Las altas temperaturas tienen cada vez un mayor efecto en los incendios forestales “sin precedentes” en el Mediterráneo

Raúl Rejón

12 de abril de 2024 22:19 h

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2023 fue un mal año para los bosques europeos: ardieron más de medio millón de hectáreas forestales, lo que lo convirtió en el cuarto peor curso del siglo tras 2017, 2022 y 2007. Pero, además, la temporada mostró cómo las nuevas condiciones climáticas –con las altas temperaturas como punta de lanza– están originando cada vez más “fuegos sin precedentes” en los países de la cuenca mediterránea, según el análisis del Centro Conjunto de Investigación de la Comisión Europea (JRC, en sus siglas en inglés).

El tridente del fuego de 2023 en la Unión Europea estuvo compuesto por Grecia –el incendio de Alexandrópolis ha sido el mayor registrado en la UE–, Italia y España con más de 100.000 hectáreas cada uno, según el cálculo por satélite del Copernicus. “Mientras que en otras ocasiones los incendios se han extendido por toda Europa y Oriente Próximo, en 2023 se concentraron en la cuenca del Mediterráneo”, explica el análisis del JRC.

Y, de hecho, los investigadores explican que la temporada del año pasado ha mostrado “el cada vez mayor efecto que las altas temperaturas y las condiciones críticas de peligro de fuego tienen en la generación de incendios sin precedentes en los países mediterráneos de la Unión Europea”.

“En Europa y en la cuenca mediterránea la influencia del cambio climático en los incendios forestales se ha visto enmascarada porque el paisaje está muy alterado por la acción humana con poblaciones diseminadas, fragmentación del territorio y gran capacidad de extinción de fuego, pero eso ya no es así”, dice la investigadora del Instituto de Biodiversidad Csic-Universidad de Oviedo, Cristina Santín.

“Y, de hecho, cada vez va a estarlo menos porque en estos países el riesgo meteorológico de incendio es el doble que a nivel global”. Si en el mundo ha crecido un 27% en cuatro décadas, en el Mediterráneo se ha ido al 55%.

Esas condiciones a las que se refiere el informe son, sobre todo, meteorológicas. Y el cambio climático está convirtiéndolas en más explosivas. El cóctel se compone de las temperaturas del aire, el grado de humedad del potencial combustible, es decir, de la vegetación, y del viento (que influye en el comportamiento del fuego y su expansión). Todo junto conforma un Índice Meteorológico de Riesgo del Fuego (FWI) que no ha parado de subir en los últimos años.

Sube porque hace más calor: en España, por ejemplo, en 2022 se registró el verano más caluroso medido y el año siguiente fue un curso “extremadamente cálido”. Sube porque llueve menos y eso hace que el nivel de humedad se hunda: 2022 y 2023 fueron ambos años “muy secos”, según la calificación de la Aemet.

Y, a mayor índice, más posibilidades de que se desencadene un incendio forestal. En 2023, por ejemplo, España tuvo un índice de peligro muy por encima del promedio (y en máximos históricos) en los meses de marzo y abril. Y precisamente fue en marzo –cuando no están activos los dispositivos asociados a la temporada alta de incendios– cuando más monte ardió: unas 50.000 ha. No se trata de un caso aislado. En los últimos 40 años, este indicador ha crecido un 23% en España.

En Grecia, su índice de peligro en el mes de agosto estaba en valores muy altos. El FWI para Italia en 2023 marcó picos más allá de su promedio en julio, agosto y octubre.

Santín explica que “el cambio climático ya no es un futurible, es una realidad. Hemos llegado a un punto, a tal extremo, que su efecto sobre los incendios en Europa ya sí se ve. Aquí, en España, no vemos más incendios, pero sí más grandes incendios. Y estos necesitan por un lado que haya vegetación que arda, claro, pero por otro que esté seca, que haya temperatura y viento y esos son factores influidos por el clima”.

Ecosistemas que tardarán años en recuperarse

El recuento de la destrucción indica que una gran porción de todo lo que se carbonizó afectó a espacios naturales protegidos con alto valor ambiental. El 40% de esas 500.000 hectáreas quemadas pertenecía a la Red Natura 2000 (en 2022 también fue otro 43% de 900.000 hectáreas).

Esta red incluye hábitats de especial interés que son hogar y refugio de especies amenazadas. Y “dos tercios del daño infligido a áreas protegidas corresponden a tres estados de la UE”, indica esta evaluación. Son, una vez más, Grecia, España e Italia. Los incendios en el primero sumaron 70.000 ha de superficie Red Natura 2000 carbonizadas, en España fueron 45.000 y en Italia unas 30.000.

“La amenaza a estos preciosos, y en ocasiones irremplazables entornos es enorme” –afirman en el Centro de Investigación–. “Puede llevar años que los ecosistemas, las plantas y los animales se recuperen”.