La alerta se ha desatado a primera hora de este martes en los grupos de Whatsapp de madres y padres. Una comunicación interna de la Asociación Española de Pediatría (AEP) llamaba la atención a los médicos sobre un cuadro clínico inusual y grave identificado en las últimas dos semanas en algunos niños y adolescentes con posible relación con el coronavirus. En Reino Unido o Italia ya habían llamado la atención sobre casos similares. El revuelo no ha dejado de crecer, pero los expertos llaman a la calma y aluden a que se trata de algo “extremadamente infrecuente” y con muy pocos casos en nuestro país. Estas son algunas de las claves de lo que sabemos hasta ahora:
¿De dónde viene la alarma?
Según la AEP, en las últimas semanas se ha detectado un “acumulo” de casos de shock pediátrico con síntomas compatibles con la enfermedad de Kawasaki o un síndrome shock tóxico. Se trata de un cuadro clínico “inusual” de inflamación multisistémica que se ha observado tanto en menores que han dado positivo en coronavirus como en menores que no. En algunos de estos últimos sí se han detectado anticuerpos para COVID-19. La asociación recomendaba en su información interna a los pediatras “tener un alto índice de sospecha” y “reconocer estos cuadros” para derivar de forma urgente al hospital.
Ya había dado la voz de alarma el Servicio Nacional de Salud de Inglaterra, que informaba a los médicos británicos en una circular de “una creciente preocupación” acerca de que “esté surgiendo un síndrome inflamatorio relacionado con la COVID-19 u otro patógeno infeccioso todavía no identificado”. La Sociedad Italiana de Pediatría también comunicó a sus colegas un “aumento de la frecuencia” de menores afectados por la enfermedad de Kawasaki. Todas las comunicaciones eran internas y dirigidas a que los médicos pusieran el foco en ello, como suele ser habitual en cualquier patología.
¿Cuáles son los síntomas?
El cuadro que describen los pediatras es dolor abdominal y otros síntomas gastrointestinales como diarrea y/o vómitos “que pueden evolucionar en pocas horas hacia un shock, con taquicardia e hipotensión”. Suele cursar fiebre, alteraciones en la piel y enrojecimiento de los ojos. Estos son algunos de los síntomas de la enfermedad de Kawasaki o del shock tóxico, de ahí el “solapamiento” que menciona la AEP. Pablo Rojo, de la Unidad de Infectología Pediátrica del Hospital 12 de Octubre de Madrid, apunta a que este “pico de niños” se presentan con un cuadro “a veces parecido” a la primera patología y, otras veces, a la segunda.
Lo que produce son “unos síntomas cuyo comportamiento recuerdan al shock tóxico”, indican pediatras de varios hospitales. Para los niños, desde el inicio de la epidemia, se ha observado una mayor prevalencia de síntomas digestivos que respiratorios, más frecuente entre adultos. Es decir, vómitos y diarrea. “Pero no en todos los niños que han venido con esos síntomas ha sido coronavirus”, insisten, porque “un dolor abdominal no significa eso”.
El tratamiento que se les ha dado no ha sido especial para coronavirus, sino el que se administra para dolencias digestivas similares. Todos los profesionales piden seguir el “sentido común”, y acudir a urgencias con normalidad. “Lo que no ha ocurrido es que un cuadro se complique porque los síntomas tarden en verse y la atención se haya retrasado”, aseguran fuentes de un hospital de la Comunidad de Madrid que han atendido varios casos.
¿Qué son estas patologías?
Ambas son entidades que se dan con muy poca frecuencia, según los expertos sanitarios. La de Kawasaki es una afección que causa inflamación de los vasos sanguíneos de todo el cuerpo y, de no tratarse a tiempo, puede provocar complicaciones cardiacas graves. Por su parte, el shock tóxico es una infección que puede desencadenar complicaciones que afectan a diferentes órganos.
“Son enfermedades multifactoriales y para diagnosticarse el paciente debe cumplir varios criterios. Son patologías que no son nuevas, siempre las hemos diagnosticado y no son frecuentes”, esgrime Eider Oñate, pediatra y responsable de Infectología Pediátrica del Hospital Donostia de San Sebastián. En Reino Unido se estima que hay 4.5 casos por cada 100,000 niños menores de 18 años, publica The Guardian.
¿Cuál es la magnitud de estas enfermedades?
El impacto es minoritario. “Extremadamente raro e infrecuente”, manifiesta Cristina Calvo, integrante de la AEP y profesional del Hospital La Paz (Madrid). Pablo Rojo apunta también a que “son pocos niños” en toda España y señala que “se están manejando de manera fenomenal” y “muchos ya están curados en las plantas de hospitalización”. En Reino Unido, por ejemplo, han sido 12 el número de menores asociados a este cuadro clínico grave que han requerido cuidados intensivos.
