Tras escuchar al principal procesado, Dominique Pelicot, y oír el testimonio de la víctima, su ya exesposa, Giséle, el Tribunal Penal de Aviñón ha comenzado a escuchar al resto de acusados en el juicio por múltiples violaciones a la mujer mientras estaba, presuntamente, bajo los efectos de algún narcótico que se sigue en Francia. De los 50 implicados que se sientan en el banquillo, 35 se declaran inocentes de los cargos que pesan contra ellos, 14 los aceptan y uno se encuentra en paradero desconocido.
Parece que ha surgido una línea común de defensa: echarle toda la responsabilidad a Dominique Pelicot. Ellos son, aducen, víctimas del acusado. Su testimonio afirma que él les hizo creer que participaban en un juego sexual de pareja. Que todo ha sido una manipulación presuntamente urdida desde los primeros contactos en la web donde conocieron a Pelicot –hoy cerrada–.
Si las imágenes que Pelicot guardaba en su disco duro, en las que documentaba los abusos infligidos a su entonces esposa, hacen imposible para los acusados negar los hechos, los que defienden su inocencia esperan convencer a los magistrados con explicaciones que se centran en la falta de premeditación y de voluntad. Estos días se han escuchado frases como “fue manipulado”, “me engañaron”, “fui demasiado confiado” y –en el caso del acusado Husamettin D–: “Yo soy una víctima”.
Todos afirman ignorar que la esposa había sido drogada antes de entrar en el domicilio familiart. “Para mí ella fingía dormir”, explicó Husamettin D. Sin embargo, el único vídeo difundido en audiencia pública parece desmentir cualquier tipo de confusión sobre el estado de Gisèle Pelicot, la víctima parece estar más en coma que dormida. “La inconsciencia parece más evidente en las imágenes que en la realidad”, intentó explicar a los magistrados el mismo acusado.
En las próximas semanas el tribunal volverá a debatir si nuevos vídeos serán difundidos y, en su caso, si se hará en presencia de la prensa como pide la defensa.
El tema del consentimiento
Varios de los acusados evocan una “violación involuntaria” o una “violación inconsciente”. En el contexto de un proceso judicial que ha reactivado el debate sobre la necesidad de inscribir la idea del consentimiento en la definición jurídica de violación, uno de los acusados afirmó que “en ese momento yo no sabía lo que era el consentimiento”. Otro señaló que “sabía que ella estaba inconsciente pero no que no había consentido”.
Por otro lado, esa decena de acusados que ya han testificado en los últimos días también ha evocado sus propios problemas personales, como circunstancias atenuantes que les habrían impulsado a acudir a Mazan. Divorcios, pérdida de un hijo, alcohol, drogas, infidelidades, sexualidad descontrolada...
También han testificado en este sentido varias de las parejas de tres de los acusados, a los que han definido como “buena persona”, “muy empático” y “amable”, respectivamente. Todas ellas señalan a Dominique Pelicot –ausente ese día por motivos médicos– como principal responsable de los hechos.
“Me hubiera gustado que estuviese aquí y que escuchase que no solo ha destruido su familia sino muchas otras vidas”, afirmó Samira, pareja de Jerome V., que fue en seis ocasiones al domicilio de los Pelicot. “Teníamos una sexualidad normal, para mí no había ninguna razón de buscar nada fuera”, repitió varias veces durante su declaración.
Alexandra, prometida de Simone M., afirmó que su pareja le confesó haber ido una vez, “solo a mirar” y haberse ido casi inmediatamente. Una declaración que sorprendió a magistrados y a los abogados de la acusación, que intentaron explicar que los vídeos prueban otra cosa, versión que Alexandra no quiso aceptar. “Les repito que Simone me ha dicho la verdad”.
Varios juristas y periodistas judiciales observan estos días que en la mayoría de juicios de violación se oponen en la audiencia las versiones de la víctima y del acusado o acusados. Pero en el caso que se juzga en Aviñón la palabra del resto de acusados se enfrenta con la del acusado principal. Desde su primera declaración, Dominique Pelicot, se ha convertido en el principal acusador de los hombres a los que abrió la puerta de su casa para que abusaran de su mujer. “Soy un violador, como todos los que están en esta sala”, declaró la semana pasada. “Todos lo sabían, no pueden decir lo contrario”. Una versión que repite después del testimonio de cada acusado, contradiciendo la línea de defensa.
Polémicas con los abogados
Algunos acusados han pedido disculpas a Gisèle Pelicot, presente cada día en el tribunal, al que llega entre los aplausos y las ovaciones de personas que acuden, también a diario, a presenciar el juicio en la sala anexa habilitada en el Palacio de Justicia de Aviñón. Los responsables del recinto tienen problemas para adaptarse a un proceso que sobrepasa el ámbito judicial. En las primeras jornadas, hubo enfrentamientos verbales entre algunos acusados y las militantes feministas, en los que en algunos casos tuvo que intervenir la policía.
La publicidad que recibe el caso también ha hecho que algunos de los abogados de la defensa se encuentren en el centro de muchas críticas. Entre ellos Guillaume De Palma, que trató de explicar a un policía que no todas las violaciones tienen la misma gravedad. “Hay violación y violación”, minimizó durante un interrogatorio, entre las protestas de fiscales y defensa.
Por otro lado, su colega Nadia El Bouroumi también se ha convertido en blanco de las organizaciones feministas, por su agresividad en el interrogatorio a Gisèle Pelicot y por los vídeos que sube a las redes sociales, en los que comenta el caso y en los que ha puesto en tela de juicio la versión de la víctima. Después ha grabado otros vídeos respondiendo a las críticas, incluyendo uno particularmente controvertido, con fondo musical de Wake Me Up Before You Go-Go de Wham.