“En Tablada se terminará haciendo lo que los sevillanos quieran que sea Tablada”. Con esta declaración de intenciones, el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz (PP), no sólo ha vinculado a la ciudadanía el futuro de la gran dehesa (que aglutina los únicos espacios vírgenes que quedan en la capital), sino que también ha ralentizado los tiempos al enmarcar lo que se haga a la elaboración del nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) en el que se quiere embarcar el gobierno local. Eso sí, el regidor ha reiterado su deseo de que ese enorme espacio sea algo más que una zona verde, y ha insistido en que ahí caben usos residenciales, además de equipamientos culturales y deportivos.
Precisamente, unas declaraciones del propio Sanz en una entrevista, en las que abría la puerta a usos residenciales, fue lo que disparó las alarmas sobre todo de la Mesa Ciudadana por Tablada, que aglutina a 39 organizaciones y colectivos sociales y que lleva años luchando para que estos terrenos tengan un blindaje público y se transformen en un gran parque metropolitano. De hecho, el vigente PGOU, de 2006, clasifica estos terrenos como no urbanizables de especial protección y así lo han ratificado varios tribunales hasta llegar al Supremo.
No parece casualidad, por tanto, que el alcalde haya admitido que “en este momento lo que a mí me gustaría que fuera Tablada no se puede hacer”. Que la dehesa se convierta en un pulmón verde y a la vez se dé entrada a viviendas “en este momento es imposible”, ha reiterado, de ahí que haya transmitido que por ahora hay que esperar y que, por tanto, “no hay ningún proyecto” que esté analizando a día de hoy algún departamento del Ayuntamiento hispalense.
A vueltas con las 700 hectáreas
Sanz ha señalado que Tablada es un suelo “estratégico por ubicación y extensión”, una superficie que insiste en que tiene 700 hectáreas, una cifra por cierto que la Mesa por Tablada (y también PSOE y Podemos-IU) reducen a la mitad, unas 380 hectáreas. De hecho, calculan que a esas 700 hectáreas se podría llegar si se sumasen todos los terrenos agrícolas que hay alrededor, muchos de los cuales están ahora cultivándose. En aquella entrevista que sirvió para resucitar la cuestión de Tablada, el alcalde puso sobre la mesa la posibilidad de urbanizar 200 hectáreas para hacer viviendas y equipamientos públicos.
El debate de la extensión no es menor, ya que el Gobierno local se agarra a las 700 hectáreas para argumentar que hay que abrir la dehesa a otros usos porque en ese caso sería muy costoso de mantener. “A ver si nos vamos a pasar de pulmón verde”, llegó a afirmar el delegado de Urbanismo, Juan de la Rosa, cuando se planteó la cuestión en el pleno del pasado mes de julio, en el que llegó a extrapolar cifras: si Tablada es como siete veces el parque del Alamillo, el más grande de Sevilla y cuyo mantenimiento supone más de seis millones de euros anuales, conservar un recinto verde del tamaño de la dehesa costaría casi 49 millones al año.
El regidor se ha reafirmado en esta superficie, alegando que vendría a ser similar a la suma del casco antiguo de la ciudad y los barrios de Triana y Los Remedios, y ha recordado que Tablada es hoy “un terreno baldío”, situación por cierto provocada tras un intento de urbanizarla hace más de dos décadas que acabó con el blindaje que le dio el PGOU. Las diferentes sentencias posteriores han puesto el foco en que estos suelos son inundables, y a ello hay que sumar que el plan de ordenación metropolitano (de la Junta Andalucía, de rango superior a la legislación municipal) consagra que tiene que ser un parque metropolitano.
Compra, venta, expropiación...
Con toda esta batería de elementos en contra, los propietarios de los terrenos los han mantenido en barbecho todos estos años a la espera de un cambio en los acontecimientos que ahora parece atisbarse, justo cuando en el pasado mandato se abrieron a una posible venta al Ayuntamiento (que incluso llegó a barajar la expropiación) para intentar recuperar su inversión. El problema es que lo que se pagó en su momento fue con una perspectiva de negocio inmobiliario imposible hasta la fecha, por lo que en la práctica a día de hoy el precio tendría que ser como suelo rústico, muy alejado de las perspectivas de los promotores.
El cambio de rumbo se va a producir al hilo del nuevo PGOU que va a impulsar José Luis Sanz, para quien “hace falta uno nuevo” porque no se ajusta a las necesidades actuales –“tiene anquilosados algunos temas”– y además no se ha adaptado a la actual normativa andaluza, la Ley de Impulso para la Sostenibilidad del Territorio de Andalucía (Lista). La hora de la verdad llegará entonces cuando se abra el melón del PGOU, “en ese debate veremos qué hacemos con Tablada y en ese debate participarán todos los sevillanos”.
La cuestión de la dehesa ha vuelto al pleno sevillano como pregunta que ha planteado al alcalde el grupo municipal de Vox, cuya portavoz, Cristina Peláez, se ha declarado “perpleja” al conocer que Sanz tiene la intención de esperar, “es preocupante que no tenga ningún proyecto” para un espacio que “ofrece a Sevilla posibilidades inimaginables”. La cuestión, a su juicio, “quedará pendiente otra vez” con esta “patada para adelante” que considera que le ha dado el gobierno local. “En Tablada se terminará haciendo lo que los sevillanos quieran que sea Tablada”, ha replicado el alcalde, ahora habrá que ver cómo se articula esa participación.