La Aneca ha escuchado. La Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación ha aprobado definitivamente los méritos que se van a exigir para poder ser profesor titular y catedrático de Universidad, y lo ha hecho eliminando de su propuesta los aspectos que más críticas de la comunidad científica habían suscitado. A la cabeza de todos ellos están los mínimos obligatorios que se querían implantar en muchos apartados, un elemento que causaba exceso de rigidez, según los investigadores, y que iba a suponer un tapón para muchos aspirantes.
Todos estos mínimos simultáneos ya no están en la normativa para acreditarse como profesor titular o catedrático, que permitirá compensar las posibles lagunas que tengan algunos aspirantes. Además, el texto –ya definitivo– no exigirá obligatoriamente –como hacía el borrador– estancias internacionales, y pretende simplificar y agilizar el proceso en sí. Lo hará reduciendo la burocracia y dando presunción de veracidad a los méritos que aporten los candidatos, que no tendrán que acreditar cada pequeña cosa, y creando más comisiones para intentar reducir la espera que sufre al proceso ahora mismo, cuando una solicitud puede estar hasta un año esperando respuesta.
El cambio de modelo se producirá el próximo 1 de abril, lo que está provocando que la Aneca esté recibiendo una avalancha de solicitudes de acreditación provenientes de aspirantes que temen quedarse fuera cuando entre en vigor el nuevo, que viene con una actualización de la aplicación informática que se usa. La directora de la Aneca, Pilar Paneque, asegura que nadie que cumpliese antes va a dejar de hacerlo con el sistema nuevo; simplemente se abre a que personas con otros perfiles se incorporen a la Universidad.
“El nuevo sistema no implica menos rigor, sino que facilitamos que gente que nunca podría acreditarse lo haga ahora. Esa gente, que ha hecho carreras diferentes, debe acreditarse. Y se facilita como nunca. Por ejemplo, en el reconocimiento de situaciones particulares ligadas a discapacidad, enfermedades de larga duración o a las maternidad, que hasta ahora no se reconocían”, sostiene Paneque.
Adiós a los mínimos
Diversas fuentes consultadas por este periódico –entre ellas Paneque– coinciden en que el organismo ha rectificado su propio borrador para bien. Especialmente ha acertado al suprimir los requisitos mínimos que había que cumplir simultáneamente en varios campos para acreditarse, un elemento que según coincidían las críticas era muy difícil de cumplir. “Iban a dejar a mucha gente fuera”, resume el sentir general Isidro F. Aguillo, responsable del Laboratorio de Cibermetría del Instituto de Bienes y Políticas Públicas (IPP-CSIC), “porque no tenía sentido que hubiera tantos [requisitos] mínimos, y menos simultáneamente”.
La idea de la Aneca cuando propuso todos esos méritos era ampliar los perfiles que optan al profesorado, actualmente dominado por investigadores. Para ello se establecieron una serie de requisitos en todos los campos que había que cumplir. Pero lo que podía ser una buena idea, criticó la comunidad científica y admite Paneque, no se materializó bien. “La filosofía era buena, pero la ejecución no parecía la mejor”, explicaba Ramón Feenstra, profesor de Ética en la Universitat Jaume I de Castellón, cuando se conoció el borrador. “Confunde variedad de perfiles con un perfil muy diverso. Todos los criterios tienen sentido, el problema es que fueran obligatorios todos a la vez”. En ciertos momentos de la carrera, explican los científicos, es imposible estar a la vez a la docencia, la investigación y/o el liderazgo.
Esto es, la acreditación del profesorado o catedráticos de Universidad se organiza en torno a una serie de bloques (investigación, docencia, liderazgo, etc.) que a su vez se pueden subdividir en apartados (dentro de investigación estarían estancias, transferencias o actividad investigadora, etc.). El sistema anterior exigía mínimos en cada apartado de cada bloque; había que haber hecho de todo, y no poco, para cumplir. Con el nuevo bastará con cumplir en el bloque en global, lo que se podrá hacer con un apartado fuerte y otros flojos o incluso nulos.
