Pico Reja ya es la segunda mayor fosa del franquismo abierta en Andalucía

Botón con el símbolo de Sevilla encontrado en la fosa de Pico Reja

Juan Miguel Baquero

1 de febrero de 2021 20:26 h

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Un botón con el emblema de Sevilla como símbolo de Pico Reja. Un botón, gastado por el tiempo, que abrocha con el NO8DO el relato certero de la Historia. Un botón que emerge entre miles de huesos para sellar la Memoria. Y la tierra que desvela que un rincón del cementerio de San Fernando, con 324 víctimas rescatadas, ya es la segunda mayor fosa común abierta en Andalucía.

La intervención arqueológica en el camposanto sevillano cumple el primer año con algo más de un tercio de la superficie final excavada. El equipo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi cuadra la planificación. Y supera los pronósticos. “Había que sacar 1.103 personas y se han encontrado muchísimos más”, cita el director de los trabajos, Juan Manuel Guijo.

El total de sujetos localizados asciende a 2.003, de los que 1.937 han sido exhumados. Un porcentaje de los esqueletos pertenece a población represaliada (324 hasta ahora), pero el resto indica que Pico Reja es “una caja de sorpresas” que acumula ya 803 ataúdes, 715 individuos en osarios y otros 161 definidos como materiales aislados. Una realidad a priori no contemplada.

Pico Reja es la primera fosa abierta en Sevilla y, con estos números, una de las más grandes de España. La ciudad, en la que no hubo guerra, vivió una terrible represión fascista. Andalucía, en términos globales, suma al menos 708 fosas y 45.566 asesinados por el franquismo, unas cifras que superan al terrorismo de Estado de las dictaduras de Argentina y Chile juntas. En los trabajos de exhumación participan el Ayuntamiento hispalense, Diputación, Junta de Andalucía y el Gobierno de España.

NO8DO como certificado de verdad

Guardia, chófer, inspector, vigilante... Los restos óseos asociados al objeto son de una persona que no llegaba a los 20 años de edad. El botón que ha aparecido en la tierra de la fosa de Pico Reja debió pertenecer a algún trabajador del Ayuntamiento de Sevilla. El emblema municipal, el NO8DO, simboliza así la búsqueda de las víctimas del franquismo. Un certificado de verdad.

Bombero, peón, carpintero, recaudador... La propia ciudad hizo público el listado con los 479 funcionarios “sancionados por motivos políticos” en la guerra civil y la dictadura. Sevilla, junto al Ministerio de Justicia, tributó un “merecido acto de desagravio y homenaje” con una declaración que reparó la Memoria de estas víctimas.

Llavero, portera, pintor, barrendero... Y “quedarán oficialmente corregidos y restablecida su dignidad y profesionalidad”, señaló el Consistorio hispalense. Aunque costaba, y cuesta, poner ‘piel’, rostros, a la reparación a la plantilla municipal “que sufrió represalias, entre ellas sanciones y despidos, durante la guerra civil y años posteriores de la dictadura franquista”. Porque la ciudad sigue buscando a centenares de familias de represaliados.

El botón encaja “perfectamente con el periodo en el que estamos investigando”, resume el arqueólogo Jesús Román, del equipo de Aranzadi. Tras consultar con Ramón Guirao, experto “que ha elaborado estudios sobre botones de uniformes en la Historia de España”, la conclusión es que “podía ser de la Guardia Municipal, que tenía una botonadura específica. No lo descarta. Pero seguro tenía que ser un servidor público del Ayuntamiento que llevaba algún tipo de uniforme. Determinar cuál exactamente es bastante complicado”, explica.

La estrategia de ocultación de los crímenes

“Es un símbolo. El botón claramente pertenece a un funcionario de la época, estamos hablando de un depósito de 1936, y se asocia esta persona a tres esqueletos que aparecen bocabajo y tienen impacto de proyectil, varios en algún caso, y fracturas en diversas zonas”, describe Juan Manuel Guijo.

¿Pudiera servir para identificar a un represaliado? “No dejaremos de hacer una llamada a que se vean esos objetos por si hubiera algún testimonio que apuntara a alguna persona”, apunta el director de los trabajos en Pico Reja. Aunque, admite, “es una lotería entre tantas víctimas”.

Y, además, la actividad funeraria en la gran fosa ilegal deja clara la “intencionalidad” de ocultación de los crímenes. “Encima y alrededor de los grupos de víctimas aparece un mayor número de ataúdes y lo estamos interpretando como parte de la estrategia de ocultación”, asevera la arqueóloga Elena Vera. “En el grupo 18 por ejemplo se han sacado casi 30 ataúdes, no menos. En el sector oeste, el sondeo 2, había una superposición de 5 ataúdes encima”, enumera.

“Cuando hay menos ataúdes estamos encontrando más osarios y grupos alterados”, continúa. La estratigrafía marca la intención genocida, “aunque es algo que tenemos que seguir comprobando”, dice. “Tenemos una actividad funeraria enorme, adosada, superpuesta, que no es casual”, corrobora Guijo. “Estamos ante hechos no inocentes, sino ante una planificación detallada de lo que es la ocultación”, remacha.

Pico Reja “es una caja de sorpresas”

“Esto es una caja de sorpresas total. No sabemos lo que va a aparecer”, confiesa el director de la excavación. Aporta varios ejemplos: “Tenemos 800 y pico ataúdes y eso no se esperaba encontrarlo. Tampoco víctimas en ataúdes. La documentación habla de la construcción de las fosas del cementerio de Sevilla con una profundidad de cuatro metros y aquí hemos comprobado que, en el sector norte al menos, la fosa no pasa de los dos metros”.

O la propia cifra que ya suma Pico Reja: 2003 personas localizadas, 324 víctimas. Por ahora. No 1.103 como estaba previsto. Y, al final, quién manda es “lo que cuenta la tierra, la realidad”. El equipo de Aranzadi debe “tener la mente muy abierta, vamos a encontrarnos realidades inesperadas” que pueden ser positivas, “de aumento de los efectivos de víctimas, o lo contrario”, admite Guijo en conversación con elDiario.es Andalucía.

Una característica común entre las víctimas del franquismo del 36 en Pico Reja es que todas “están apareciendo bocabajo”. La posición anómala de los esqueletos “son el primer hecho violento” que cuenta la existencia de la fosa común, de una grave violación de los Derechos Humanos cometida por los golpistas de Francisco Franco.

También han aparecido cráneos perforados a balazos, balística asociada a los crímenes, huesos fracturados, un sujeto en ataúd con las manos atadas con grilletes… Es el patrón de la violencia extrema franquista. Una realidad por la que ya se han interesado la Universidad de Copenhage (Dinamarca), la Universidad de Bradford (Reino Unido), la Universidad Pompeu Fabra y la Universidad de Granada, que han alcanzado convenios con la Sociedad de Ciencias Aranzadi para colaborar con trabajos de campo en Pico Reja, con el conocimiento del Ayuntamiento de Sevilla.

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