La quinta ola ha golpeado con fuerza entre los jóvenes, pero ha arrastrado también con ella a los grupos de mayor edad. En cuestión de un mes, la incidencia entre mayores de 70 y 80 años se ha multiplicado por diez. Los octogenarios han pasado de registrar una veintena de casos por 100.000 habitantes en julio a casi 300 en agosto. Los mayores de 50 y 60 también han escalado hasta incidencias de 350. Las residencias han vuelto a convertirse en foco de rebrotes, con más contagios y muertes que en los meses anteriores pero sin asemejarse a otras olas. “Nos preocupa el incremento de casos, fueron las instituciones más golpeadas al comienzo de la crisis y adoptaremos las medidas necesarias para que estos centros sean seguros”, ha dicho este miércoles la ministra de Sanidad, Carolina Darias.
Todos estos grupos presentan coberturas de vacunación superiores al 90% y hasta del 100% en el caso de los más ancianos. Pero es que la vacuna no libra de la infección, como llevan advirtiendo los expertos desde el inicio de la campaña, aunque sí suaviza mucho el impacto de la enfermedad por COVID.
El problema es que esta última oleada ha llegado sin la suficiente inmunidad de grupo. Los hospitales y las UCI vuelven a alcanzar el riesgo alto por ocupación –9% los primeros y 21% las segundas–, pero en su mayoría con personas aún sin vacunar o con la pauta incompleta. Hay ingresos también entre los grupos ya inmunizados, pero muchos menos que en otras olas y, según los sanitarios, con sintomatologías más livianas.
En la última semana han dado positivo, de media, 614 personas mayores de 80 años, de las que han ingresado 114, lo que supone un 18,5%. Nada que ver con el pico de la tercera ola, en enero, cuando ya había empezado a vacunarse esta franja y se registraron 2.233 casos, 708 ingresos y 304 muertes. “Ahora les damos de alta un poquito antes, no ingresan tan mal y no hay tanta mortalidad”, compara José Manuel Ramos, coordinador del grupo de enfermedades infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
“La mayoría de los hospitalizados son gente joven y algunos, pero menos, mayores con una sola dosis o que no quisieron vacunarse en su día”, dice el sanitario. “Estamos viendo que los que sí están vacunados no lo pasan tan mal. Los casos que se complican son porque tenían muchas enfermedades de base, pero no porque se les extienda la neumonía”, cuenta. Opina lo mismo María Luisa Cámara, portavoz de SEMICAT, la Sociedad de Médicos catalana: “Los vacunados que llegan a unidades de críticos son gente muy frágil, con trasplantes o que están tomando inmunosupresores”, dice la doctora del hospital Can Ruti, en Barcelona, el punto más castigado en esta quinta ola. ¿Y por qué ocurre esto?
“Puede darse la circunstancia de que, en algunas franjas, se estén evitando sobre todo casos de COVID y los que se detecten sean en gente que reúne las condiciones para una enfermedad grave o para una peor efectividad vacunal”, explica Mario Fontán, médico de Preventiva e investigador del coronavirus. También cree que el dato de hospitalizaciones “tiene mucha casuística detrás”, es decir, “puede haber alguien con COVID que no esté demasiado grave, pero que tenga muchas comorbilidades y que ingrese por esa razón”. De ahí la necesidad de observar la duración de los ingresos, el perfil de las UCI y los fallecimientos.
“La COVID se coge tanto estando vacunado como sin vacunar, pero el cuadro no tiene nada que ver. El fenómeno inflamatorio que se produce a partir del séptimo día es más llamativo y genera más opacidades pulmonares en la gente sin inmunizar”, manifiesta Ramos. Los vacunados se suelen recuperar a partir de la primera semana sin necesidad de entrar en unidad de críticos. “En semicríticos hay personas un poco más mayores, pero normalmente frágiles y con alguna patología. Cargan el sistema sanitario, pero probablemente no lleguen a la UCI. Hay una rotación muy importante de camas”, recoge Cámara, del Hospital Can Ruti.
La rotación rápida entre las camas es crucial para evitar el colapso y una de las razones, tal y como expresan los sanitarios, es que “se está atendiendo a todo el mundo”. En otras olas la saturación hospitalaria provocaba que los casos más leves se siguiesen desde casa, pero ahora “el cuadro más mínimo se ingresa”, dice el portavoz de la SEMI. Eso es bueno porque hay mucha gente que se recupera antes, pero los datos pueden inducir a interpretaciones erróneas, como advierte Mario Fontán.
“Hay que ver cómo es la tasa de hospitalización entre vacunados y no vacunados en cada franja de edad y comparar con olas similares”, recomienda. La más parecida a la quinta, por número de contagios notificados, es la tercera, ambas con más de 20.000 positivos al día. Pero, como hemos visto, el impacto entre los más vulnerables no tiene parangón. Caso distinto es el de los jóvenes.
Los jóvenes, los pacientes más críticos
Aunque el número de hospitalizaciones esté repartido (50% de 0 a 49 años y el otro 50% desde 49 a 80), los sanitarios no dudan de que los jóvenes se están llevando la peor estocada. “El 90% de las UCI muy graves están ocupadas por gente que no está vacunada o que ha recibido una sola dosis, y la media de edad, que antes no bajaba de 70, ahora está en treinta y pico”, explica la portavoz de SEMICAT.
“Es muy virulento este bicho. La UCI no COVID está llena de COVID y todos son muy jóvenes. Incluso hay que ponerles lo que llamamos una ECMO, una asistencia pulmonar, que es el paso siguiente al respirador. Hay embarazadas y gente de 17, de 19, de 29 años con él”, cuenta la sanitaria con tono desesperado. “Nos están ingresando un 8% de los casos que se dan en gente joven con neumonía”, comparte el doctor Ramos. Ambos hacen un llamado a la cautela, porque “nadie se imagina lo que se vive dentro de un hospital”. Aunque la incidencia en los grupos de menor edad está bajado de forma muy paulatina –ahora en 1.300 casos por 100.000 habitantes de 12 a 29 años–, los no vacunados siguen enfermando de forma grave.
“Nos ha sorprendido muchísimo, teníamos todo más o menos ajustado y en los hospitales el ambiente es parecido al de hace seis meses. No tenemos tanta gente mayor ingresada, pero hemos alcanzado un número de jóvenes que nunca imaginamos”, expresa el portavoz de los internistas. “Estamos en una situación que no nos esperábamos, volviendo a abrir las UCI COVID de enero”, se lamenta Cámara. Para la sanitaria “es desolador ver que algunos se lo toman a la ligera y que insinúan que nos lo inventamos o exageramos”. “Solo le pido a la gente una cosa: que se vacunen cuanto antes, pues los negacionistas están actuando con demasiada agresividad”, ruega.