María Morán, periodista de GolTV, despertó hace diez días con cientos de notificaciones en Twitter. La mayoría eran agresivos comentarios a raíz de una pregunta que le formuló al entrenador del Real Madrid, Carlo Ancelotti, acerca de uno de los jugadores más destacados del equipo merengue: “¿Usted cree que le viene bien una tarjeta roja a Vinicius como aprendizaje por esas continuas protestas a los árbitros?”. “No, no creo que lo necesite. Con todas las amarillas que ha recibido es suficiente”, contestó sonriente Ancelotti. Esta pregunta, formulada educadamente en un contexto de una rueda de prensa, desató toda una oleada de ataques en las redes sociales.
Las faltas de respeto y comentarios sobre la intimidad de Morán no tardaron en llegar. Muchos de ellos tornaban en amenazas: “Te vendría bien darte mandanga de la buena”, “Debería sufrir una penetración forzada para no vestir como una puta” o “La bebé es una hija bastarda de un futbolista”, son algunos ejemplos de los feroces mensajes que ha recibido. La periodista ha interpuesto una denuncia en la Policía Nacional contra los usuarios que publicaron tuits insultantes que aludían a su hija de dos años, a su cuerpo o a sus relaciones personales. Por esta actuación, algunos de los ofensivos tuits han sido eliminados por sus autores y solo quedan las capturas que hizo la periodista.
“Aplaudo la decisión de María”, dice la histórica periodista deportiva de RTVE Paloma del Río en una conversación con elDiario.es. Más personalidades del sector, como Emilio Contreras, Lara Gandarillas o Irene Junquera, han salido en defensa de la reportera y han reclamado el cese de esta violencia continua hacia las profesionales del sector. “Lo que le ha pasado a María es un claro ejemplo de que las mujeres molestamos y que no podemos hacer una pregunta inteligente”, explica Laia Bonals, periodista de El Periódico.
El horror que ha atravesado Morán es una experiencia compartida por sus compañeras de profesión, independientemente del medio, la edad, el deporte o la localización. “He llegado a recibir amenazas de muerte”, asegura Del Río.
La redactora de deportes de La Vanguardia, Anaïs Martí, relata a elDiario.es que si hay algunas situaciones extremas que ella no ha vivido, es porque hay cosas que no ha hecho con la normalidad que se hacen en otras profesiones. Martí hace referencia a la dificultad para una periodista deportiva a la hora de dar libremente su opinión en redes sociales: “Nunca es un debate sano, la mayoría de insultos van por el plano sexual”.
No es la primera vez que estallan de indignación. El pasado año, un grupo de 15 periodistas deportivas de diferentes medios alzó la voz para denunciar, a través del periódico Sport, todas las situaciones de faltas de respeto, vejaciones, hipersexualización y machismo que sufren en el desempeño de su profesión.
María Tikas, la impulsora del ‘basta’ al machismo en el periodismo deportivo, vivió de primera mano un episodio similar al de Morán. Por mostrar su valoración de las habilidades deportivas de un jugador, recibió numerosos comentarios en redes sociales, insinuando una relación personal con el deportista o tratos de favor, además de insultos y menosprecios subidos de tono. Tikas explica a elDiario.es que publicó esta queja colectiva porque el hate que había recibido no lo habían pasado otros compañeros de profesión que habían publicado lo mismo. “Cuando te limitas a hablar de fútbol femenino, encuentras un ambiente más respetuoso, pero cuando das una opinión sobre fútbol masculino es cuando te machacan: interpretan que te estás metiendo en su territorio”, añade. Anaïs Martí también reconoce la diferencia: “Se nota que su público es más abierto de mente; en el fútbol masculino queda mucho por avanzar”.
Cuestión de género
“Todos los periodistas hemos pensado en quitarnos Twitter alguna vez, pero hay ciertas líneas que entre hombres no se cruzan porque se autolimitan”, dice Bonals. El deporte lleva frecuentemente a los periodistas que cubren las competiciones a vivir difíciles situaciones de confrontación con los aficionados. Sin embargo, las mujeres tienen que soportar no solo faltas de respeto a su profesionalidad, sino también que se las juzgue por cómo van vestidas, por su cuerpo, sus relaciones personales o se hagan suposiciones sobre tratos de favor. Paloma del Río explica que, cuando la persona que está trabajando en un evento deportivo es una mujer, hay límites que se sobrepasan y suceden a menudo situaciones de acoso que no sufren sus compañeros hombres.
