1 de abril de 2021, comienza el segundo trimestre del año II de la pandemia de COVID-19. La campaña histórica de vacunación para frenar la peor crisis sanitaria en un siglo arrancó hace poco más de tres meses, y en este tiempo ha ido más lenta en la Unión Europea que en otras otras potencias mundiales. Y se han sucedido los desencuentros, sobre todo entre las administraciones y una farmacéutica, AstraZeneca. Los gobiernos esperan que el ritmo cambie a partir de este mes de abril, que sea un punto de inflexión y que durante la primavera el proceso se vuelva prácticamente masivo. El objetivo es alcanzar al 70% de la población europea inmunizada en septiembre, pero algunos expertos llaman a obsesionarse un poco menos con ese hito y pensar en otro algo más cercano: tener a todos los mayores de 60 años vacunados el 30 de junio, a principios de verano, para, protegiéndolos a ellos, acabar con el riesgo de colapso sanitario.
Que la vacunación se pueda volver masiva este segundo trimestre se debe a dos factores. Por un lado, la incorporación de viales de Janssen a partir del 19 de abril; por otro, la normalización y ampliación de envíos de las tres ya disponibles, Pfizer, de Moderna y de AstraZeneca. Desde el 27 de diciembre hasta el 31 de marzo España ha recibido del reparto de la UE 9,7 millones de dosis, las necesarias para inmunizar completamente a casi 5 millones de personas, porque todas las vacunas autorizadas, menos la de Janssen, requieren de dos pinchazos. Durante el segundo trimestre esperamos más del triple, 36 millones, suficientes para inmunizar a 21 millones de personas contando con que 5,5 son de Janssen. Durante abril serán 300.000 de Janssen, y al menos 2,5 millones de Pfizer, a falta de concretarse cómo se harán los envíos de Moderna y AstraZeneca. El impulso ya se empieza a notar: esta semana, la del 29 de marzo, por primera vez, hemos recibido más de dos millones entre las tres compañías cuando a principios de enero eran 300.000 semanales.
La velocidad también ha aumentado durante estos meses. En España hay 2,6 millones personas totalmente inmunizadas, el 5,6% de la población total, cifras aproximadas a la media europea. El 10,9% tiene puesta al menos una dosis. En Israel son el 60,5%, en Reino Unido el 45,2%, en EEUU el 28,7%. Esa es la carrera en la que quiere acortar posiciones esta primavera la Unión Europea, aunque desde Médicos sin Fronteras recuerdan: “Estamos asumiendo con total normalidad que mientras nosotros tenemos el objetivo de llegar al 70%, el de COVAX [la plataforma de la ONU de reparto de dosis en países pobres] es alcanzar en verano el 3%, el 20% a final de año. La tarta de producción de vacunas es pequeña, cada empujón de velocidad que en algún sitio se celebra supone que alguien se retrasa”.
El Gobierno español ha repetido mucho el objetivo de alcanzar el 70% de la población general el 23 de septiembre. Serían 35 millones de personas. Los mayores de 60 años suponen un tercio, 11,8 millones de personas, según datos del Instituto Nacional de Estadística. “Son los más vulnerables” y por tanto la prioridad, decía la ministra de Sanidad Carolina Darias. Y varios especialistas consultados llaman a centrar esos recursos extra en este colectivo: a tener como meta que, cuando el verano empiece, estén inmunizados los más mayores, los enfermos crónicos (muy pocos por ahora están incluidos en el plan) y los grandes dependientes. Son las personas en riesgo de sufrir la COVID-19 más grave y protegerlos a ellos será lo que “marcará principalmente la diferencia”, según el presidente hasta 2020 de la Sociedad Española de Epidemiología, Pere Godoy, que amplía el rango incluso hasta los 55 años. De esa manera, dice, “aunque el peligro no estará totalmente resuelto” y todavía habrá jóvenes que padezcan la enfermedad o algunos ancianos con quienes la vacuna no funcione (las que más tienen 95% de eficacia), “sí se notará un alivio de la presión en hospitales, y podremos pasar un verano más tranquilo”.
