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Cada vez hay menos niños con exceso de peso en España, excepto en las familias más pobres

Niños y niñas en un comedor escolar.

Sofía Pérez Mendoza

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Uno de cada cinco niños y niñas de entre 6 y 9 años (un 20,2%) tiene sobrepeso en España y casi el 16% sufre obesidad infantil. Aunque continúan siendo elevadas, las dos cifras han mejorado desde 2019, según la última edición del estudio Aladino, realizado cada cuatro años por la Agencia de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), dependiente del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030. Sin embargo, ese progreso no ha sido homogéneo. El exceso de peso –la suma de las prevalencias de sobrepeso y obesidad– se enquista en los escolares de rentas más bajas. En ellos no se perciben mejoras.

“Esta forma de desigualdad es inaceptable para una democracia”, ha afirmado el ministro Pablo Bustinduy, que ha presentado el avance de resultados este miércoles. La brecha es especialmente profunda en obesidad: con una prevalencia de 23,6% entre los niños y niñas cuyas familias tienen ingresos menores a 18.000 euros frente a un 10,9%, menos de la mitad, entre las rentas de más de 30.000 euros anuales.



Lo socioeconómico se vuelve a confirmar como uno de los “principales determinantes que explican este riesgo para la salud”, según Derechos Sociales. La diferencia en normopeso es de 18 puntos: solo la mitad de los menores de familias vulnerables está en un peso saludable (50,7%) frente al 68,2% de los niños y niñas menos pobres. “Contra lo que se pueda creer o pensar, no estamos ante un problema individual, sino que hay una serie de factores contextuales que están relacionados con la precariedad, la pobreza o la falta de tiempo que repercuten en cuestiones esenciales como los hábitos alimentarios, la calidad del sueño o el sedentarismo. Todo ello marca el desarrollo de los niños y las niñas”, ha subrayado Bustinduy.



La diferencia en la incidencia se puede explicar a través de cuestiones fáciles de medir: cuánta fruta y verdura comen los niños y niñas, qué desayunan, cuántos refrescos beben, si hacen o no actividades extraescolares o cuánto tiempo pasan frente a las pantallas. El estudio Aladino ha medido todos estos parámetros con encuestas adicionales a las familias de los 12.678 escolares de 296 colegios de toda España a los que se ha pesado y medido.

Más de la mitad de los niños y niñas con más desahogo económico toman una fruta al día; un porcentaje que cae al 36% entre las familias más pobres. Con la verdura, la distancia es de diez puntos, 19,2% frente a 29,5%. Pero la mayor desigualdad se encuentra en el consumo de refrescos con azúcar tres o más veces a la semana: se da ocho veces más en los escolares de familias más desfavorecidas (0,9% vs. 7,8%).



Las actividades extraescolares que implican movimiento, por otra parte, también son más frecuentes en niños con más renta familiar (la distancia es de 20 puntos), mientras el tiempo que pasan ante las pantallas crece de manera inversa. El porcentaje de escolares de renta baja que pasan al menos dos horas diarias mirando el móvil, el ordenador o la televisión duplica a la proporción en el caso de los que crecen en hogares que ganan más de 30.000 euros al año (22,8% frente a 41,4%). Esto implica, por un lado más sedentarismo; y, por otro, mayor exposición a la publicidad, según el secretario de Estado de Consumo y Juego, Andrés Barragán.

El estudio forma parte de las herramientas de Vigilancia de la Obesidad Infantil (COSI) de la Oficina Europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y se lleva realizando en España desde 2011 por el Observatorio de la Nutrición y de estudio de la Obesidad de la Aesan. La OMS incluye a la obesidad como uno de los principales problemas de salud pública –no individuales– que, junto al sobrepeso, se asocia a numerosos problemas de salud. En adultos y también en la infancia. En este caso se mide solo a los niños y niñas de 6 a 9 años porque, a partir de edades posteriores, las cifras pueden verse alteradas por los diferentes ritmos de desarrollo y, por tanto, no ser tan comparables. Dimensionar el problema en esta etapa, además, permite una intervención temprana, según Derechos Sociales.



Medidas pendientes

La edición de 2023, al ser todavía un avance de resultados, no permite la comparación de España con otros países; un ejercicio que sí se puede hacer con la actualización anterior de 2019. Entonces, España ocupaba el tercer puesto en exceso de peso (39%) solo por detrás de Chipre y Grecia; y el cuarto en obesidad.

Los resultados son “fundamentales para el despliegue de políticas públicas que mejoren los hábitos” de los menores teniendo en cuenta “las diferencias tan importantes por renta y el impacto en la salud de los niños y las niñas”, sostienen en Derechos Sociales.

El Ministerio tiene en tramitación un real decreto de comedores escolares saludables para “equilibrar posibles ausencias de nutrientes que no se toman en casa”. También el ministro Pablo Bustinduy manifestó su intención de recuperar el decreto para prohibir la publicidad de productos insanos dirigidos a menores que decayó en la pasada legislatura por la oposición del Ministerio de Agricultura a la iniciativa impulsada por el exministro de Consumo, Alberto Garzón.

“El modelo de autorregulación de la industria alimentaria se ha demostrado insuficiente en un reto como este, hay que adoptar medidas ambiciosas”, ha apuntado Bustinduy en la presentación del estudio, aunque sigue sin haber fechas previstas para estos cambios.

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