Los datos son claros y confirman una idea que siempre ha flotado en el aire: los institutos privados ponen mejores notas que los públicos en Bachillerato, pero ese mejor rendimiento no se traslada a la Selectividad, donde la corrección de los exámenes es anónima. Se podrá especular con los motivos de esa discrepancia (el alumnado que asiste a ellos tiene mejor bagaje sociocultural, más recursos a su alcance o realmente inflan las notas a su clientela), pero la estadística es la que es.
Como se observa en el gráfico, en 2022, más de uno de cada cuatro estudiantes de centros privados puros obtuvo entre un 9 y un 10 en la secundaria postobligatoria (un 27,4%); en los concertados son unos pocos menos (un 23,9%); en los públicos caen hasta el 17,9%. Sin embargo, en la Ebau todo se comprime: el alumnado que proviene de centros privados que saca sobresaliente se queda en el 8,1%; en los concertados en el 5,4% y en los públicos en el 5,3%, según el estudio Notas de acceso a la universidad, ¿son equitativas? realizado por el Observatori del Sistema Universitario de Catalunya (OSU) a partir de datos del Ministerio de Universidades. “Una parte significativa del estudiantado que acaba el Bachillerato con una nota sobresaliente (entre 9 y 10) no consigue obtenerla de nuevo cuando se examina de la fase general de las PAU”, sentencia el OSU.
Otro estudio hecho público este pasado miércoles daba cuenta de la inflación de notas que ha habido en la Selectividad en los últimos años, motivada a medias por los cambios normativos que ha venido viviendo la prueba en la pasada década (como la introducción de las pruebas optativas para subir nota) y por una mayor competitividad entre el alumnado. Lo mismo ha sucedido en el Bachillerato, añade el OSU: el estudiantado que saca entre 5 y 7 ha caído tanto en la red pública como en la privada en los últimos siete años a la vez que subía el que tiene un 8 o más (en este último caso suben especialmente en los privados y concertados, once puntos porcentuales, mientras en los públicos lo hizo 7,8).
“Es evidente que todos los centros están ayudando a sus mejores alumnos a entrar en las carreras más demandadas”, opina Vera Sacristán, presidenta del OSU.
En todas las comunidades es igual
Que los privados califiquen mejor que los públicos se da, continúa su análisis el OSU, en todas las comunidades autónomas (con la excepción de Catalunya, donde son los concertados los que mejores notan ponen). Pero a la vez se observan diferencias significativas en cómo evalúan las diferentes autonomías.
Diferencias tan amplias como que la región que más sobresalientes pone en Bachillerato (Murcia, con un 28,2% del alumnado excelente) tiene más del doble de nueves y dieces que la que menos, Baleares (un 12,7%). “Algunas comunidades (como Murcia, Canarias o Extremadura) van siempre a la cabeza en cuanto al porcentaje de estudiantes con notas de bachillerato entre 9 y 10, con independencia de la tipología de sus centros de procedencia”, continúa el OSU.
La Comunitat Valenciana es la autonomía en la que más diferencia hay entre los sobresalientes que se ponen en Bachillerato y los que luego obtiene ese mismo alumnado en la Selectividad. El 18,5% de alumnado excelente en la región luego cae hasta un 2% en la Ebau. La más equilibrada en ese sentido es Cantabria que pasa de un 17,9% al 9,4%.
Si se cruza esta tabla con los resultados de PISA (aunque este examen se realiza al alumnado de 15 años y la Selectividad es para 17-18) se observa también una discrepancia con los resultados. Las tres regiones que más sobresalientes ponen en Bachillerato (Murcia, Canarias y Extremadura, por ese orden) aparecen invariablemente en las últimas posiciones en la prueba internacional tanto en Ciencia como en Matemáticas y siempre por debajo de la media del país. Las que mejor paradas salen en PISA (Navarra, Castilla y León y Galicia) están en la zona media de más nueves y dieces, sin embargo.
La doble inequidad
Esta doble circunstancia –notas más altas en los centros privados y comunidades que sistemáticamente tienen mejores calificaciones– genera dos inequidades en el acceso a la Universidad, explica Vera Sacristán, presidenta del OSU. “La primera está causada por los sustancialmente más altos porcentajes de estudiantes con notas sobresalientes de bachillerato de los centros privados concertados y, más aún, de los privados no concertados. Sus altos porcentajes de sobresalientes de bachillerato no se reflejan en la fase general de las PAU, pero acaban pesando un 60% en su nota de acceso a la universidad”, apunta. El otro 40% viene de la nota de la Ebau.
“La segunda inequidad está causada por las diferencias, no solamente en las notas sobresalientes del bachillerato, sino también en las de la fase general de las PAU, entre las distintas comunidades autónomas. Si no existiera el distrito único, estas diferencias entre comunidades no serían relevantes y serían tan sólo un reflejo de que los criterios de corrección de las PAU son únicos dentro de cada comunidad. Sin embargo, gracias al distrito único, cada estudiante puede optar por matricularse en una universidad fuera de su comunidad de origen. Por consiguiente, las diferencias en notas entre comunidades pueden situar a quienes han estudiado el bachillerato y se han examinado de las PAU en determinadas autonomías en posiciones ventajosas a la hora de optar a las carreras más demandadas”, añade.
Esta última circunstancia es uno de los motivos por los que el PP rechaza la reforma de la Selectividad que propone el Gobierno y a la que obliga la ley de Educación para el próximo curso. Los populares siempre insisten en la necesidad de realizar una prueba única a nivel nacional, algo inviable de facto dado que las comunidades autónomas fijan la mitad del currículum, por lo que este no es común a toda España y menos con la Lomloe, que ha dejado los temarios mucho más abiertos.
El texto que el Ministerio de Educación ha dejado de momento en un cajón para que sea el próximo gobierno el que lo apruebe –si así lo considera– va a fijar unos criterios mínimos para avanzar hacia una cierta homogeneidad en la prueba. Para ello, dice el borrador, se acordarán unos mínimos comunes: “La Conferencia Sectorial de Educación y la Conferencia General de Política Universitaria establecerán procedimientos de coordinación entre las distintas administraciones educativas destinados a homogeneizar la estructura general de la prueba, así como los ejercicios y los criterios de evaluación de las distintas materias objeto de examen, con el fin de garantizar su claridad y objetividad, asegurando su equiparación entre los distintos territorios”.
El OSU propone tres cambios para dotar de una mayor equidad al sistema, explica Vera Sacristán: “Dar transparencia absoluta a los resultados por centros, se deberían hacer públicos cada año. También se deberían aplicar criterios de corrección más homogéneos, esto no debería ser complicado. Pero la medida que creemos sería más efectiva consistiría en dar más peso a la nota de la fase general de la prueba de acceso que a la de Bachillerato, porque es ahí donde se está dando la mayor inequidad”, cierra.
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