Educación esconde tras una fórmula compleja y opaca los criterios con los que adjudica las becas
Un estudiante solicita una beca al Ministerio de Educación a principios de curso. Espera unos meses hasta que, si todo va bien, le conceden una parte sin decirle cuánto recibirá en total. Espera otro tanto y le dan otra cuantía provisional. Ya hacia el final del curso, recibe la resolución definitiva con el último pago. Sólo entonces se entera de cuál es la cantidad completa de su beca y, de una parte de ella, no le dicen de dónde viene la cifra. Si quiere comprobar que no es ni más ni menos de lo que le corresponde para poder reclamar si hay algo incorrecto, se tiene que enfrentar a una fórmula casi indescifrable (arriba).
Con el sistema que implantó el exministro Wert en 2013, las becas, universitarias y no universitarias, se dividen en dos partes: una fija y una variable. La fija incluye cantidades concretas en función de si se cumplen o no determinados requisitos: por ejemplo, a un universitario que vive en la Península, no supera el umbral más bajo de renta y estudia lejos de donde vive su familia le dan 3.000 euros. El estudiante puede saber de antemano cuánto debe recibir de la parte fija, según los requisitos que cumple.
Una vez que se han asignado todas las cantidades fijas, el Ministerio de Educación reparte el dinero que le sobra entre todos los becarios. Esa es la parte variable, que se reparte ponderando la nota y la renta de cada estudiante con la nota y la renta del resto de alumnos. Es decir, la cuantía que recibirá un estudiante no solo depende de sus resultados académicos y de su situación económica; también depende de los de todos los estudiantes que han recibido beca en el país y del dinero que le quede disponible al Ministerio. ¿Cómo puede el Gobierno tener en cuenta todos esos factores a la vez? Aplicando la fórmula matemática.
Carrera de obstáculos si quieres reclamar tu beca
Si el estudiante o su familia quieren comprobar que la cantidad que le han concedido es la que le corresponde, para poder reclamar si es una cifra arbitraria o errónea, debe resolver la ecuación. Es una fórmula compleja, que incluye operaciones difíciles de resolver para alguien que no trabaje con las matemáticas de forma habitual. “Creo que a la gente, solo al ver el símbolo del sumatorio (Σ), la fórmula le echa para atrás”, opina un catedrático de Enseñanza Secundaria en Matemáticas. “Después, cuando te dicen lo del decil...”, añade, en referencia a que uno de los términos de la ecuación es la “nota media obtenida por el mejor decil de becarios”, es decir, la nota que tienen el 10% de estudiantes con mejores resultados académicos.
Según el análisis de este catedrático, solo los estudiantes con amplia formación en matemáticas o estadística podrían aplicar la fórmula con cierta seguridad. Este sistema de becas no solo se aplica a universitarios, también rige para estudiantes de otras enseñanzas como Bachillerato y Formación Profesional. “Un alumno que solo ha superado la ESO es muy difícil que pueda aplicarla”, considera el matemático.
Independientemente de que el estudiante o sus familiares estén o no capacitados para entender la fórmula, solo pueden aplicarla si tienen todas las cifras que la componen. Cuando el Ministerio le notifica la beca variable que le han concedido, solo le dice la cifra final; no le da ninguno de los datos a partir de los cuales la ha calculado.
Los datos, publicados tarde y escondidos
Más difícil aún es conocer los datos que se refieren al conjunto de los becarios, como la nota o la renta de todos ellos, sin los cuales tampoco se puede resolver la ecuación. Para la convocatoria del curso 2014/2015, hay un documento en la web del Ministerio que los detalla, pero se ha hecho público mucho después de que se resolvieran las becas.
La resolución apareció en el BOE el 14 de mayo y fuentes oficiales del Ministerio han asegurado a eldiario.es que el documento con los datos para comprobarla se publicó la “última semana de junio”. En ese momento ya había acabado el plazo para reclamar la beca, por lo que ya era tarde para que el estudiante pudiera comprobar si le habían dado lo que le corresponde.
Además, la información técnica del archivo PDF dice que en realidad fue creado el 3 de septiembre. Google también indica que el documento se indexó en esa fecha. ¿Cómo puede ser que se publicara en junio un documento que no existió hasta casi tres meses después? El Ministerio no ha respondido a esta pregunta.
Más allá de ese PDF, el departamento que dirige Íñigo Méndez de Vigo argumenta que “desde la fecha de adjudicación definitiva de la cuantía variable” hay en su web una calculadora que, al introducir los datos de renta y nota del estudiante, devuelve la cuantía que le correspondería especificando los datos de los que se obtiene. Aunque es cierto que esa calculadora existe, está escondida bajo el epígrafe Simulador para la estimación de la cuantía variable.
El apartado incluye un aviso de que se trata de una estimación orientativa, por lo que es difícil que alguien pueda esperar encontrar ahí los datos definitivos que necesita para comprobar que su beca es correcta. Varios estudiantes aseguran que no tenían constancia de que esa información estuviera publicada, a pesar de que algunos de ellos la buscaron. Tampoco se sabe si es cierto que la calculadora empezó a aportar los datos definitivos en el momento de adjudicación de las becas o lo hizo meses más tarde, cuando se publicó el documento PDF.
“Se daña la igualdad de oportunidades en la educación”
El sistema de becas es el principal instrumento del Estado para conseguir que cualquier persona pueda acceder a la educación independientemente de los recursos económicos que tenga su familia. La presidenta de la organización de estudiantes CANAE, María Rodríguez, lamenta que “no hay transparencia” si el estudiante no es capaz de comprobar que la cantidad que le dan es la que le corresponde y recuerda que de esto “depende que muchos estudiantes puedan verdaderamente estudiar, que es el sentido último de las becas”.
“La consecuencia última es que se daña el sistema de igualdad de oportunidades en la educación”, insiste la representante estudiantil. Pide que, cuando se adjudiquen las becas, se comuniquen al estudiante todos los datos que se están teniendo en cuenta y que “los mecanismos para poder reclamar si los datos no son correctos estén más accesibles”.
El sistema de becas no ha tenido siempre estos problemas. El exministro José Ignacio Wert lo modificó en 2013 para implantar el modelo de parte fija y parte variable con su respectiva fórmula. Hasta entonces, se establecían una serie de componentes –residencia, desplazamiento, beca salario...– con cantidades fijas que se concedían en función de si se cumplían o no los requisitos de cada uno. Por lo tanto, tras la resolución, era fácil comprobar si la beca era la correcta: el estudiante solo tenía que mirar si le habían incluido todos los componentes a los que tenía derecho según los requisitos que cumplía.
Para Alba Gutiérrez, de la organización Access Info Europe, la opacidad del nuevo sistema “es un claro ejemplo de la escasa cultura de transparencia que hay en nuestras instituciones”. Explica que este tipo de problemas relacionados con el “tiempo y forma” en que se publica la información “dificultan, y en algunos casos imposibilitan, el seguimiento y fiscalización por parte de los ciudadanos”. “La cuestión de las becas es un caso obvio de interés público en el que deberíamos poder tener acceso a la información desagregada, completa y a tiempo”, reflexiona.