El acoso verbal de las redes sociales se traslada, en numerosas ocasiones, a situaciones de violencia física e intimidación en la vida real. En el mundial de fútbol de Rusia en 2018 fueron cuatro periodistas las que denunciaron haber sido acosadas por aficionados mientras ellas cubrían los partidos. María Gámez, enviada especial a Moscú de Mediaset, recibió un beso sin consentimiento por un espontáneo mientras trataba de realizar la previa del partido frente a la cámara. Como ella, son muchas las mujeres periodistas que sufren este tipo de agresiones en el intento de realizar su trabajo con normalidad. En el caso de Jessica Dias, periodista del canal deportivo ESPN, el beso no consentido fue solo la punta del iceberg. El agresor fue detenido en Río de Janeiro (Brasil) por perseguir a la reportera antes de la retransmisión en directo, sometiéndola a un hostigamiento continuo, insultándola y llegando a traspasar su espacio personal. Gracias a la grabación del beso y los testimonios del resto del equipo, se pudo proceder a la identificación del aficionado, Marcelo Benevides Silva, y, posteriormente, a su detención por acoso sexual.
Paloma del Río hace hincapié en el peligro que supone el anonimato de los usuarios en Internet. “Se debe denunciar y que la policía se encargue de identificarlos”, explica. La experimentada narradora de RTVE añade que “sigue molestando que el fútbol lo cubran mujeres que tienen la misma vocación que sus compañeros”, y que “visibilizar todo este tipo de experiencias saca a la luz lo que pasamos las mujeres cubriendo ciertos deportes; la sociedad tiene que afear este tipo de comportamientos”.
Demostrar constantemente
La presencia de mujeres en las redacciones de deportes es cada vez mayor. María Tikas recuerda la alegría que sintió cuando encontró en algunas clases de periodismo deportivo a más mujeres que hombres. Sin embargo, la igualdad de género les parece a todas ellas algo aún lejano. “El público se va acostumbrando a que estemos, pero queda mucho por avanzar”, añade Martí.
Los deportes mayoritarios, cuyo público más enraizado continúa sin ser femenino, como por ejemplo el fútbol de primera división masculino, son un campo de juego en el que cuesta que se vean más profesionales mujeres. Cuando una periodista consigue llegar a cubrir eventos de tal calado, se somete a un escrutinio público y continuado en el tiempo, recibiendo reiterados comentarios cuestionando su valía. Según Laia Bonals, las mujeres del periodismo deportivo muchas veces no tienen permitido equivocarse. “Si se equivocan ellos, se reirán y ya está, pero si te equivocas tú, se van a regocijar porque no sabes”, continúa Martí.
En relación con ese derecho a cometer errores, la veterana Paloma del Río añade: “Puedes opinar que la pregunta de María Morán se podría haber planteado de otra manera, pero son inadmisibles las faltas de respeto que ha recibido; muchas rozan el delito”.
María Tikas, redactora de fútbol femenino, reivindica su especialización como un deseo personal. “No lo cambiaría, pero es verdad que si no hubiese comenzado a hacer fútbol femenino, probablemente no hubiese conseguido llegar hasta donde he llegado”, afirma. “Como es femenino parece que estás capacitada para hablar de él, pero no tiene por qué ser así”, relata Anaïs Martí. Todas coinciden en que el acceso al periodismo de deportes con una gran audiencia masculina no debería verse limitado por ser una mujer ni por cuestiones que nada tienen que ver con las habilidades profesionales de la comunicadora.
Nuevas generaciones
“Cada vez veo más becarias”, dice María Tikas. A pesar de que la prensa deportiva es la prensa especializada más leída en España, el número de mujeres que se dedican a ella todavía no refleja la abundancia de licenciadas en periodismo. “Lo que tenemos que hacer es molestar, aunque haya gente que no quiera que estemos ahí”, asegura Laia Bonals en una declaración de intenciones que parece común a las nuevas generaciones que llegan a las redacciones de deportes.
Estas denuncias de las constantes situaciones de acoso que viven las periodistas deportivas son, para Paloma del Río, el reflejo del avance. Mónica Marchante, Danae Boronat, Susana Guasch, Isabel Forner, Helena Condis, Ainhoa Pérez, Sandra Díaz Arcas: son innumerables las mujeres que visibilizan día a día el trabajo femenino en la cobertura mediática del deporte.
Tal y como resume Anaïs Martí, “el día que la mujer pueda dejar de demostrar todo el rato que sabe hacer su trabajo se habrá avanzado un poquito, el día que dejemos de ser cuotas se habrá avanzado un poco más y el día que todo el mundo pueda hablar de deporte masculino y femenino por igual, se habrá completado el ciclo”.