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Los Remedios SA: el “desconocido” campo de concentración franquista del nuevo “feo barrio burgués” de Sevilla

Los Remedios es quizás el barrio de Sevilla con más banderas de España colgadas de los balcones. Una zona noble de la ciudad. Y que guarda una historia sepultada por años de desmemoria: su génesis enlazada a un campo de concentración en el corazón de un distrito donde penaron sometidos a trabajo esclavo más de 500 presos del franquismo. Una suerte de sucursal del “sistema esclavista”, Los Remedios SA.

La existencia de este “desconocido” centro de reclusión ha sido revelada por los historiadores José Luis Gutiérrez Molina e Irene Correa. Las instalaciones dependían del Ayuntamiento de Sevilla y funcionaron un par de años, desde 1937. Ramón de Carranza Gómez, alcalde golpista de la ciudad, fue impulsor del campo, según la investigación.

La mayoría de encarcelados “pertenecían al mundo marginal de la ciudad”. Pero “no faltaron los perseguidos por su militancia social y política y otros que, alejados de ambos mundos, recibieron como castigo un arresto gubernativo en ese campo”, afinan los autores de una pequeña publicación titulada 'El campo de concentración de regeneración por el trabajo de Los Remedios (Sevilla)', producida por el grupo de trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía de CGT.

Es la historia, ahora pública, de uno de los más de 20 campos de concentración o depósitos de presos que los golpistas de Francisco Franco levantaron en Sevilla y provincia. Una corona de espinas para atar el genocidio fundacional de la dictadura en Andalucía, la tierra más castigada del país por la violencia extrema rebelde. Y que tuvo continuidad en las empresas que usaron esclavos del franquismo, como contó elDiario.es Andalucía.

Las tareas de los esclavos

“El campo de Los Remedios se tuvo que abrir en tormo a mediados de 1937 con el nombre de Campo de Concentración de Guadaíra y dependió del Ayuntamiento hispalense”, afirman Irene Correa y José Luis Gutiérrez. “El campo de trabajo estaría, aproximadamente, en lo que hoy sería la calle Virgen de Fátima, que va desde Prosperidad a República Argentina”, simultaneando instalaciones “en el espacio conocido como Corral de las Moscas, nombre con el que se denomina en alguna ocasión por las autoridades golpistas” y con un primer emplazamiento “en el cauce antiguo del río Guadaíra”, continúan.

“Los internados se dedicaron a trabajar en obras cercanas”, sostienen los investigadores. Como levantar casas que marcan el inicio de la construcción de un distrito que, proyectado como ciudad jardín, terminó convertido en un “feo barrio burgués” con edificios de hasta 15 plantas, como refiere en sus trabajos el catedrático de la escuela de Arquitectura de Sevilla, Jorge Benavides. Y ahí participa una empresa con vínculo directo con Falange de Sevilla: Los Remedios SA.

Los edificios de las actuales calles Niebla, Miño, Turia y Arco... arrancan en 1938, en plena guerra civil, y finalizan en 1943. O “unas 324 viviendas, promovidas por el propio Queipo de Llano y que terminaron conociéndose como Los Remedios Viejo”, apuntan Correa y Gutiérrez Molina. La activación del campo en esta zona de futura expansión urbanística de la ciudad “se trató de una iniciativa de la propia alcaldía”, según la documentación consultada.

“Una idea que tenía proyección de futuro”, subrayan. Y cuyo “destino era no sólo desalojar de las calles a los mendigos reincidentes” o castigar a personas con conductas consideradas “no convenientes”, sino usar a los internados “en cuantas obras emprendiera el Ayuntamiento”. Desde “trabajos no especializados como movimientos de tierra, escombros”, a obreros “que podían ser cedidos a otras entidades locales y a particulares”.

El “estado actual” de la investigación, que esperan avanzar, apunta que los presos “fueron destinados a realizar trabajos que todavía no tenemos definidos por completo”. Aunque sí hay tareas ya certificadas: “Primero la desecación de charcos del cauce viejo del Guadaíra y a la plantación de árboles de defensa de los hoteles del Guadalquivir. Después, posiblemente, en las viviendas de Los Remedios Viejo o, incluso, en las obras realizadas en el Polvorín Militar de Nuevo Bazán”.

El franquismo activó el “sistema esclavista” desde el minuto uno. “El absoluto control militar de los detenidos en las primeras semanas del golpe, indica que la puesta en marcha de la explotación del adversario fue también un hecho controlado y consentido por la única autoridad competente del momento”, certifican los historiadores. De ahí que el campo de Los Remedios estuviera conectado con la red de campos de concentración que rodeó Sevilla.

Todos los nombres de los presos

Por el campo de concentración de Los Remedios pasaron “un número superior a los 500 internos, en este momento tenemos recogidos 530, de la más diversa procedencia”, explican Irene Correa y Gutiérrez Molina. Los investigadores aportan (en el folleto publicado) dos relaciones: una con los nombres y apellidos de los centenares de presos.

Como fuentes, aparecen los Archivos Históricos Municipal y Provincial de Sevilla y los aportes de historiadores como María Victoria Fernández Luceño, Antonio Jiménez y José María García Márquez, además de “diversas informaciones proporcionadas por correo electrónico”.

Y el segundo listado recuenta los más de 20 depósitos concentracionarios del franquismo en la provincia sevillana. En la capital también funcionó el conocido como El Colector. Otros dependían también del Consistorio hispalense, aunque fuera de su término, como los campos de Las Arenas en La Algaba o Cortijo Caballero en Guillena.

El uso de mano de obra esclava llegó al cortijo de Gambogaz, en Camas, todavía en poder de los descendientes del genocida Gonzalo Queipo de Llano. Y al caserío La Jarilla, en La Rinconada, donde estuvieron activos los campos de concentración de La Azucarera y de Casavacas.

Con la misma función había otro en Sanlúcar la Mayor. Y campos de trabajo en Casariche o Las Turquillas en Osuna y dependientes del Servicio de Colonias Penitenciarias Militarizadas, caso de Torre Águila en Utrera, El Arenoso en Los Palacios. Con un par en Dos Hermanas: Los Merinales y La Corchuela.

La “Regeneración por el Trabajo” impuesta por el fascismo español a los derrotados de la guerra civil llegó, con los depósitos de presos de El Puntal en Isla Mayor, El Pintado en Cazalla de la Sierra y en la estación de bombeo de Alcalá del Río y la de Alcolea en Villanueva del Río y Minas. Estos centros recibían otras denominaciones, como los batallones de trabajadores en Matallana, Lora del Río, o el del Ejército franquista en Oromana, en Alcalá de Guadaíra.