El 82% de los subsidios a la producción agrícola de la Unión Europea se destina, de manera directa o indirecta, a apoyar a la industria ganadera que más emisiones de gases de efecto invernadero produce, según un estudio publicado este lunes en la revista Nature Food. El trabajo, liderado por Anniek Kortleve, de la Universidad de Leiden, se basa en datos de la Política Agrícola Común de la UE (PAC) entre 1986 a 2013, y muestra que la cantidad de dinero que se destina a la producción ganadera con altas emisiones es muy superior a lo que habían sugerido evaluaciones anteriores.
“Hemos descubierto que 21.000 millones de euros fluyen directamente a las explotaciones ganaderas y 18.000 millones de euros indirectamente a través de la ayuda a la alimentación animal, como la producción de cultivos forrajeros y forrajes”, explica la investigadora a elDiario.es. En su opinión, este apoyo desproporcionado favorece a los productos animales y establece un campo de juego desigual en el que los productos animales son más baratos de lo que serían en un mercado más justo. “Hace que las frutas, verduras y frutos secos parezcan relativamente más caros que la carne o los lácteos”, asegura. “La asignación actual de subsidios de la PAC está perpetuando el sistema existente y no ayuda a la transición del sistema hacia dietas más ricas en vegetales”.
El flujo de subsidios
Kortleve y su equipo han utilizado los registros de la base de datos de flujo físico de entrada y salida de biomasa agrícola y alimentaria (Fabio) de 1986 a 2013, que combinaron con los subsidios de la PAC de la UE utilizando la base de datos pública de la Red de Información Contable Agrícola (RICA). Utilizando estos conjuntos de datos, los autores rastrearon los flujos de subsidios a lo largo de las cadenas mundiales de suministro de alimentos en 2013 (el año más reciente para el que hay datos disponibles de Fabio), incluidos aquellos incorporados en productos vendidos en el país, importados por otros países de la UE o exportados a países no pertenecientes a la UE.
La asignación actual de subsidios de la PAC está perpetuando el sistema existente y no ayuda a la transición del sistema hacia dietas más ricas en vegetales
Los autores indican que en 2013 el 82% del presupuesto de la PAC para la producción de alimentos se destinó a la subvención de productos animales: el 38% directamente, mientras que el 44% se asignó a la producción de piensos. Una vez que se consideró la alimentación animal, se encontró que la intensidad de las subvenciones (euros por kg) para los alimentos de origen animal casi se duplicaba. Esos alimentos de origen animal están asociados con el 84% de los gases de efecto invernadero emitidos por la producción de alimentos de la UE, a pesar de suministrar sólo el 35% de las calorías y el 65% de las proteínas consumidas en la UE ese mismo año, señalan los autores.
José Mogollón, investigador de la Universidad de Leiden y coautor del estudio, comprende que la cifra del 82% dedicado a la producción animal puede resultar llamativa en países como España, donde existen tantas hectáreas dedicadas a la agricultura como los olivares. “En el Mediterráneo el contraste no es tan grande, pero en países como Alemania o Francia, muchos de los cultivos no son para el consumo humano, sino para el consumo animal”, explica.
En el Mediterráneo el contraste no es tan grande, pero en países como Alemania o Francia, muchos de los cultivos no son para el consumo humano, sino para el consumo animal
Lo que han hecho él y su equipo al contrastar los datos de la PAC con bases de datos como Fabio —detalla— es comprobar qué destino final de consumo tiene el dinero de las ayudas, y lo que sucede al añadir ese filtro es que aparece que muchos fondos que originariamente parecían dedicados a la agricultura en realidad iban destinados a alimentos para los animales. “Este tipo de bases de datos te permiten ver cuál es el impacto del consumidor, que es diferente a ver lo que produce cada finca, cuando no sabes hacia dónde van esos productos”, afirma. “Estamos consumiendo demasiado este tipo de productos animales de altas emisiones, y la PAC lo ha estado incentivando con este diseño”.
Un tercio de las emisiones globales
El sistema alimentario mundial es responsable de aproximadamente un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero, depende de la mitad de la tierra habitable del planeta y utiliza aproximadamente el 80% del consumo mundial de agua. Según los nuevos datos, y a pesar de que la PAC es clave para orientar la agricultura en una dirección más respetuosa con el medio ambiente, la UE estaría financiando mayoritariamente las dietas basadas en animales, que perjudican la mitigación del cambio climático.
Los autores del estudio sugieren que, si bien la política de la PAC no presenta los productos de origen animal como deseables, el apoyo brindado a la ganadería (incluso a través de alimentos para animales) presenta un desincentivo económico para la transición a una producción de alimentos más sostenible. Y concluyen que sus hallazgos podrían proporcionar una base para futuras investigaciones sobre el rediseño de la PAC para lograr resultados ambientales y de seguridad alimentaria.
