Durante los últimos años muchas instituciones internacionales han tratado de alertar a la población sobre el creciente número de bacterias que se están volviendo resistentes a los antibióticos. La Organización Mundial de la Salud asegura que estas superbacterias suponen “una amenaza cada vez mayor para la salud pública mundial”, por lo que esta misma semana ha recomendado dejar de utilizar los antibióticos para estimular el crecimiento de animales.
Entre la batería de recomendaciones establecidas por la OMS, ademas de una racionalización del consumo, también está la de promover una mayor “inversión en la investigación y desarrollo de nuevos antimicrobianos, vacunas y pruebas diagnósticas”. Sin embargo, el problema a la hora de desarrollar nuevos antibióticos es que “es muy difícil encontrar nuevas moléculas, incluso hay gente que piensa que no es posible”, explica el investigador del Centro Nacional de Biotecnología, Daniel López.
Este especialista en superbacterias, que se trajo su laboratorio desde Alemania hace apenas tres años, ha publicado esta misma semana un estudio en la revista Cell en el que propone una nueva estrategia para luchar contra estas bacterias que no pasa por la creación nuevos antibióticos, sino por darle una nueva oportunidad a los que ya existen. “Hemos conseguido que las bacterias se vuelvan de nuevo sensibles a los antibióticos de uso rutinario en entornos hospitalarios”.
Hay quien ha calificado este avance como un “notición” ¿está de acuerdo?
No sé si es un notición [risas], pero creo que el trabajo es interesante.
¿Solo interesante?
Hombre, desde luego ahí hay algo muy interesante, porque con nuestra estrategia los antibióticos viejos siguen valiendo. Esto abre una posibilidad para retomar los antibióticos que estaban desahuciados y metidos en un cajón, porque todas las bacterias ya son resistentes a ellos. Hay tantos, que la posibilidad de volverlos a incluir dentro de nuestro arsenal es muy atractiva.
¿En qué consiste esta nueva estrategia?
Nosotros trabajamos investigando unas zonas dentro de la membrana de una bacteria, una especie de parches que nosotros llamamos microdominios. Estos parches contienen unas proteínas que son las encargadas de generar la resistencia a los antibióticos, pero estas proteínas solo funcionan si se encuentran dentro de los parches, así que lo que hemos hecho es diseñar una molécula que lo que hace es romper esos parches. De esta forma, lo que conseguimos es que las proteínas que le confieren la resistencia a la bacteria dejen de funcionar. Al final, lo que hacemos es domesticar una bacteria resistente y convertirla nuevamente en sensible a los antibióticos, con lo que le podemos administrar penicilina y matarla.
¿Con qué bacteria han trabajado?
Con el estafilococo áureo resistente a la penicilina, porque en los entornos hospitalarios es el que está causando los estragos más serios. Hay que tener en cuenta que los hospitales son zonas donde la resistencia es muy fuerte, puesto que se utilizan muchos antibióticos. A esto hay que añadir que hay muchos pacientes que pueden tener su sistema inmunitario comprometido, por lo que las bacterias tienen mucho más fácil proliferar en el cuerpo de estas personas. Ahí es donde se está haciendo fuerte este estafilococo resistente.
¿Es más probable que aparezca una bacteria resistente en un entorno de muchos antibióticos?
Sí, es en los ambientes en los que se utilizan muchos tipos de antibióticos donde se concentran la mayoría de las bacterias resistentes, ya que son el caldo de cultivo perfecto para que aparezcan las resistencias y es donde surgen los bichos más raros y más evolucionados.
En la industria ganadera, por ejemplo, no se utiliza un solo antibiótico, sino que se utilizan muchos y muy diversos, con lo que las bacterias que crecen en este entorno están evolutivamente programadas para resistir una combinación de hasta cuatro y cinco antibióticos. Si en algún momento, por algún error humano, esas bacterias saltan de la granja a un ambiente humano es cuando pueden empezar a surgir los problemas.
¿Cómo es el proceso de aparición de resistencias?
Es evolución pura y dura. La teoría evolutiva de Darwin hecha práctica. Supongamos que tienes una comunidad de cien millones de bacterias y al echar un antibiótico muy bueno matas a 99.999.999, quizás esa única bacteria que ha sobrevivido es diferente al resto porque tiene una mutación que hace que sobreviva. Entonces esa bacteria especial podrá crecer y dividirse, aún estando en presencia del antibiótico, hasta crear una nueva comunidad de millones de bacterias que serán resistentes.
Entonces, ¿es un proceso natural?
Sí, la evolución es algo natural, se da continuamente en la naturaleza y contra eso no podemos hacer nada. Lo que sí podemos y debemos hacer es regular el uso de antibióticos para ralentizar la aparición de resistencias y que nos de tiempo a buscar alternativas. El objetivo no es evitar la evolución, nosotros sabemos que las resistencias a los antibióticos van a aparecer tarde o temprano, pero necesitamos que ocurra más despacio. Tienen que utilizarse menos antibióticos, especialmente en los ambientes en los que se utilizan de forma más masiva, porque de la forma que está ocurriendo actualmente no damos a basto. Las bacterias siempre van por delante de nosotros y están apareciendo mecanismos de resistencia mucho más rápido de lo que podemos abarcar.
¿Cree que la sociedad está lo suficientemente sensibilizada con este problema?
Es posible que la sociedad no esté muy preocupada, pero hay que dejar claro que tenemos un problema muy serio y que es algo que está reconocido por todo tipo de instituciones internacionales. Ahora bien, los científicos tampoco queremos enviar un mensaje alarmista, no hay que montar trincheras en la calle, pero hay que ser consciente del problema.
Usted se ha traído su laboratorio desde Alemania, ¿está contento con el cambio?
La verdad es que estoy encantado y eso que al principio mucha gente me decía que para qué me iba, que seguro que perdía competitividad, que bajaría la calidad… Pero en realidad nos va genial y somos muy competitivos. Creo que el laboratorio está al mismo nivel que el que tenía en Alemania, o incluso yo diría que superior.
¿Cambiaría algo de la investigación en España?
Las trabas burocráticas, porque aquí son arduas. El sistema está viejo, es inflexible y hace que pierdas mucho tiempo. Creo que la ciencia española se beneficiaría muchísimo si el sistema se adaptase a los nuevos tiempos.
¿Por ejemplo?
Pues a la hora de comprar un equipo concreto, yo en Alemania entraba en una web, hacía un pedido a cargo de un proyecto y en dos días lo tenía. Aquí tienes que realizar toda una burocracia que hace que el equipo te pueda tardar cinco meses y esto es un disparate. Al final, lo que pasa es que los investigadores españoles juegan en desventaja y normalmente eso se suple echando más horas, porque sabemos que mucha de nuestra energía se pierde en rozamientos del sistema.