliar el mismo con nuestra vida familiar”. Tras 22 años “al servicio de los futuros artistas haciendo arte” con su cuerpo, asegura sentirse “desamparada” por parte de la Facultad a la que ha dedicado toda su vida laboral.
“Me he dejado literalmente mi salud física en pro de este trabajo, en 22 años solo he faltado una vez y por causa justificada, pero he ido enferma, he ido de luto, he ido de mil maneras porque para mí no era una opción no hacerlo, porque entendía que mi trabajo era importante para el buen funcionamiento de la clase”, cuenta Laura, antes de afirmar que desde que se embarcaron en la huelga se despierta cada mañana “con miedo a que si me quedo con esta profesión que amo y a la que he dedicado toda mi vida, me estoy condenando a una vida miserable porque tarde o temprano no podré sobrevivir con este empleo”, cuando entiende que esta actividad profesional “por su complejidad y peculiaridad, debería estar mucho más valorada y mejor considerada de lo que está”.
Como la historia de un desengaño
Su colega Raquel Serrano comparte ese mismo sentimiento. Para esta profesional que lleva ejerciendo como modelo en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla 24 años, constatar “que no se valora nuestro trabajo” ha sido como “una bofetada para despertar de mi sueño”. Por eso ahora, al igual que otros compañeros, se plantea buscar otro trabajo porque “no me compensa ya”. “Pedimos condiciones básicas para poder vivir de nuestra profesión, que se reconozcan esa dedicación y profesionalidad que se nos exige y que yo misma he entregado a lo largo de 24 años a cada una de las generaciones de artistas que han pasado por la facultad”, deplora esta madre de familia numerosa que describe su situación económica como “dramática”.
Más allá del impacto económico que está teniendo la huelga en el bolsillo de los modelos, Laura de Arcos señala el esfuerzo que están dedicando a “la gestión emocional”. Con el afán de ilustrarlo, esta profesional que lleva un cuarto de siglo vinculada a la Facultad de Bellas Artes (primero como alumna y después como profesional del posado) establece un paralelismo entre el episodio que están atravesando los modelos con la institución académica y un desengaño amoroso. “Es como si llevaras mucho tiempo con una pareja y cuando le pides un cuidado necesario, te das cuenta de que el amor que le tienes a esta profesión no tiene correspondencia con la institución y te sirve para abrir los ojos”, explica.
En ese sentido, Laura destaca la “impotencia” de no poder sentarse a conversar con la otra parte de la relación. “¿Cómo te hago llegar ese mensaje si no quieres escuchar lo que necesito para mejorar?”, se pregunta ahora, defendiendo que “cuando todo está tranquilo somos lo mejor de la Facultad, pero cuando pides mejoras necesarias, más cuidado y atención, la respuesta es como si dijeran si no te gusta te vas”. A lo que ella contesta: “Si tú no me quieres, me echas, pero si me quieres, me cuidas”.
“Especialmente indignado” se confiesa Isaac Oliva, también modelo y delegado de personal de Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), apelando a la “cerrazón de la Universidad”. Y aunque reconoce que el proceso de huelga y de movilizaciones está siendo “muy duro” a tenor de la “precariedad” que les acecha, este trabajador remarca la capacidad de “resiliencia” del grupo. También Laura García celebra que a pesar del desgaste que están sufriendo sigan todo “unidos” y con la “esperanza de que todo este esfuerzo valga la pena”. Después de todo, su postura la tienen clara y solo inspira los valores de la dignidad laboral.
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