¿Más dinero para la industria cárnica?
Mario Díaz Esteban, investigador en el departamento de Biogeografía y Cambio Global del MNCN-CSIC, cree que “los resultados son tan sólidos y claros como demoledores: más del 80 % de los fondos de la PAC, que proceden de los impuestos de los ciudadanos europeos, acaban financiando la industria cárnica, y no precisamente la basada en ganadería extensiva, de gran valor ambiental y social a través del mantenimiento de pastizales y paisajes agroganaderos tradicionales, sino en la intensiva, basada en macrogranjas industriales”.
“Era un hecho relativamente conocido que la agricultura europea no estaba basada en la producción ambiental y socialmente sostenible de alimentos saludables y accesibles para los ciudadanos europeos”, asegura Díaz Esteban en declaraciones a SMC España. “Esperemos que los resultados de este trabajo pongan el foco en el lugar correcto para dirigir los ingentes fondos de la PAC a sus objetivos declarados”.
Celsa Peiteado, portavoz de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural y Alimentación Sostenible en WWF, también resalta la necesidad de diferenciar entre modelos productivos. “En este caso, se observa cómo gran parte del presupuesto de la PAC se brinda a producciones ganaderas industriales, ya sea de manera directa o indirecta”, asegura. “Estas son más demandantes de recursos, incluidos piensos, y tienen un alto impacto sobre la naturaleza, como la contaminación de suelo y agua por purines o las elevadas emisiones de gases efecto invernadero. Mientras, la ganadería extensiva, que es la forma de producir leche y carne más respetuosa con el medio ambiente y el bienestar de los animales, con rebaños alimentados a base de pastos, queda casi al margen de la PAC, abocada al abandono”.
Algunos ‘peros’ a este enfoque
Uno de los puntos débiles de este estudio es que no desglosa datos entre el dinero que va destinado a ganadería intensiva y extensiva, cuando, sobre todo esta última, tiene otros beneficios sociales, económicos y medioambientales asociados. El trabajo incluye a toda la ganadería en la misma catagorñia de “intensiva en emisiones”, aunque sea un ganado de pastoreo o de dehesa, señalan fuentes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y “no tiene en cuenta externalidades positivas como la contribución a la seguridad alimentaria, apoyo a zonas con más dificultades, despobladas, etc”.
Tomás García Azcárate, vicedirector del Instituto de Economía, Geografía y Demografía (IEGD-CSIC) e investigador asociado del CEIGRAM, es más crítico con el estudio y considera que, con datos de hace 10 años, la conclusión no está justificada. “Desde entonces [2013], se han producido cambios en la PAC, algunos tan importantes como los ecorregímenes, que van destinados a promover practicas favorables al medio ambiente”, explica a SMC.
De hecho, el planteamiento de la PAC para el quinquenio 2023-2027 —que ahora está en discusión por las protestas de los agricultores y ganadores— está ligado a la exigencia de transformación por el cambio climático. “Utilizar un solo año, no solo antiguo sino uno solo —insiste García Azkárate—, impide ver la globalidad de la situación: a pesar de las ayudas que reciben, las ganaderías de vacuno de carne, de ovejas y corderos y de cabras, están retrocediendo. La única que está creciendo, y de manera más limitada que el porcino y las aves, es la ganadería vacuna de leche”, señala.
“Utilizar un solo año impide ver la globalidad de la situación: la única que se está creciendo, y de manera más limitada que el porcino y las aves, es la ganadería vacuna de leche
Kortleve se defiende de estas críticas argumentando que el sistema apenas ha cambiado desde hace una década. “Estos son precios de 2013, y aunque el presupuesto total de la PAC se ha reducido ligeramente con el tiempo (si se tiene en cuenta la inflación), las proporciones de los subsidios han cambiado muy poco desde entonces”, asegura. “Trabajamos con una versión de Fabio no publicada aún, y estamos analizando estos datos y hablando con sus autores y vemos que la tendencia no ha cambiado drásticamente”, añade José Mogollón. “Pensamos que seguiría siendo igualmente válido hoy en día, aunque tenemos que hacer los análisis completos”.
En cualquier caso, matiza el coautor del estudio, su artículo no está defendiendo que se erradique todo tipo de producción animal, sino que estas políticas contemplen la mejora de la producción sostenible. “Esperemos que la reforma de la PAC de 2023 ayude, sabemos que hay muchas protestas de los agricultores, pero hay que recordar que no son solo por las medidas ambientales, tienen que ver mucho con un descontento y otros muchos factores”.