Lo subraya también el presidente de la Asociación Enfermería y Vacunas, José Antonio Forcada: “Una vez que tengamos vacunados a los mayores de 80, de 70, de 60, en ese orden, con enfermos crónicos, grandes dependientes y cuidadores, es el momento de ir descendiendo por edades. Los grupos profesionales de menores de 65 [a los que se está vacunando ya con AstraZeneca] deberían tener menos importancia”.
Ildefonso Hernández, experto en Salud Pública y ex director general del Ministerio de Sanidad (2009-2011), opina parecido: “La prioridad ha de ser proteger a los mayores cuanto antes. Así se hizo al principio hasta que entró AstraZeneca, pero quizá se debería haber acelerado también para ese caso con los crónicos por edades. No vacunar antes a personas sanas de 30 años que a un diabético de 50, por ejemplo”. Mario Fontán, ex presidente de la plataforma de médicos MIR de Salud Pública, comenta que “el hito de los mayores de 60 es más importante que la inmunidad de grupo, y está más cerca. El 70% del que se habla para la inmunidad es un cálculo muy teórico, en base a una vacuna casi perfecta y con una población casi homogénea. Cubrir a los mayores tendrá consecuencias más visibles y tangibles. Aunque no ocurrirá un día concreto, se llegará poco a poco”.
Comenzar a pensar 'el día después'
La meta aun más inmediata, tener a los mayores de 80 años –el colectivo que ha sufrido el 60% de los fallecimientos– cubiertos, no se ha alcanzado todavía. En algunas comunidades el 80% de esta población de mayor edad ya ha recibido al menos una dosis; con las dos la media está en torno al 40%. El objetivo de Sanidad es ahora alcanzar con dos al 80% a mediados de abril. La normativa actual impide que la vacuna de AstraZeneca se administre a este colectivo. Este preparado estuvo limitado hasta mediados de marzo a menores de 55 años, se amplió luego a los 65 –tras el parón para que la Agencia Europea del Medicamento revisase su seguridad–, y, finalmente, este martes la Comisión de Salud Pública ha eliminado cualquier límite de edad. Pero en la práctica AstraZeneca seguirá sin ir dirigida a ancianos puesto que se completará con ella la inmunización de los grupos de trabajadores esenciales. “Si tenemos la autorización de AstraZeneca para mayores, deberíamos centrar los esfuerzos en esos grupos de edad. Paralizar las campañas con profesores y fuerzas de seguridad. Sería rehacer mucho toda la estrategia, pero ayudaría a centrarse en la prioridad”, defiende José Antonio Forcada frente a la opción por la que se ha optado.
Lo que hace falta para poder lograr todas las metas, subrayan los expertos, es no solo que aumente el suministro, como ya lo ha hecho –de 300.000 dosis semanales en enero a más de dos millones cuando termine esta semana–, sino que sea regular y que las farmacéuticas cumplan. Moderna y AstraZeneca han tenido retrasos y fluctuaciones recientes. “La entrega de más de un millón es un buen dato”, dice el doctor Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología, “pero todavía no sabemos si cambia la dinámica completa. Nos falta la regularidad para que sea excelente. Sin asegurarla, no podemos saber si debemos gastar ese millón de dosis, o reservar parte”.
Y cuando la vacunación alcance a todos los de 60 años, ¿qué? Ildefonso Hernández plantea que hay que irlo pensando ya: “Hay que seguir trabajando en el desarrollo de la estrategia de Salud Pública y hay que ponerlo en la agenda. Hay que seguir con mucha atención el impacto que están teniendo las vacunas en la transmisión de los países que van más avanzados, lo que se ve en Israel da mucha esperanza. Hay que planificar qué escenarios manejamos, pensar en nuevos tipos de regulación, en recomendaciones, en educación para un nuevo curso con medidas preventivas más normales”. “Hay que pensar en el momento en el que el incremento de incidencia no tenga como consecuencia un colapso hospitalario y ver cómo se abordará ese momento de la pandemia”, añade Mario Fontán. “Ver los siguientes pasos en medidas de salud pública, en descongestionar la Atención Primaria para otras patologías. Tenemos que gestionar, debatir y orientarlo”.