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Arranca el último estado de alarma con medio país con más libertad de movimiento y el otro medio tutelado por Sanidad

Una mujer pasea por Zaragoza con la mascarilla obligatoria.

Belén Remacha

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España se queda este lunes partida por la mitad. El 52% de la población estará en territorios cuyas comunidades ya tienen “gobernanza plena”; el 48%, en las que quedan tuteladas por el Ministerio de Sanidad aún como mando único. Son las condiciones de la última prórroga del estado de alarma: los territorios en fase 3 ya tienen que “asumir sus responsabilidades”, en palabras de ministro Salvador Illa, y pueden decidir cómo es la desescalada en términos de duración, restricción y flexibilización. Y los que se quedan en fase 2 siguen bajo las decisiones de Sanidad. Entre ellas están algunas de las zonas más castigadas por la COVID-19, la comunidad de Madrid, la región sanitaria de Barcelona y otras de Catalunya, toda Castilla y León, varias provincias de Castilla-La Mancha, y la Comunidad Valenciana y Ceuta.

Las que quedan atrás van rezagadas desde el principio, puesto que tardaron una o dos semanas más que el resto en comenzar la desescalada, y esas cautelas siguen estando justificadas científicamente. En la Sociedad Española de Salud Pública e Higiene (SEMPSPH) aluden a que en España y en el resto del mundo sigue habiendo dos áreas diferenciadas: la urbana y la rural. “La diferencia de densidad de casos entre las zonas metropolitanas y la periferia es muy grande. La división es esa: las dos metrópolis de España y sus zonas de influencia, y el resto. Tienen sus propias características y su propia evolución”.

El presidente de la Sociedad Española de Epidemiología, Pere Godoy, recurre, además de a algunas –Madrid y Barcelona– siendo las que cuentan más hospitalizados y fallecidos, al estudio de seroprevalencia que presentó el jueves el Instituto de Salud Carlos III. El cómputo nacional reportaba que había un 0,8% de participantes que dieron negativo en la primera ronda y positivo en la segunda, es decir, se infectaron durante el mes de mayo, “son seroconvertidos”. Pero en sitios como Madrid, Soria y Girona era del doble, un 1,5%; y en Valladolid, Ávila y Palencia, del 2%. “Lo que sale en la encuesta es que en toda España sigue habiendo transmisión y no ha desaparecido. Pero en algunos lugares más que en otros. El conjunto de la transmisión es bajo, parece que esto va bien. Pero el virus sigue entre nosotros”, resume.

Sanidad coordinará y la Salud Pública, en el centro

Tenían libertad para hacerlo así que, finalmente, todas las autonomías que pasan a fase 3 menos Extremadura han pedido libre circulación por sus comunidades. Estaba previsto para la 'nueva normalidad', pero el Gobierno dio luz verde para adelantarlo. Todas pasan a ser unidades territoriales únicas y esto quiere decir que los ciudadanos de todas esas zonas podrán moverse dentro de sus regiones, aunque, al menos así se ha expresado oficialmente, sí que habrá todavía que esperar a la ‘nueva normalidad’ para dar el salto entre, por ejemplo, Andalucía y Murcia. Y el salto puede ser cuando el líder autonómico así lo juzgue oportuno porque tienen potestad sobre la duración de la fase 3. Previsiblemente, en la mayoría será como muy tarde el día que decaiga el estado de alarma, el 22 de junio.

Sanidad perderá ese día 22 las competencias sobre todos los territorios y las recuperarán, como así está diseñado fuera del estado de alarma, las comunidades. Pero al ministro Salvador Illa todavía le puede quedar mucho trabajo. Además de que la ‘nueva normalidad’ se sustentará en el decreto ley que prepara el Gobierno y que tendrá que aplicarse localmente, desde la SEMPSPH apuntan a que para estos próximos meses de pandemia, en la que pueden surgir desde pequeños repuntes hasta otra ola, “se precisa de un liderazgo muy importante en el consejo interterritorial”, que preside Illa.

“Es la principal competencia de Sanidad: la coordinación. Ordenar debates, evaluar que incluso las diferencias territoriales tienen que responder a criterios comunes. Es una labor técnica muy complicada pero es imprescindible. El mando único también era complicado pero de alguna forma también cómodo”, resume un portavoz de la SEMPSH que participa también en el operativo de rastreo de casos de Euskadi.

Otra pieza clave para que esta nueva etapa salga bien es la “intersectorialidad” dentro de las comunidades, según también la SEMPSPH. “Deben constituirse órganos en cada una de las autonomías liderados por Salud Pública”, es decir, una especie de ‘mando único’ regional, a pequeña escala, para que la Sanidad articule todas las decisiones. ¿Por qué? “Ni Salud Pública tiene todos los recursos, ni los demás departamentos la capacidad de evaluar riesgos. En otras palabras: ni los médicos sabemos escribir leyes, ni los que escriben las leyes saben de Salud Pública”.

Cuanto más aperturismo, más vigilancia

El pasado viernes, Sanidad aceptó todas las solicitudes de cambio de fase que les hicieron. De 2 a 3, y de 1 a 2, nadie se estancó ni retrocedió. Lo que comportaba un riesgo más acuciante era pasar del semiconfinamiento, en la 0, a las salidas y encuentros entre no convivientes, en la 1, que a Barcelona le costó dos semanas pedir y a Madrid otras dos alcanzar. Una vez ya en desescalada, “si mantenemos la mascarilla y la distancia, se puede mantener la transmisión baja. Pero en la 2, 3 y nueva normalidad, con cada vez más aforo en los bares, sí va aumentar la probabilidad de contagio. Debemos saber que por un brote puntual en un sitio no pasa nada y es normal. El problema será si se acelera”, sigue Pere Godoy.

Desde la SEMPSH señalan que los contactos sociales van creciendo “y no han comportado un crecimiento de contagios particularmente excesivo. Ahora son sobre todo en exterior, y no hay descritas apenas cadenas de transmisión ahí. Habrá que vigilar las diferencias en interior”.

Todos los expertos quieren que cale un mensaje para esta recta final y para la nueva etapa: “El virus sigue en todos sitios”, insiste Godoy. “El estado de alarma es una etiqueta. Vamos a tener que trabajar entre todos los agentes sanitarios para aislar, buscar contactos, y necesitamos ayuda de toda la población y una sociedad abierta”. Se acoge a otro dato del estudio de seroprevalencia: “El 33% de los casos en España son asintomáticos. La única manera de evitar las cadenas de transmisión es mantener las distancias. Aunque se abran las restricciones, no nos podemos relajar”.

“La pandemia no ha acabado, solo estamos al final de la primera ola”, zanja Godoy. Antoni Trilla, epidemiólogo asesor del Gobierno en la desescalada, lo definía en su columna así: “Hemos entrado en una especie de tregua que ojalá dure mucho tiempo. Pero el coronavirus sigue entre nosotros y existe una alta probabilidad de que no desaparezca, por lo menos en décadas”.

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