El machismo ha ganado con la decisión. La jefatura de Salvamento del Ayuntamiento de Gijón ha recomendado a las socorristas encargadas de la vigilancia de la playa de San Lorenzo que trabajen con pantalón corto para tapar el bañador con el que llevan haciendo su trabajo desde el inicio del verano. El consejo responde a las fotografías que llenaron las redes sociales el pasado domingo acompañadas de comentarios machistas.
El pantalón forma parte del uniforme oficial de las socorristas, pero su uso no es obligatorio. Por ello, la recomendación de Salvamento ha levantado una enorme oposición por poner el foco en las propias socorristas y no en la mirada machista que las cosifica. “Lo de las socorristas de Gijón es lo de siempre. Debemos taparnos nosotras porque ellos no pueden controlarse. Asqueroso.”, aseguraba una tuitera este lunes.
La misma opinión comparte la socióloga e investigadora en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Beatriz Ranea, para la que el consejo es una forma de “responsabilizar a las mujeres y contribuir a esa cultura patriarcal en la que la culpa de una acción machista la tienen ellas y no los que la llevan a cabo”. ¿Qué tipo de mensaje manda a la sociedad? “Que las mujeres deben taparse, que es el mito patriarcal que llevamos escuchando siempre: Provocáis a los hombres y debéis hacer algo para evitarlo”, prosigue.
De hecho, varios comentarios de estos días se detenían precisamente en ello, en el supuesto carácter provocativo de la vestimenta. Así era el titular de la noticia con el que Antena 3 informaba de la decisión de Salvamento, cuya jefa, Flor Palacio, no ha querido hacer declaraciones, según recoge El Comercio, que añade que las propias profesionales también han querido mantenerse al margen.
Juzgar su cuerpo y no su profesionalidad
La fiscal Inés Herreros identifica además otro elemento como parte de la polémica generada que tiene que ver con “la consideración de que los hombres tienen instintos y actitudes irrefrenables, que no pueden controlar ni evitar porque es parte de su naturaleza, de manera que somos nosotras las que tenemos que controlarnos”, opina la que también es presidenta de la organización feminista Gafas Lilas.
Ambas expertas lamentan que la solución de la jefatura de Salvamento haya sido esta recomendación y no aludir a la profesionalidad de las trabajadoras y mostrarse de manera tajante contraria a las actitudes machistas. “Debería haber incidido en que las socorristas están ahí para hacer su trabajo y no para aguantar este tipo de comportamientos, independientemente de cómo vistan. El foco debería haber sido el contrario”, matiza Ranea.
Algo que sí ha hecho el concejal de Seguridad Ciudadana, Esteban Aparicio, que defendió este lunes a las profesionales y aseguró que “la perversión del uniforme puede que esté en las mentes de algunos”. Lo importante, prosiguió, “es que los socorristas de Gijón no han tenido ni una sola víctima mortal en la mar en dos años, eso es en lo que hay que fijarse y no en otras cosas”.
Los comentarios machistas sobre las socorristas ahondan en la habitual forma de obviar la profesionalidad de las mujeres para resaltar otros aspectos que nada tienen que ver con ello, como su estado civil o sus condiciones físicas. Algo que trasciende este ámbito “y se da también en otros como en la política, el deporte, el periodismo...Todavía cuesta mucho que una mujer sea juzgada únicamente por lo que hace y de qué manera”, critica Ranea.
Dos veranos, una misma polémica
Con sus diferencias, el verano acoge nuevamente una polémica relacionada con el cuerpo de la mujer, al igual que ocurrió el pasado año. En esta ocasión lo es por ir demasiado desnudas, el pasado por ir demasiado vestidas. En 2016 lo fue la utilización de un hiyab por parte de Doaa Elghobashy en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y la prohibición del burkini en Francia, que se extendió, por ejemplo, a algunos parques acuáticos de Girona.
Una muestra de que “el cuerpo de la mujer siempre está en el centro del cuestionamiento”, analiza Herreros, a lo que Ranea añade: “Si vas a la playa con un burkini, te van a criticar, si vas con un bikini, te van a criticar. El tema es seguir imponiendo unos mandatos a las mujeres y diciéndoles cómo tienen que vestirse. Algo que perpetúa esa posición inferior de la mujer a la que constantemente hay que tutelar e indicarle cómo debe ser”.
Las dos califican de “indispensable” que los hombres “que no se sienten reconocidos en esas prácticas interpelen a los que sí lo hacen”, explica Ranea. Así opina también el psicólogo Rubén Sánchez, que hace hincapié en que “debemos identificar y señalar a estos hombres y desmarcarnos para no convertirnos en cómplices porque ellos suelen buscar tu mirada de complicidad. Hay que mostrar de forma contundente una oposición y no seguir asentando uno de los pilares del patriarcado, que es el control del cuerpo de las mujeres”.