Paneque explica que la Aneca ha modificado los criterios “para que cada aspirante pueda decidir cómo consigue los méritos”. La idea sigue siendo “equilibrar méritos de investigación con los de docencia” para favorecer esos otros perfiles “y siempre con la obligación de alcanzar la suficiencia en cada uno de ellos”, añade. “Hemos restado condiciones, pero eso no significa que el sistema sea peor. Solo reconocemos que el contexto de cada investigador puede ser diferente”.
Otros perfiles y talento extranjero
Por ejemplo, hay perfiles muy centrados en la investigación que nunca iban a cumplir las 500 horas de docencia que se exigían en algunas áreas. O los predoctorales y postdoctorales, con un problema similar porque ni siquiera tienen control sobre las clases que imparten. Eliminando ese requisito se abre la puerta de la acreditación a muchos de ellos.
También se busca con esto la internacionalización del sistema, porque ese mismo problema afecta al talento extranjero –o nacionales que han estado años trabajando fuera– que quería acreditarse en España. Algunos sistemas europeos o de más allá son muy diferentes del español y estos investigadores nunca habrían podido acreditarse para ser profesor o catedrático aquí por no alcanzar las horas mínimas en docencia. El nuevo texto suprime estos elementos, que ejercían como barreras insalvables.
Otro de los puntos fuertes de la nueva normativa, según Paneque, es que simplifica el proceso, lo cual redundará en que se agilice el tiempo de trámite de las solicitudes. Lo hace cambiando las solicitudes cuantitativas por las cualitativas. “Con el modelo anterior, si te pedían 120 aportaciones y tenías 115 estabas suspendido. Ahora no, y hay que perder el miedo al currículum narrativo, a contextualizar, a entender que las personas no pueden hacer carreras idénticas”.
Los aspirantes ya no se podrán presentar todos los méritos que tenga en un apartado o bloque, habrá un máximo. Por ejemplo, en todo el bloque de investigación serán 14 para profesor de Universidad y 32 para catedrático, entre los diferentes apartados. Este elemento ha sido criticado desde ciertos círculos como una pérdida de excelencia en el sistema. Paneque cree que esta crítica parte de una concepción errónea de la excelencia y de la acreditación. “Tenemos esa rémora de ligar la excelencia a la cantidad por un excesivo anclaje al sistema anterior. Pero la acreditación es de mínimos, no necesito que se me presente toda la actividad”, sostiene.
Hasta un año de espera
Lo que también provocaba un atasco en el proceso. Explica la responsable de la Aneca que con el sistema actual, en el que hay que presentar –y justificar– cada mérito hay solicitudes de dos o tres mil folios, lo cual en parte ha llevado a que, en según qué áreas, la espera pueda durar hasta un año, pese a que la normativa habla de seis meses.
Por eso, en parte, se aplica el principio de confianza en el aspirante y se ha eliminado la exigencia de respaldar cada mérito con un papel que lo certifique, esa situación tan exclusivamente española que provoca “vergüenza” a los investigadores cuando se ven pidiendo certificación de su asistencia a un congreso internacional, por ejemplo.
Esta simplificación en el proceso también implicará que el Estado no va a pedir a ciertos investigadores que demuestren por segunda vez algo que ya certificaron. Es el caso por ejemplo de los científicos I3, R3 –dos sellos a la excelencia investigadora– o quienes hayan obtenido financiación del Consejo Europeo de Investigación (ERC) en sus programas Starting Grant, Consolidator Grant, Advanced Grant o Synergy Grant tendrán automáticamente reconocidos los méritos de investigación y transferencia, dando por bueno que los tenían y fueron corroborados cuando consiguieron esos reconocimientos.
Con este doble cambio (principio de confianza en el aspirante y simplificación y limitación de las solicitudes), la Aneca espera llegar a ese medio año en algún momento no muy lejano, aunque Paneque no se atreve a dar fechas y recuerda el embudo que se ha montado por el aluvión de peticiones de última hora.