Una obra de teatro sobre ETA o cómo despertar el interés de los jóvenes por la historia de su país
Institutos de Sevilla asisten a la función 'La mirada del otro', una pieza de teatro documental que aborda los encuentros entre víctimas de ETA y los disidentes de la banda terrorista
“Ataques terroristas, País Vasco y poco más”. Son las escasas nociones que tienen los jóvenes acerca de ETA, un episodio cruento de la historia de España que se antoja “lejano” para un grupo de estudiantes sevillanos, que muestra, no obstante, gran interés. Acaban de presenciar La mirada del otro, una de las obras enmarcadas en el ciclo escolar 'Los jóvenes y el teatro', que tiene lugar en el Teatro Alameda con un coloquio posterior.
“No sabíamos prácticamente casi nada”, reconoce Aitana con el gesto afirmativo de sus compañeros. Al hilo, Samuel cuenta que ni en clase ni en casa se hablaba de ETA, pero hace dos años trató con dos vascos que abrieron un bar en el barrio y así descubrió la “tensión social” que se vivió en Euskadi aquellos años. A Angy también le sonaba que la banda terrorista “mató a una pareja” en Sevilla, porque pasó cerca de su casa, aunque desconoce el motivo.
De un modo u otro, han escuchado hablar de la organización criminal, pero “sin llegar a profundizar”, como admite Diego al terminar la función. De hecho, de acuerdo con estos alumnos de segundo de bachillerato del I.E.S Ramón Carande –uno de los centros que componen el público del Teatro Alameda–, el tema de ETA ha brillado por su ausencia a lo largo de toda su trayectoria académica. Solo este año, ya en último curso, la profesora de Filosofía, Eva María García, ha llevado a clase el debate en torno a la organización terrorista. “Era algo absolutamente marciano para ellos”, confirma la docente, que valora positivamente la actividad teatral por ser una forma de poner en contacto a los jóvenes “con la memoria histórica”, así como una vía para la reflexión en torno a cuestiones como “la empatía o el perdón”, que también se desprenden de la obra.
Teatro documental como “herramienta”
En efecto, todo ello lo recoge y proyecta sobre el escenario La mirada del otro, la segunda pieza de una trilogía de teatro documental sobre la violencia en el País Vasco, a cargo de la compañía Proyecto 43-2. En concreto, la obra abunda sobre el proceso de mediación que tuvo lugar en el año 2011 entre víctimas de ETA y disidentes de la banda terrorista dentro de la cárcel de Nanclares de la Oca, en Álava. “Algo extraordinario”, como sostiene la compañía: “que dos personas unidas para siempre por algo irreparable, el asesinato de un ser querido, se pudieran sentar a hablar”. De ahí que defiendan “los encuentros restaurativos de Nanclares” como “ejemplo de humanidad, de la importancia de la segunda oportunidad y de que otra sociedad es posible”.
En sí misma, la pieza es el resultado de un “riguroso” trabajo documental realizado a lo largo de varios años hasta su estreno en 2015. De esta forma, a partir del material recopilado en minuciosas entrevistas, se procede a crear el espectáculo en el que los textos dramáticos están construidos íntegramente de acuerdo con las frases reales de sus protagonistas, representados sobre las tablas por un elenco de tres actores: el victimario, la mediadora y la hija de un concejal asesinado por ETA.
Todavía hoy La mirada del otro continúa teniendo recorrido por salas de todo el territorio nacional gracias en parte a la línea pedagógica que vertebra a esta compañía. “Nos interesa mucho hacer funciones para adolescentes para establecer lugares de encuentro y porque creemos que el teatro es una herramienta pedagógica y de memoria”, explica a elDiario.es Andalucía María San Miguel, creadora, dramaturga y actriz de esta obra. “Más allá de darles la oportunidad de conocer ”nuestra historia reciente“, comenta la que es también directora y creadora de la compañía, ”es importante compartirles la mirada del otro en este momento de auge de los discursos de odio y de diferencia con los demás“.
