En todos los cambios de paradigma que se están dando para eliminar la violencia de genero, hay un enfoque que poco a poco va adquiriendo consistencia: pasar de hablar de las mujeres a escuchar lo que las mujeres tienen que decir, como por ejemplo con acciones como #MeToo. También pasar de contar a las mujeres como víctimas a hacerlo como víctimas y como valientes que luchan por una libertad común. Mujeres y niñas que desarrollan múltiples estrategias para sobrevivir y actuar ante las violencias machistas, transformando y beneficiando con su acción a la sociedad en su conjunto. Hace unos días en Mairena del Aljarafe (Sevilla), Macarena García. de 48 años, vecina de la localidad y que transitó por una experiencia de 23 años de maltrato a manos de su pareja, recogió un premio en representación de “todas las mujeres valientes que se rebelan frente a las violencias machistas y son capaces de no rendirse y continuar la lucha” en beneficio de toda la sociedad.
Coincidiendo con el día de San Idelfonso, patrón de Mairena del Aljarafe, el ayuntamiento del municipio concedió distintos galardones a vecinos y colectivos que en el último año habían contribuido a mejorar la localidad de manera relevante. A propuesta de la agrupación Sí Se Puede, la quinta distinción fue para Macarena García, quien narra a este periódico: “ha sido un honor recoger el premio en nombre de todas. Es muy reconfortante que te digan que eres valiente. Estando casada pensaba que era una cobarde. Luego me di cuenta de que era cobarde, pero también una valiente por haber vivido 23 años con mi maltratador. También por poner la denuncia sin saber qué me iba a encontrar después”. Así, “aunque he sido víctima ahora me siento más representada con las palabras valiente y superviviente, porque están asociadas a que has conseguido sobrevivir a una situación durísima”.
Del minuto de silencio al reconocimiento público
El premio fue concedido en el marco de los objetivos que se han marcado desde la Secretaría de Feminismos, Igualdad y LGTBI de Podemos Andalucía para “feminizar la política, empezando por nuestro propio partido” y llevar “a la agenda de políticas públicas las violencias machistas”, señala Ana Fernández, portavoz de la secretaría. Para ello, entre otras medidas confeccionaron el Protocolo de Duelo Público y Reconocimiento Institucional frente a las violencias machistas, cuyo primer punto recoge como propósito: “reconocer, actuar y honrar la memoria, el mérito y la valentía de las mujeres que sufren la violencia machista, como luchadoras políticas y sociales por la igualdad y dignidad de todas y todos”. Por eso, es necesario ir más allá de un minuto de silencio como medida para mostrar el rechazo a los asesinatos de mujeres. En su lugar, mirarlas desde la vida “en su relevancia social y pública como luchadoras”.
Rosalía Abad, concejala por el grupo Sí Se Pude de Mairena del Aljarafe, apunta: “estudiamos desde el partido que se estaba tratando a las mujeres como víctimas, pero victimizándolas”. Pero realmente, “cuando denuncian, están haciendo un acto de valentía, ayudando a que sus hijos e hijas salgan también y a que otras mujeres den el paso. Están haciendo un bien no solo para ellas, sino para toda la sociedad”. Si bien, “consideramos que la denuncia no debe ser necesaria para tener derechos como víctima”, señala la portavoz de la secretaría.
Hasta el momento no está siendo fácil que el protocolo encuentre apoyos. “Algo que ya sabíamos”, acuña Ana Fernández, a sabiendas de que en este sentido aún queda mirada de largo recorrido por trabajar. En concreto, en Mairena del Aljarafe, la moción en la que presentaron el protocolo fue rechazado por el resto de partidos, a excepción de un a favor de Izquierda Unida. Concretamente, el punto de reconocimiento público a las mujeres argumentando que: “creían que era poner en riesgo a la mujer. Una actitud paternalista, que además se salta la autonomía de la persona. Vamos a protegerla porque pobrecita, es una vuelta otra vez a la victimización. Tú no obligas a nadie a que salga públicamente, pero si una persona que quiere, ¿por qué no vas a dejarla que lo haga?”, señala la concejala. También, prosigue “es una manera nuevamente de que no se visibilice la realidad de las mujeres”.
En aquel momento la moción fue rechazada, si bien “nos guardamos la idea y aprovechamos que para la entrega de premios del día del patrón nos pedían el nombre de una persona o colectivo para hacerlo”, cuenta Rosalía Abad. Para elegir a la mujer que recogería el premio, “recurrimos a la Fundación Anabella porque sabíamos que hay mujeres que allí han denunciado públicamente su situación”. Así conocieron a Macarena García y así fue como en el pueblo sevillano rindieron el pasado 23 de enero un homenaje a las mujeres valientes.
