Abrir casas de apuestas cerca de los colegios reduce el rendimiento escolar. Y lo hace especialmente en los barrios más desfavorecidos, aumentando así las desigualdades educativas, según un estudio elaborado por Mar Cañizares Espadafor y Sergi Martínez, investigadores predoctorales del European University Institute de Florencia, Italia, con datos de Madrid.
Los autores han estudiado el efecto que tiene sobre los institutos la apertura de casas de apuestas a menos de 500 metros –la considerada distancia mínima a la que deben estar estos locales de los centros educativos–, para lo que han evaluado cómo se desempeñaban en la EvAU (la Selectividad, recibe diferentes nombres en las comunidades) antes de que se abriera el local de apuestas, nada más abrir y el año posterior. El estudio separa los efectos en función de cómo afectan a los barrios más favorecidos y a los menos, y también distingue entre la escuela pública y la concertada. Y los resultados son claros, explican los autores, que han publicado su estudio el día anterior a la celebración del Día Sin Juegos de Azar, el pasado viernes.
La evidencia dice que con carácter general los estudiantes reducen su rendimiento en la Selectividad de media un cuarto de punto (0,25 sobre una escala de 0 a 10) cuando abre una casa de apuestas a menos de medio kilómetro de su instituto. El descenso en la nota es mayor cuando se segrega por el tipo de barrio en el que está el centro público: en los que están por debajo de la media en ingresos (los barrios más humildes) los estudiantes sacaron medio punto menos de nota media; en los que están por encima los resultados no se vieron afectados. Hay una relación parecida en el efecto entre colegios públicos y privados-concertados: los estudiantes de los institutos estatales pierden medio punto de nota; los de iniciativa privada no se ven afectados.
“La exposición a este tipo de nuevos modelos de consumo afecta más a estos colectivos más vulnerables, que no son capaces de crear una red para sostener a los jóvenes que se ven expuestos a ellos”, explica Martínez. Lo elabora su compañera Cañizares: “Cualquier efecto negativo (un problema de salud, la exposición al juego, el que sea) va a ser menos grave para las personas con más recursos económicos. Una de las diferencias entre colegios públicos y concertados es cómo estructuran su tiempo, y eso aplica también a las familias según renta. La gente de los concertados suele tener su tiempo estructurado hacia el éxito académico: entran, comen allí, tienen extraescolares...”. Y este fenómeno puede darse en los públicos, pero no es lo habitual, añade.
Los datos de este estudio confrontan directamente con los argumentos mantenidos por el sector hasta ahora, que insistía en que no existía “evidencia científica” que ligase casas de apuestas con caídas del rendimiento escolar. “La evidencia muestra que la distancia de locales respecto a centros educativos y otros lugares considerados sensibles, así como la distancia entre locales, no es un factor relevante en la protección del acceso de menores, como sí lo es un exhaustivo control de accesos”, señalaba la empresa Codere en el informe integrado de 2020 que remitió a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
En España se reconoce oficialmente que existen 670.000 ludópatas o personas susceptibles de tratamiento por uso abusivo del juego en España, según datos del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones. Respecto a los adolescentes, un 30% ha jugado alguna vez en los últimos 12 meses –un 37,2% de manera presencial, según la encuesta EDADES del ministerio de Sanidad– y un 5% de los adolescentes están manifestando algún problema con esta cuestión, según cálculos de la Dirección General de la Ordenación del Juego.
El problema que afrontan los menores con las apuestas es que “son muy impresionables con las ganancias y les genera sensación de control”, explica la psicóloga experta en adicciones conductuales Bayta Díaz Rodríguez. “Como tienen un nivel de ingresos muy bajo en general, poder ganar dinero les resulta atractivo. Y tiene un efecto contagio: imagina el efecto de uno que llega a sus amigos y les dice que con un euro ha ganado 60”.
Pero la posible fase inicial de ganancias suele dar paso a otra de pérdidas, continúa la experta, y “se empiezan a aislar, a estar irascibles, saltar por cualquier cosa... Que se acaba traduciendo en falta de interés en los estudios, absentismo escolar y finalmente abandono. Son situaciones de riesgo comparables con las del consumo de alcohol: pueden generar problemas sin llegar al alcoholismo”, explica.