En España “ha habido casos” aislados, cuentan pediatras de varios hospitales. Pero muy pocos “frente a la inmensa mayoría de niños que pasan la infecciones leves, en domicilio, sin tratamiento y no se les complica. Los niños se infectan menos que los adultos, y tienen cuadros muchísimo más leves”, cuenta una pediatra que ha atendido a algunos niños con este cuadro clínico en un hospital durante la epidemia, la mayoría sin precisar ingreso.
Lo llamativo no es tanto el número de pacientes, sino que se hayan tratado más de lo que suele ser frecuente en este último periodo. Y lo habitual en el marco de las enfermedades infecciosas, más aún cuando se trata de una nueva como la COVID-19, los profesionales comparten hallazgos o detecciones a las que prestar atención, coinciden los expertos. Por eso, “desde que empezamos a ver casos, nos pusimos en contacto con la sociedad italiana e inglesa de pediatría y hemos tenido contactos frecuentes para valorar el manejo y tratamiento”, explica Rojo.
No obstante, son patologías “muy conocidas” y que “tienen un tratamiento muy establecido”, señala la Asociación Española de Pediatría. En este sentido, la organización remacha que el modelo asistencial en España garantiza la detección de estas enfermedades porque como “los pediatras de Atención Primaria son el primer escalón en la atención sanitaria de los niños, es posible un diagnóstico de sospecha temprano ante patologías que requieren una intervención inmediata”.
Sin evidencia que lo relacione con el coronavirus
No hay evidencias ni información suficiente que haga vincular este acumulo de casos con la COVID-19. Es la principal conclusión desde que las sociedades médicas han lanzado las alertas. “Son casos muy aislados, algunos se dan con PCR positiva y otros no, así que hay que ser muy cautelosos y no alarmar. No se sabe si es una coincidencia en el tiempo [con la pandemia] o efectivamente hay algún tipo de correlación”, matiza Oñate. Sanidad coincidía esta mañana al asegurar que no existe evidencia científica sólida para hacer la asociación.
Por el momento, lo que se sabe es que el coronavirus, cuando se expande por el cuerpo, pone en alerta al sistema inmunitario y pone en marcha mecanismos para luchar contra él. Entre estas activaciones se encuentra la inflamación. Por otro lado, el origen tanto de la enfermedad de Kawasaki como el shock tóxico “parece estar relacionada con un súperantígeno que desencadena la activación de la cascada inflamatoria. Y ahí podría estar la relación”, explica la pediatra. Debido a la capacidad de la COVID-19 para provocar inflamaciones, esta podría desencadenar los cuadros clínicos descritos.
Sin embargo, esta enfermedad cursa de forma leve en los niños en la gran mayoría de ocasiones, tal y como corroboran los datos. Según cifras de Sanidad, desde el inicio de la pandemia, 227 menores de 0 a 9 años y 234 de 10 a 19 han requerido ingreso hospitalario y 31 y 17, respectivamente, cuidados intensivos.
A la mayoría de los menores que han pasado coronavirus en España no se les ha hecho una PCR, porque desde marzo solo se ha estado haciendo a pacientes con clínica grave. “Así que no podemos saber cuántos de los niños que han venido con problemas digestivos tenían COVID-19. Pero sí podemos afirmar que la mayoría, si lo han pasado, lo han pasado leve”, explican facultativos del Hospital Clínico de Zaragoza.
Algunos de los que han estado más graves, cuentan pediatras que les han atendido, han dado negativo en la prueba: “No podemos hablar de una definición causa-efecto. Nuestra sospecha es que sí, y así se ha comunicado. Pero estamos en una fase de descripción de una enfermedad nueva y como tal nos tenemos que comunicar todo lo que observemos entre los propios médicos. Eso no significa que estadísticamente sea algo sobre lo que alertar”.
¿Qué deben hacer las familias?
Los expertos hacen un llamamiento a la calma de las familias y aluden a que esta llamada de atención no cambia las recomendaciones hechas hasta ahora sobre población infantil y coronavirus. Por eso, como explica el pediatra David Andina en Twitter, los motivos para acudir a Urgencias “deben ser los mismos que recomendamos habitualmente”. Un niño o niña con fiebre “persistente o muy decaído o con un dolor abdominal que no mejora con analgesia debe acudir a Urgencias para ser valorado (hoy y siempre)”, señala. Coincide la AEP, que recuerda a las familias la importancia de estar atentos a “los síntomas de alarma de los niños”, tanto por el coronavirus como por otras patologías que “siguen siendo motivo” para acudir al médico.