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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Aumento de temperaturas, decisivo en la expansión de enfermedades zoonóticas

Madrid —

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Madrid, 6 jul (EFE).- El aumento generalizado de las temperaturas favorece la dispersión de posibles transmisores de enfermedades infecciosas en latitudes donde nunca estuvieron presentes, han explicado varios expertos consultados por Efe en el Día Mundial de la Zoonosis, que se celebra este miércoles.

Así, enfermedades como el virus del Nilo Occidental y la fiebre del valle del Rift, de las que son reservorios potenciales los mosquitos, acabarían expandiéndose por “el centro y el norte de Europa”, explica Rafael Jesús Astorga, catedrático de Sanidad Animal en la Universidad de Córdoba.

Sin embargo, Astorga matiza que, si bien “la distribución geográfica y temporal de las poblaciones de vectores depende del cambio climático”, también influyen otras cuestiones, como “el uso de la tierra, el control de plagas o la interacción de los virus con el hospedador”.

“Aunque tendamos a pensar en mamíferos, el principal foco de contagio está en los artrópodos”, advierte la directora del Centro de Investigación en Sanidad Animal (CISA), Noemí Sevilla.

A este respecto, Sevilla incide en el riesgo que suponen, como agentes transmisores, las garrapatas, “vectores de contagio de enfermedades como la fiebre Crimea-Congo o la enfermedad de Lyme”.

Pese a que “las personas suelen creer que las garrapatas sólo afectan a los perros”, Sevilla recomienda “ser muy precavido con ellas” y, en caso de notar alguna picadura, acudir a un centro médico inmediatamente para ser tratados.

Ambos expertos coinciden al señalar que, aunque el método para luchar contra las zoonosis varía según la enfermedad en cuestión, su prevención, como indica Astorga, “debe realizarse de forma general mediante la aplicación de planes integrales de medicina preventiva, bioseguridad, vacunación y política sanitaria veterinaria”.

Sevilla aclara que “existe una metodología general para evitar las zoonosis”, poniendo énfasis en “rehuir el contacto con determinadas especies”, así como en “luchar contra el tráfico de animales salvajes”, más habitual en “zonas de Asia y África”.

En cualquier caso, según Sevilla, predecir qué especie animal podría ser el reservorio potencial para un virus en el futuro “es impredecible” aunque, como ocurre con los murciélagos, contar con la información suficiente “como para saber que albergan gran cantidad de patógenos, muchos de ellos zoonóticos”.

No obstante, no se trataría de “demonizar a una especie o a un grupo de animales” como los murciélagos, sino de “evitar cualquier interacción con ellos o su entorno”, ya que son animales salvajes con los que se tiene por qué mantener ningún contacto.

Astorga indica que existen tres clases de zoonosis: aquellas transmitidas por animales al ser humano, como la rabia o la viruela símica; aquellas en las que son los seres humanos los agentes transmisores y los animales, los contagiados, como “algunas infecciones por Mycobacterium tuberculosis”, y, por último, las zoonosis que se propagan en ambos sentidos, como el SARS-CoV-2.

Para mantener bajo control las zoonosis, Astorga cree “imprescindible” que la sociedad esté informada sobre estas enfermedades, además de “la aplicación de estrictas medidas de higiene y bioseguridad para evitar, en caso de contacto estrecho con el animal, la posible transmisión del patógeno”.

El 6 de julio de cada año se conmemora el Día Mundial de la Zoonosis, con el objetivo de concienciar a la población sobre el riesgo que suponen estas enfermedades y las herramientas existentes para prevenirlas y tratarlas.

Por Julio Mármol Andrés