Agua subterránea, cuevas y arcilla comprometen la seguridad del almacén nuclear

Casi cualquier sitio hubiera sido más acertado. “La mayoría de los suelos de España ofrecen más garantías de seguridad que los de Villar de Cañas”, explican los geólogos españoles después de que su Colegio Oficial reprochara “la falta de criterios técnicos” a la hora de ubicar el Almacén Temporal de Residuos Nucleares (ATC) en Cuenca. “Muchos terrenos están libres de los problemas” que presenta el pueblo conquense, según han contado a eldiario.es

Cuando llueve “aflora el agua” desde el subsuelo donde debe construirse el basurero radiactivo, contaban el pasado verano los que están encima de los trabajos. Con todo, el proyecto sigue adelante sin reparar en gastos. La adjudicación por 217 millones de euros de las obras, preparada por la sociedad pública Enresa, presidida por Francisco Gil Ortega –amigo de la secretaria general del PP y presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal– sigue en marcha a pesar de las dudas del Consejo de Seguridad Nuclear sobre la forma de trabajar de la empresa. Ahora los geólogos han reprochado los “muy insuficientes e inadecuados” informes preliminares. Enresa pretende firmar el contrato de obras el 1 de febrero de 2015.

Los técnicos del Colegio Oficial de Geólogos han detallado a eldiario.es que el suelo conquense es de tales características que “puede tener cuevas en profundidad” además de estar compuesto en diversos estratos por arcillas “que se hinchan con el agua”. Es decir, el líquido que ven los vecinos de Villar de Cañas durante los chaparrones no es más que una consecuencia normal. “Con dinero lo arreglarán”, cuenta resignado el ingeniero nuclear Fernando Castejón.

Los geólogos reiteran que “si se hubieran hecho unos estudios adecuados, se habrían dado cuenta de que ese suelo no sólo es inundable sino que tiene carstificación de yesos solubles y arcillas expansivas”, un cóctel terrible para la estabilidad de los edificios. El terreno inundable es palmario porque se observa cuando llega la lluvia. Pero los otros dos elementos “también comprometen la seguridad de cualquier infraestructura si no se lleva a cabo una cimentación profunda”. Más todavía si se trata de un silo nuclear “que no admite la más mínima fuga”. Las cuevas y la arcilla que se expande al empacharse de agua “trasladarían presiones a los cimientos del almacén”.

Sobrecostes pagados con dinero público

En su traducción a lenguaje más sencillo de los problemas de seguridad previos que ofrece el subsuelo del ATC, el colegio añade que “se producen grietas de resecación” al llegar la temporada de secano. “Esperamos y confiamos en el Consejo de Seguridad Nuclear para que analice con el máximo rigor el proyecto del almacén.”

El jefe de Seguridad del CSN criticó que los estudios de Enresa no ofrecían “un conocimiento suficiente para garantizar el comportamiento seguro”. Y exigía mayor información. El consejo debe dar el visto bueno para que el Ministerio de Industria emita las autorizaciones del proyecto.  El CSN ha encargado sus propios estudios mediante consultoras geológicas de su elección. Hace menos de un mes se supo que tampoco han quedado satisfechas, según El País.

Un portavoz del Colegio de Geólogos explica lo que supone la cimentación profunda: “Hay que atravesar las capas permeables, las arcillas y las eventuales cuevas con columnas de hormigón hasta estratos más profundos buscando subsuelo estable. Allí donde no haya riesgo de inestabilidad que afectara al propio almacén”. Todo esto se traduce en sobrecostes que deben imputarse en el presupuesto que pague la responsable final, Enresa, que se trata de una sociedad pública. Según su criterio, no es que se traten de problemas irresolubles sino que exigirán estudios más detallados y trabajos más costosos para garantizar que el ATC no sufrirá peligro.