Se acumula en el tiempo
La polémica con las casas de apuestas –en general y en relación a los centros educativos– tiene ya un cierto recorrido en España. Las comunidades autónomas, competentes en lo relativo al juego presencial, han ido regulando según han considerado oportuno, y las diferencias entre ellas son notables. En Cantabria la distancia mínima entre locales de apuestas y centros educativos se fijó en 500 metros; en la Comunitat Valenciana se situó en al menos 850 metros con una normativa aprobada en junio que establece una suspensión de nuevas autorizaciones de juego por cinco años; Asturias, Castilla y León y Madrid la han fijado en 100 metros, aunque al menos Madrid con una moratoria de diez años para que los locales que incumplen se adapten; Galicia la dejó en 150; La Rioja en 200 y Extremadura en 300. Andalucía ha sido de las últimas, el pasado mes de mayo, con 150 metros. En Murcia, donde se ha elevado la distancia hasta los 500 metros, un 10% de los adolescentes está atrapado en las apuestas, según una encuesta del proyecto Adictlescentes.
Parte del problema con estos salones, recogen algunos estudios y comparten los autores del informe, es que apenas se controla la entrada de menores, que está prohibida. La Unión de Consumidores de Extremadura, que en 2019 hizo un estudio en el que acompañó a un joven de 17 años a varios establecimientos. El resultado fue que sí pudo jugar en el 25% de casas de juego, gracias a que le acompañaba un mayor de edad.
La relación entre la distancia a una casa de apuestas y un aumento de los problemas con el juego está estudiada. Una revisión sistemática de estudios revela que quienes viven a menos de 700 metros de un salón de juego tienen entre un 60% y un 84% más de posibilidades de ser jugadores de riesgo que quien tiene que desplazarse más de tres kilómetros. Otro, realizado en Canadá, establece la relación entre proximidad (a un casino, en este caso) y una mayor adicción al juego. Hay muchos ejemplos.
También, como explicaban Cañizares Espadafor y Martínez, de la vinculación entre clase social y apuestas. Este informe realizado entre adolescentes de toda Italia cifraba en un 11% los casos de problemas con las apuestas en el sur, más pobre y deprimido, mientras que en el rico norte no pasaba del 2%. Y las casas de apuestas lo saben: un estudio de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinales de Madrid recogía que entre 2014 y 2017 el incremento más grande del número de casas de apuestas en la capital se dio en Puente de Vallecas (un 73%), Usera (69%), Villaverde (69%), los tres distritos con menos rentas de la ciudad.
El informe de los dos investigadores españoles viene a poner la guinda a esta evidencia. Al ya conocido incremento del riesgo de que los adolescentes se vuelvan adictos al juego, al estudiado efecto especialmente pernicioso sobre los más vulnerables se une ahora una caída en el rendimiento escolar que afectan a los que juegan, aunque solo una minoría acabe desarrollando una adicción. El estudio señala, además, que el efecto se va acumulando en el tiempo. La nota va cayendo un poco más según pasan los cursos después de que se abriera la casa de apuestas. Un cuarto de punto menos –de media– en la Selectividad el primer curso y entre medio punto y tres cuartos el segundo, siempre hablando de institutos públicos en barrios desfavorecidos.
El estudio también ha evaluado si existe alguna relación entre la distancia a una casa de apuestas y los centros educativos, y la conclusión es que sí. “Es menos robusta que la otra, pero sigue existiendo”, expone Martínez. El estudio sostiene que “reducir la distancia a la casa de apuestas más cercana entre 400 y 500 metros conlleva un descenso de cinco décimas en la nota media de la EvAU en centros de educación secundaria situados en barrios más desfavorecidos. En barrios más acomodados, la proximidad a casas de apuestas apenas tiene efectos”. “La relación negativa entre la exposición a las casas de apuestas y el rendimiento académico se atribuye principalmente a los grupos más vulnerables: institutos públicos en zonas más pobres”, continúan los autores, que demuestran su afirmación por la vía contraria: el efecto de alejar las casas de apuestas de los centros solo tiene un efecto positivo para estos institutos públicos en zonas humildes: sus notas mejoran hasta medio punto en Selectividad, cuando en el resto de supuestos (concertados o asentados en barrios acomodados) no tiene efecto.
Por último, los autores han evaluado la posibilidad de que el factor que ha conllevado una reducción de notas no sea tanto la casa de apuestas en sí misma como el hecho de introducir un elemento de ocio cualquiera cerca del centro educativo. Para ello, han analizado el efecto que abrir cafeterías de Starbucks ha tenido en los institutos cercanos a ellas. El resultado ha sido que ninguno. “Las casas de apuestas son particularmente dañinas, especialmente para la población más vulnerable”, sostienen. Y concluyen: aunque el estudio se ha realizado en base a institutos de Madrid, “creemos que estos resultados se mantendrían en toda España, especialmente en grandes ciudades y capitales de provincia”.