Mujeres libres
La historia de Macarena, de voz serena y marcada fortaleza, es la historia de muchas otras mujeres: “Los años que he estado casada he sufrido violencia de género de todos los tipos que hay (psicológica, física, sexual, económica, patrimonial, social y vicaria), hasta que con apoyo hace cuatro años puse la denuncia”, terminando la relación y abriéndose ante sí un mundo nuevo de posibilidades. “El día de la denuncia él ya no durmió con nosotros, ya no estaba en casa. Al día siguiente fue el despertar más bonito, la mañana más bonita… Pude hacer algo bonito, ¡pude andar con alegría!”. Si bien estos cuatro años han sido muy duros para ella y de apulatinos cambios.“Él me ha puesto todas las trabas que ha podido”. A su vez, “me he sentido muy apoyada por mis hijos, mi familia que no sabía nada, asociaciones, servicios sociales, la policía y guardia civil, mis compañeras y amigas…”.
En este cambio, Macarena ha dado otros muchos pasos, como recordar que “no soy un objeto, que no soy una basura como él me hacía creer. Me siento una mujer válida, que sirvo. He aceptado lo que pasó y ya no duele. Lo veo como una etapa de mi vida, un recuerdo que no hay que olvidar porque sí, he sido víctima, pero no voy a serlo más”. Asimismo, valora la experiencia desde el aprendizaje: “incluso en estos recuerdos hay algo bueno, algo que aprender. Me he vuelto más cauta, interpreto las señales y no me conformo con menos de lo que doy: que me respeten, valoren y traten de igual a igual”.
Para Macarena es importante destacar que la espiral y telaraña de la violencia de género empiezan en la mente: “muchísimas personas creen que es menos el maltrato físico que el psicológico. No. El psicológico es el principio, casi no te das cuenta de que te están maltratando; es progresivo y sutil. Chantaje emocional, renuncias, él se hace la víctima, no te deja dormir por la noche, no podía comprarme nada, ni opinar… Con el tiempo no tenía capacidad de decisión, ni de pensamiento, ni de obra. Estás en una jaula pero claro, como no nos faltaba comida ni lo básico, nos íbamos de vacaciones… Yo sabía que era víctima de violencia de género, pero te quedas, obligada por las circunstancias. El miedo me tenía paralizada. Miedo a que la tomara con mis hijos, con mi familia.… Esto la gente no sabe lo que es. Para entenderlo tienes que vivirlo”.
Sororidad, la importancia de la alianza entre mujeres
En una sociedad que aun crecientemente juzga, desprotege y/ o acalla a las mujeres, además del apoyo familiar y el de los profesionales cualificados, la sororidad juega un papel fundamental: mujeres ayudando, arropando e impulsando a otras mujeres. Porque este tipo de experiencia, como dice Macarena, solo sabe lo que es quien lo vive. En su caso fue fundamental el acompañamiento de Fundación Anabella, creada por mujeres que han vivido relaciones de maltrato con el fin de ayudar a otras mujeres que pudieran estar en situaciones similares.
Tras poner la denuncia Macarena no tenía dinero para comprar los libros del colegio de sus hijos, acudió a la fundación, se los regalaron y el presente fue mayor de lo esperado: “Me entendieron, me apoyaron para recuperar la autoestima que había perdido, conseguí las amigas que no tenía… Nunca me dicen ”tienes que hacerlo“, sino que me preguntan: ”¿quieres hacerlo?“ y me recuerdan que puedo. Me han dado alas”. A raíz de su experiencia Macarena entró a formar parte de la fundación como voluntaria. “Antes de hablar contigo estaba con una chica nueva que lleva poco tiempo y lo está pasando mal. Yo lo que trato es de que vean que hay salida, que cuesta trabajo, sí, pero les digo: vas a volver a ser la que eras antes de conocer a tu maltratador, con más experiencia”. Las unas a las otras se sirven de referentes. “Las ayuda ver que tú has salido”, señala la mujer valiente de este relato.
Ana Orantes, también referente
Cabe en este espacio rendir homenaje a otra mujer, Ana Orantes, cuyo caso marcó un antes y un después en cómo se estaba tratando la violencia de género en nuestro país. Ana fue asesinada en los años noventa por José Pareja, con quien se casó con 19 años. Fueron víctima de maltrato ella y sus 11 hijos durante cuatro décadas. Sufrieron la violencia de aquel hombre y también la violencia institucional, porque tras numerosas denuncias Ana por fin consiguió que una sentencia judicial la separara de su marido en 1995, pero el fallo la obligó a seguir conviviendo con su maltratador, ella en el piso de arriba de la casa con dos de sus hijos y él en el de abajo. Ana fue víctima e igualmente valiente por sobrevivir a las agresiones diarias propias de este tipo de infierno. También por alzar su voz días antes de que su ex marido la asesinara, denunciando públicamente en la televisión el horror que había vivido, y en el que aún estaba siendo obligada a convivir con el agresor.
A partir de su caso, y de la voz pública de Ana, la reflexión se fue transformando en cambios. Empezaba a calar lo que en los años sesenta llevó a lema Kate Millet: lo personal es político. Los medios de comunicación comenzaron a contabilizar a las víctimas, que oficialmente se recogerían a partir de 2003. También se dejó de hablar de violencia doméstica, como algo que sucede en el ámbito privado e individual, para explicar cómo la violencia de género es un fenómeno estructural a abordar desde lo público; entre otros cambios de responsabilidad y justicia.