Isabel Díaz Ayuso anunció ayer que había tenido un contacto estrecho con una persona positivo COVID-19. Comenzó una cuarentena preventiva que le obligó a cancelar su asistencia a la misa del día de La Almudena, patrona de la ciudad de Madrid. Ayuso ya pasó el coronavirus en marzo, estuvo 26 días aislada en dos apartamentos de lujo propiedad del empresario Kike Sarasola a coste muy reducido, desde donde mantuvo su actividad. Y este martes ha informado de que ha dado negativo en COVID-19 y que “me han confirmado que mantengo los anticuerpos y no puedo contagiar”. Así que mañana miércoles retomará toda su agenda presencial.
Lo que hace la presidenta de la Comunidad de Madrid es correcto según los protocolos del Ministerio de Sanidad consensuados con las comunidades. La última Estrategia de Detección Precoz, Vigilancia y Control de COVID-19, actualizada a 25 de septiembre, establece una cuarentena y vigilancia de síntomas de la persona que ha mantenido un contacto estrecho –a menos de dos metros durante 15 minutos– con un caso confirmado durante los 10 días posteriores al último encuentro, 10 más si son convivientes y no pueden aislarse. Esto es así tanto si el contacto tiene una PCR positiva –pasará a tratarse como caso– como PCR o test de antígeno negativo, hay que guardar un mínimo de 10 días. Las cuarentenas de contactos son “una de las principales medidas de prevención para controlar la transmisión” del virus, según el Ministerio, porque es lo que evita que el virus se propague, y por tanto un tema con el que se ha intentado intensamente concienciar a la población. La prueba ha de hacerse “en función de la situación epidemiológica”, describe Sanidad. La Comunidad de Madrid renunció en sus propios protocolos a realizar PCR a personas que no fueran convivientes, vulnerables o sanitarios por insuficiencia de recursos.
Pero hay dos excepciones a estas cuarentenas, que es lo que permite a Ayuso retomar su actividad. La primera es haber tenido una PCR positiva en los últimos tres meses, con la COVID-19 ya superada. La segunda, recogida en el cuadro que acompaña el manejo de los contactos estrechos asintomáticos, es tener también en los últimos tres meses un test de anticuerpos con resultado IgG positivo–los IgG son los anticuerpos que aparecen una vez terminada la infección, los igM lo hacen al inicio–. La de Ayuso es la segunda opción, según ha informado ella: se ha sometido a un diagnóstico –de ese tipo para la ciudadanía se realizan en laboratorios privados, no en centros de salud– y en noviembre conserva los anticuerpos que su cuerpo generó en marzo para combatir el SARS-CoV-2.
Los pasos de Ayuso son por tanto estrictamente correctos. No tanto su afirmación. Que pueda evitar la cuarentena por tener un test de anticuerpos positivo es una decisión epidemiológica que responde a lo poblacional. Esto viene porque no hay consenso científico sobre el funcionamiento de los anticuerpos y de las reinfecciones y es un proceso que aún implica muchas incógnitas, pero sí que los indicios apuntan a que es improbable que se pueda ser contagioso si se tienen anticuerpos. Y por eso se estipula esa excepción para los aislamientos a nivel comunitario. Es decir, el riesgo poblacional que supone que las personas con anticuerpos se libren de los 10 días de aislamiento es bajo, explican algunos expertos a elDiario.es, porque las personas que a pesar de haber superado hace poco la enfermedad son contagiosas constituirían excepciones. Pero a nivel individual, nadie puede asegurar que no puede transmitir el virus por haberlo ya pasado. Es el mismo motivo por el que, aunque ya se haya tenido la COVID-19, se deben seguir manteniendo medidas de precaución como el uso de mascarillas, la distancia y la higiene. También porque, sin test reciente, nadie puede saber si los conserva. Por ejemplo, un 14% de los participantes del estudio de seroprevalencia del Ministerio que dieron positivo al inicio los perdieron en el transcurso de dos meses.
Las reinfecciones de COVID-19 confirmadas en el mundo todavía son apenas un puñado, y algunas de ellas están mal documentadas. En casi todos se ha registrado un curso más leve de la enfermedad. La viróloga Margarita del Val lo explicaba así: “Hay que recordar que nadie ha demostrado que los anticuerpos sirvan para proteger de nada, son una manera de medir quién se ha enfrentado a la infección. Los test tienen falsos positivos y falsos negativos. Valen a nivel de población, pero a nivel individual dan una información que es bastante contradictoria porque es incompleta; son test jóvenes. (...) Aunque hay poquísimos casos de reinfección, sí se está empezando a ver que en general suelen ser más benignas que la primera infección, así que uno tiene que estar razonablemente tranquilo de que probablemente si se vuelve a infectar, será más benigno. Pero los coronavirus circulaban ya en la población y la gente inmune se infecta, así que lo que no puede esperar es que no vaya a ser contagioso. Nada de visitar sin protección a personas vulnerables diciendo 'yo ya no te voy a contagiar', porque precisamente ahora será más asintomático y si lo tiene, no se enterará”.