Las técnicas del microclima de la Expo en Sevilla resucitan para convertir una avenida en refugio contra el calor
Cuando el calor aprieta a determinadas horas del día, la vía pública se convierte en un espacio en el que estar el menor tiempo posible mientras nos desplazamos de un edificio a otro. El ciudadano pierde así la calle como espacio público durante buena parte del día, porque literalmente no hay quien aguante al sol. En este contexto se enmarca la resurrección en Sevilla de las técnicas que hicieron posible el microclima de la Expo 92 en el proyecto Cartuja Qnat, que aspira a convertir una de las avenidas de la isla en un refugio para huir del calor.
Si hablamos con propiedad, más que de una resurrección de estas técnicas que hicieron más respirable la muestra universal habría que hablar de su evolución, de su continuación natural, tal y como apuntan sus desarrolladores. Y el escenario es el mismo, la Cartuja, en concreto la avenida Thomas Alba Edison, que se convertirá en un laboratorio urbano en el que experimentar técnicas bioclimáticas para rebajar la temperatura.
De Irán a la Cartuja
Ya el propio nombre de la iniciativa da pistas de por dónde van los tiros, ya que qnat es una voz de origen árabe que nos remite a unas galerías subterráneas por las que circula el agua para alimentar campos de cultivo. La idea se les ocurrió hará unos 3.000 años en lo que hoy es Irán, y pronto se dieron cuenta de que el sistema también ayudaba a hacer más llevadero el calor.
Tras una fase de diseño que ha llevado su tiempo, ahora toca el momento de pasar de la teoría a la práctica. Así, este martes se anunciaba que las obras, licitadas por 3,5 millones de euros, empezarán en unas semanas con la idea de finiquitar el proyecto durante el verano de 2022, un año que coincide con el 30 aniversario de la Expo. Fondos europeos ponen el 80% de los recursos en una aventura en la que van de la mano el Ayuntamiento hispalense, el PCT Cartuja, la Universidad de Sevilla y el CSIC.
Anfiteatro bioclimático y zoco
La idea es recuperar este espacio y que el ciudadano lo use de verdad, que encuentre aquí un refugio con un microclima gracias que aporta el uso del agua a través de un qanat. A esto hay que añadirle un anfiteatro bioclimático, una estructura con capacidad para 200 personas que se usó como quiosco de espectáculos en la Expo. Por sus características y las técnicas que se usarán, los técnicos dicen que se creará aquí un “lago de aire” a baja temperatura.
La avenida contará también con un zoco construido bajo el nivel del suelo al igual que el anfiteatro, un espacio de nueva creación con forma rectangular de 750 metros cuadrados. El conjunto se remata con zonas ajardinadas y pérgolas vegetales también heredadas de la Exposición Universal, con especies que se adaptan a las nuevas condiciones de salobridad del agua procedente del Guadalquivir.
Consumo de energía nula y cero emisiones
Para que la bajada de temperaturas sea una realidad, la literatura oficial relata que se incorporan componentes y estrategias innovadoras como control solar variable, disipación nocturna hacia el cielo, disipación hacia el terreno con regeneración evaporativa nocturna, almacenamiento térmico en qanats o producción de electricidad solar. Todo esto, se subraya, contribuirá a que el resultado del proyecto constituya una experiencia pionera de instalación de consumo de energía nula y de cero emisiones en base anual
La idea es que la avenida Thomas Alba Edison se convierta en punto de encuentro de la comunidad universitaria y el sector empresarial, que son los dos grandes colectivos que conviven en la Cartuja. Lo que está ahora por definir es cómo se gestiona este nuevo espacio público, para lo que se abre un proceso participativo que aporte ideas al respecto.
Lo que se tiene claro es que su tarjeta de presentación es la de ser el primer laboratorio urbano centrado en la innovación, el cambio climático y la eficiencia energética. Por ello, albergará una incubadora de proyectos empresariales liderada por el PCT Cartuja en el que se priorizarán iniciativas relacionadas con la calidad del aire, la gestión del agua, la movilidad y las energías renovables. Y todo ello, en el que será uno de los espacios más frescos de Sevilla, en el que se darán la mano un sistema con tres milenios a sus espaldas y nuevos sistemas que son los hijos de aquel microclima de la Expo.
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