La política y sus consecuencias sobre nuestras vidas. Análisis de las decisiones del Gobierno y las respuestas de la oposición. Porque necesitamos saber para poder decidir. Escribe Salomé García
¿Nos toman por tontos?
Es una pregunta retórica. La respuesta es sí.
¿Cómo si no se explica que el presidente del PP pretenda clarificar una aparente trama de corrupción mediante una auditoría pagada por el presunto corrupto? ¿O que encargue a la actual tesorera certificar que ni ella ni sus precedesores hicieron trampas con las cuentas? ¿Cómo pretenden que creamos que serán ellos los que se señalen a sí mismos?
¿Cómo creen que puede colar una oferta de pacto anticorrupción al PSOE si el cacareado pacto antitransfuguismo ha probado de sobra la facilidad para saltárselo?
¿Esto es todo lo que han logrado inventar después del mantra de “no me consta” con el que pasaron palabra toda la semana pasada?
Nos toman por tontos. El escándalo Bárcenas es el escándalo Gürtel. La mayor trama de corrupción detectada en lo que llevamos de democracia. Y van unas cuantas. De todos los colores. Parece que la entidad de lo robado es directamente proporcional a las posibilidades de llevárselo que ofrece la posición o el cargo.
Esto no se arregla con una auditoría de encargo. Ni con una comisión de investigación, como propone el PSOE, en un Parlamento con mayoría absoluta del PP que puede dictar hoy mismo las conclusiones. Exculpatorias, claro.
La corrupción ha hecho metástasis. El tiempo sin atajar el problema corre en contra de la democracia. No podemos consentir que se agote esta legislatura de los recortes sin que se le meta el tajo a la financiación de los partidos, a los cientos de agitadores electorales contratados como asesores institucionales, a las duplicidades y los privilegios y, en definitiva, al entramado administrativo que ha permitido la extensión de la enfermedad.
Para este mal sólo hay una cura: transparencia, control ciudadano, exigencia. Democracia, vamos.
Es una pregunta retórica. La respuesta es sí.
¿Cómo si no se explica que el presidente del PP pretenda clarificar una aparente trama de corrupción mediante una auditoría pagada por el presunto corrupto? ¿O que encargue a la actual tesorera certificar que ni ella ni sus precedesores hicieron trampas con las cuentas? ¿Cómo pretenden que creamos que serán ellos los que se señalen a sí mismos?