Sevilla despide a María Jiménez “como se merece”: brindis, capilla ardiente con olor a incienso y paseo a caballo por Triana
El hijo de la cantante y actriz fallecida a los 73 años ha pedido que su adiós sea “una fiesta” de las que le gustan a ella, de ahí que su féretro recorra este viernes a caballo el barrio que siempre llevó por bandera
Se acabó. Dos palabras colmadas de coraje y vestidas de actualidad a raíz de la protesta de las jugadoras de la selección española de fútbol, pero que María Jiménez cantó antes que nadie. Es, de hecho, el título de la canción más recordado por los seguidores de esta artista sevillana que se han acercado hasta la capilla ardiente instalada desde las 13:00h en el salón apeadero del Ayuntamiento hispalense para darle el último adiós “como se merece”.
Era 1978 cuando esta “grande de España”, fallecida de madrugada en una clínica del barrio de Triana a los 73 años, lanzó una canción que ponía voz al hartazgo silente de muchas mujeres víctimas del maltrato y que se ha convertido ya en todo un himno feminista. Desde entonces, esta cantante y actriz adelantada a su tiempo puso su poderío y firme compromiso al servicio de la lucha contra la violencia de género, entre otras causas sociales que abanderó hasta el final de sus días, inaugurando incluso en noviembre de 2022 la fundación que lleva su nombre y sirve de apoyo a “colectivos desfavorecidos” como las víctimas de la violencia machista o la comunidad LGTBI.
Por eso, además de ganarse el reconocimiento de “artistaza” por su incuestionable talento encima de las tablas, su ciudad natal la recuerda como “una persona encantadora”, “cercana”, “humilde” y humana, que adoraba disfrutar de la vida, aunque la suya no hubiese sido nada fácil. Esos son algunos de los adjetivos empapados de cariño que ha podido recoger SevillaelDiario.es de boca de vecinos y vecinas, que han desfilado ante el féretro (cubierto con un mantón que perteneció a la madre de la artista) para transmitirle su incondicional admiración y respeto.
En el interior de la capilla ardiente, cargos públicos como el alcalde de la ciudad, José Luis Sanz, o el anterior regidor, Antonio Muñoz, acompañaban a los familiares, que han tratado de reconvertir este “día triste” —en palabras de Sanz— en una especie de “fiesta” de esas que tanto le gustan a María Jiménez (en presente, porque su hijo se niega a hablar de ella en pasado). Por eso, no ha faltado el aroma a incienso, ni las plumas de pavo real, símbolo de su rebeldía y personalidad arrolladora, en honor al icónico tocado que ella mismo diseñó y lució en el tema Con dos camas vacías, de su disco Donde más duele.
Copa en mano para brindar por ella
La fuerza que María Jiménez imprimió en cada una de sus letras, en cada uno de sus actos, ha servido de inspiración a diferentes generaciones que se han refugiado (y empoderado) en sus canciones. Prueba de ello es que se hayan acercado a despedirla tanto señoras como Rosario, que se declara fan de toda la vida (“es que tenía de tó”), como jóvenes de 25 años que la admiran por ser “pionera del feminismo” y defensora de la libertad, como reconoce Adrián.
Tanto es así que a las puertas del salón apeadero se pueden ver rostros afligidos como los de Ester y Loreto (dos chicas de 28 y 21 años respectivamente que se emocionan al conocer la noticia) o los de José y Rafaela, una pareja afincada en Cataluña que ha aprovechado sus vacaciones en la capital andaluza (ciudad natural de esta última) para despedir a la musa del destape. Según cuenta Rafaela a la salida de la capilla ardiente, coincidió con ella en los años 70, pues por entonces acudía a clases de baile con su hija, fallecida en 1986 en un trágico accidente.
A pesar de la tristeza que ha suscitado la pérdida de uno de los emblemas artísticos de la ciudad, en el ambiente se palpa la fortaleza que María Jiménez derrochaba a caudales. De hecho, quienes tuvieron la suerte de conocerla y compartir tiempo con ella, como Isabel, no pueden reprimir una sonrisa al recordar a esta artista de espíritu indomable. Cogiendo el testigo de su madre, Alejandro ha pedido que “todo el mundo brinde por ella esta noche” mientras escucha su música, y ha dicho con guasa que espera “esté conforme” con la despedida de tintes flamencos y festivos que le ha organizado su familia.
Último paseo por las calles de Triana
“Un paseo de caballo para que lo pase bien, una despedida flamenca para que sea una fiesta y no algo triste, incienso para que huela a Sevilla, que es lo que le gusta”, ha dicho Alejandro ante los medios. Por eso, cuando concluya el homenaje en la capilla ardiente (que estará abierta hasta las 22:00h de este jueves y volverá a abrir la mañana del viernes en horario de 8:00 a 10:00h), el féretro se desplazará hasta la parroquia de Santa Ana, en Triana. Lo hará en coche de caballos, recorriendo enclaves emblemáticos del barrio como la plaza del Altozano, cumpliendo así con el deseo que expresó en vida la sevillana.
Hasta entonces, el salón situado en el corazón de la ciudad, junto a la plaza San Francisco, seguirá acogiendo la visita de ciudadanos y personalidades del mundo de la cultura y la política que le han dedicado también palabras de cariño y reconocimiento a través de las redes sociales. Por su parte, el alcalde de la capital hispalense ha anunciado su disposición a que esta “trianera universal” que “marcó toda una época” cuente con una calle en su nombre para que sea homenajeada “como se merece”.
Legado inmortal más allá de la música
Ya en 2021 fue reconocida con la medalla de Sevilla, así como con la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes, otorgada por el Ministerio de Cultura, y también por la insignia de oro de Chiclana, donde vivía. Allí, en la localidad gaditana, disfrutó del verano junto a su familia, hasta que el martes se desplazó a la capital andaluza para asistir a una cita médica rutinaria, según ha explicado el presidente de la Fundación María Jiménez, Francisco Moreno, quien ha recordado que la artista padecía una enfermedad desde hacía años que se agravó de forma repentina los últimos días.
Tanto fue así que su hijo asegura que conservó sus ganas “hasta el último día”. E incluso se resistió a acudir a la cita, pero finalmente el martes quedó ingresada en la clínica dado su delicado estado de salud y falleció apenas 48 horas después, durante la madrugada de este 6 de septiembre. Ahora sí, “se acabó”, canta ahora la ciudad en su honor. Porque la vida (y lo malo) se acaba. Pero no así el arte, que es eterno, como el legado que deja María Jiménez en el mundo entero.
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