“Nuestros hallazgos muestran que una dieta inadecuada es responsable de más muertes que cualquier otro riesgo a nivel mundial, incluyendo el tabaquismo”. Esta es la principal conclusión de un informe internacional publicado hoy por la revista médica The Lancet, que asegura que en 2017 se produjeron 11 millones de muertes asociadas a una alimentación poco saludable, lo que supone una quinta parte de los fallecimientos que se produjeron ese año. Según los autores del estudio, el bajo consumo de cereales integrales y frutas y el exceso de sal en las comidas son los tres elementos más preocupantes a nivel mundial, ya que están relacionados con más de la mitad de estas muertes.
En enero de este mismo año, un informe publicado también en esta revista médica alertaba de lo poco saludable que era la dieta de las sociedades actuales y concluía que para salvar el planeta era necesario reducir más de un 50% el consumo de carne roja y azúcar. Ahora, otro equipo de investigadores ha analizado la dieta de 195 países para ponerle cifras al problema y sus resultados indican que 11 millones de personas mueren cada año por causas relacionadas con una alimentación inadecuada, de los que 10 millones fallecen por enfermedades cardiovasculares, 913.000 por cáncer y casi 339.000 por diabetes tipo 2.
“Este estudio afirma lo que muchos han pensado durante años: que una dieta deficiente es responsable de más muertes que cualquier otro factor de riesgo en el mundo”, asegura uno de los autores de esta investigación, el director del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, Christopher Murray.
Demasiada sal y pocos frutos secos
Los resultados que ofrece el informe indican que el consumo de prácticamente todos los alimentos que se consideran saludables fue inferior a lo recomendado por las autoridades sanitarias, especial hincapié en los frutos secos, los cereales integrales o la fruta, mientras que el de todos los productos no saludables superó el nivel recomendado, especialmente el consumo de sal y el de bebidas azucaradas.
En promedio, la humanidad solo consumió el 12% de la cantidad recomendada de frutos secos y semillas (alrededor de 3g al día, frente a los 21g recomendados), menos de la mitad de la cantidad de fruta diaria recomendada (menos de 100g frente a 250g) y algo menos de una cuarta parte de la cantidad recomendada de cereales integrales (29g frente a 125g). Sin embargo, el consumo de bebidas azucaradas fue más de diez veces superior a la cantidad recomendada (49g frente a los 3g recomendados) y el de sal casi el doble de lo recomendado.
Debido a estos niveles insalubres de consumo, “los principales factores de riesgo dietético para la mortalidad son las dietas altas en sodio [sal], bajas en cereales integrales, bajas en fruta, en frutos secos y semillas, en verduras y en ácidos grasos omega-3”, ya que, “cada una de ellas representa más del 2% de las muertes mundiales”, aseguran los investigadores.
En particular, el consumo excesivo de sal se asoció con tres millones de muertes, mientras que el bajo consumo de cereales integrales y frutas se relacionó con 3 y 2 millones de fallecimientos respectivamente, lo que hace que estos 3 alimentos estén relacionados con más del 50% de las muertes asociadas a una mala alimentación a nivel mundial.
Un cambio de paradigma
A la vista de estos resultados, los investigadores destacan que muchas de las campañas para promover una dieta sana no han sido eficaces, dado que solo se han centrado en la restricción de los productos pocos saludables, en lugar de promocionar aquellos alimentos saludables cuyo nivel de consumo es muy inferior a lo recomendado.
“Aunque el sodio [sal], el azúcar y las grasas han estado en el centro de los debates en las últimas dos décadas, nuestra evaluación sugiere que los principales factores de riesgo dietético son la alta ingesta de sodio y la baja ingesta de alimentos saludables, como cereales integrales, frutas, verduras y frutos secos y semillas”, asegura Murray.
Para el investigador de la Unidad de Epidemiología del Consejo de Investigación Médica de la Universidad de Cambridge, Nita Forouhi, que no ha participado en el estudio, estos resultados demuestran que es necesario establecer un cambio de estrategia y “pasar de poner énfasis en la restricción dietética, a la promoción de alimentos saludables”, según ha asegurado en un artículo publicado en la misma revista.
Sin embargo, Forouhi también señala las dificultades asociadas a este cambio, poniendo como ejemplo el “prohibitivo” precio de las frutas y verduras en muchos países. Según este especialista, “dos porciones de frutas y tres porciones de verduras al día por persona representan el 52% de los ingresos de los hogares en los países de bajos ingresos, el 18% en los países de bajos a medianos ingresos, el 16% en los países de medianos a altos ingresos y el 2% en los países de altos ingresos”.
España entre los tres con mejores resultados
A la hora de analizar los datos por países, los autores del estudio aseguran que ninguna región del planeta sigue las recomendaciones para una alimentación saludable propuestas por la OMS. A pesar de ello, el informe destaca las enormes diferencias encontradas entre los distintos países, ya que la tasa de mortalidad de Uzbekistán, último país de la lista con 890 muertes por cada 100.000 personas, es diez veces superior a la de los tres primeros, Israel, Francia y España, con 89 muertes por cada 100.000 personas.
Entre las regiones con una tasa de mortalidad más alta destacan Rusia (puesto 171) y varios países del este de Europa, como Azerbayan (190), Trukmenistán (189) o Ucrania (188), así como varias islas del pacífico sur, como las Islas Marshall (193), Papua Nueva Guinea (192), el archipiélago de Vanuatu (191), Indonesia (159) o Filipinas (165). Por contra, entre los que mejores resultados obtuvieron están varios países del sur de Europa occidental, con Francia y España a la cabeza (puestos 2 y 3 respectivamente), mientras que en Asia destacan Japón y Corea del Sur (4 y 7), y Perú (9) en Latinoamérica.
También resulta llamativa la alta tasa de mortalidad de países como Alemania (38), que prácticamente dobla la de España, con 162 muertes por cada 100.000 habitantes. Entre otras grandes potencias también destaca la posición de EEUU (43), que, con una tasa de 171 muertes por cada 100.000 habitantes, se sitúa por detrás de países como Ruanda o Nigeria, mientras que las dos grandes potencias de Asia, China e India (140 y 118), tienen tasas de 350 y 310 muertes por cada 100.000 habitantes respectivamente.