Frente al odio, esta obra apuesta por encontrarse con el diferente “y darse cuenta de que son más cosas las que nos unen”, señala la dramaturga. Por eso, desde el escenario se transmite la idea de que “las cosas se arreglan hablando”. “Que tu única arma sea la palabra”, le dice la víctima a quien mató a su padre. Precisamente, el ejercicio de ponerse en la piel del otro que se recrea sobre las tablas alcanza también las gradas. Aitana reconoce que ha llegado a empatizar con el disidente del grupo etarra. “Si pensamos que eran personas y que lo hicieron bajo influencia, la sociedad puede mejorar”, defiende para matizar que “no es cuestión de quitarle culpa, pero ponernos en su lugar hace que podamos avanzar”. Por su parte, Angy admite que al principio le pareció “una locura” que la hija de una víctima de ETA quisiera “ponerse cara a cara” con el asesino de su padre, pero al cabo de los 70 minutos que dura la función, terminó comprendiendo que hallara “tranquilidad en el arrepentimiento”.
La semilla de la curiosidad
Cuando cae el telón, la sala se inunda de aplausos y vítores de los asistentes, imbuidos en una atmósfera de emoción. Algunos, como Marta, confiesan que no han podido evitar que se les empañaran los ojos durante el acto. Entre el público, junto al alumnado de secundaria y bachillerato de cuatro institutos sevillanos, se encuentran además integrantes de dos centros penitenciarios de la provincia. También ellos se muestran participativos en el coloquio que completa la actividad y que cuenta, en esta ocasión, con la presencia de Pepe Castilla, uno de los mediadores reales del proceso.
Así pues, en esta fase final, aprovechan para resolver dudas y elogiar el trabajo de interpretación actoral, en especial, el del actor que encarna al preso, pues reconocen “está muy logrado”. El alumnado alza también la mano, ávido de encontrar respuesta a las numerosas preguntas que le han surgido durante la función: “¿ETA ha pedido perdón en algún momento?”. “¿Las demás víctimas se ofendieron porque se celebraran este tipo de encuentros?”.
Después de celebrar numerosos coloquios entre adolescentes por todo el país, María San Miguel afirma que por lo general, a los chavales “les suena, pero no lo conocen en profundidad”. Eso sí, “tienen mucha curiosidad”, asegura. Lo transmiten en sus intervenciones por medio de “preguntas muy profundas”, que denotan “que les ha llamado la atención y han estado atentos todo el tiempo”, celebra la actriz. De forma que el teatro se presenta a menudo como la semilla que siembra el interés. Y a partir de ahí, empiezan a indagar en las raíces del conflicto. “Es una manera de construir sociedad muy importante y es esencial trabajar la memoria porque nuestras calles, nuestras tierras y nuestros barrios están manchados de sangre”, defiende la directora con la convicción de los que creen en lo que hacen.
El arte como medio de difusión
En ese camino, Diego valora que se recurra al arte como vía para entender la historia: “Es una manera de profundizar en un hecho; el teatro expresa muy bien estos temas para servir de crítica e informar a la gente, dar a conocer un hecho de forma llamativa y entretenida”. Él mismo reconoce que “no sabía casi nada” y gracias a esta obra se ha podido “enterar bien del conflicto y desde un punto de vista humanizado”. Al respecto, Marta añade: “Solo sabíamos lo negativo, pero de este proceso que seguro ayudó a las víctimas a reparar su dolor no se ha oído casi nada”.
En efecto, los jóvenes con los que ha podido hablar esta redacción coinciden en que “es algo que deberíamos tratar en clase, en asignaturas como filosofía e historia”, pues están convencidos de que abre la puerta a reflexionar sobre otros temas como la prisión, la reinserción o la mediación. Conmovidos aún por la función, lamentan, en definitiva, que se aborde “tarde” en las aulas.
Al término de la función, las luces encendidas y el teatro vacío, los chicos intercambian impresiones y comparten opiniones. Están entusiasmados por que se promueva este tipo de encuentros y actividades culturales en el marco de la escuela, que ofrece una manera diferente de aproximarse a la historia de España de forma atractiva y directa. Samuel, que confiesa que le ha impactado mucho la obra, asegura que quiere seguir conociendo detalles sobre la historia. Y coincide con el resto en que van a reflexionar y debatir sobre el tema en clase. “Y ahora en cuanto salgamos”, ríen antes de vaciar por completo el teatro.
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