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¿Cuántas ballenas morirán por colisiones con barcos en los océanos del futuro?

¿Cuántas ballenas morirán por colisiones con barcos en los océanos del futuro?

Antonio Martínez Ron

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El número de ballenas y otros grandes animales marinos que mueren cada año por colisiones con barcos es desconocido. Las estimaciones van desde unos pocos centenares a varios miles, pero no hay forma de saberlo, porque muchos de estos ‘atropellos’ en las autopistas del mar pasan desapercibidos y los animales se hunden en el océano sin dejar rastro. Para abordar el problema, la Comisión Ballenera Internacional (IWC, por sus siglas en inglés) puso en marcha en 2007 una base de datos global de colisiones con barcos (Global Ship Strikes Database), que está sirviendo sobre todo para establecer los “puntos calientes” donde las rutas de los cetáceos y las de los grandes cargueros se cruzan.

Pero no es suficiente. A pesar de las medidas de concienciación y coordinación, con un tráfico marítimo que va en rápido aumento, los choques con embarcaciones se están convirtiendo en una de las principales causas de mortalidad de ballenas y tiburones, según recalcan los autores de un comentario publicado en la revista Nature. “La humanidad y algunos de los animales salvajes más carismáticos del mundo están en curso de colisión en los océanos”, escriben, a la vez que señalan que, según algunos informes recientes, a partir de 2050 se espera que el tráfico marítimo aumente hasta un 1.200 %. 

Estas cifras, combinadas con datos sobre dónde se superponen las redes de transporte marítimo con los movimientos y agregaciones de animales marinos, presentan un panorama “alarmante”, advierten, aunque recalcan que poniendo en marcha una serie de medidas de mitigación y prevención a escala global se podrían reducir el impacto. Porque los datos sugieren que los choques con barcos podrían estar contribuyendo a impulsar la disminución de la población de muchos animales, lo que tendría efectos profundos en todos sus ecosistemas, afirman.

La “punta del iceberg”

“Varias líneas de evidencia indican que los registros existentes de colisiones con barcos representan la punta del iceberg de los daños actuales y futuros de la industria naviera a la biodiversidad marina”, señalan el investigador David Sims y sus compañeros en este artículo de análisis. Su afirmación se basa en diversos trabajos, como el que demostró en 2019 que los choques con barcos son una de las principales causas de mortalidad inducida por el hombre para la ballena franca del Atlántico norte (Eubalaena glacialis), en peligro crítico de extinción, o el estudio de 2020 que identificó más de 75 especies marinas en riesgo de sufrir daños por impactos. 

Proyección del aumento de tráfico marítimo para 2050

Número de movimientos previstos para 2050

6.300

63.000

0

2.000

12.500

20.000

33.000

142.000

620.000

Fuente: Anthony Sardain et al. Nature Sustainability, 2019

Proyección del aumento de tráfico

marítimo para 2050

Número de movimientos previstos para 2050

0

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20.000

63.000

620.000

2.000

12.500

33.000

142.000

Fuente: Anthony Sardain et al. Nature Sustainability, 2019

“No hay estimaciones fiables de cuántos animales mueren en colisiones con barcos”, indica Sims a elDiario.es. “Una estimación conservadora general sería de cientos a nivel mundial por año”. Sin embargo, es probable que el número de colisiones letales a buques sea bastante más elevado, según los pocos datos disponibles. “Encontramos evidencia en nuestro propio estudio publicado de que el 8% de los tiburones ballena rastreados probablemente fueron golpeados por barcos y murieron”, asegura. “Y en el artículo mencionamos que en cuatro sitios de estudio estadounidenses unas 80 ballenas por año murieron por colisiones en un área de 800.000 km2”.  

La humanidad y algunos de los animales salvajes más carismáticos del mundo están en curso de colisión en los océanos

El foco de preocupación se dirige más allá de las ballenas, a toda la megafauna marina, que incluye tiburones, tortugas marinas y otros organismos con una masa corporal de 45 kilogramos o más, muchos de los cuales están en peligro de extinción. Los informes de impactos tienden a centrarse en unas pocas especies que tienen más probabilidades de verse flotando cuando están muertas, como las ballenas, los delfines y las tortugas, subrayan. Pero “la mayoría de los animales marinos, y todos los peces cartilaginosos (tiburones, rayas, rayas, etc.), se hunden cuando están muertos y, por lo tanto, no serán observados”, subraya Sims.

Un “drama escondido”

Para Natacha Aguilar, bióloga marina en el Centro Oceanográfico de Canarias (CSIC) que trabaja en el estudio de cetáceos, este artículo en Nature es “magnífico” porque evidencia que las soluciones existen y coincide en que estamos viendo solo una pequeña proporción de las muertes. “Las colisiones con buques son el drama escondido de la megafauna marina”, explica. “El problema es grave a nivel internacional, y esto incluye a España. Canarias es el lugar del mundo con más registros de varamientos de cachalotes con signos de colisión, y sabemos que ocurren en otras zonas como Baleares o Gibraltar”. El problema en Canarias es grave desde hace décadas, insiste, y podría afectar a nivel poblacional al cachalote en el archipiélago, uno de los pocos sitios del Atlántico Norte donde estos animales se reproducen y residen todo el año. 

“Evidentemente, las colisiones son un problema”, asegura Antonio Fernández, catedrático de patología veterinaria de la Universidad Las Palmas (IUSA-ULPGC), quien ha realizado la autopsia de cientos de estos animales que aparecen muertos en las costas de Canarias. “De media, vienen varando en torno a 50 o 60 individuos cada año en Canarias”, informa. “Y animales grandes, en torno a dos o tres anualmente, con algunos picos”. Pero no es lo mismo la pérdida de unos pocos individuos en una población grande que en una pequeña y con otras características, advierte. “Los cachalotes son poblaciones que luego tardan mucho en crecer y reproducirse”, asegura Fernández. “La muerte de una hembra adulta que esté en época reproductora empieza a contar más que cinco delfines en una población de doscientos, porque lo importante es mantener los niveles poblacionales”.

El comentario de Sims y sus coautores pone una nota de esperanza al observar que, en comparación con otras amenazas a la biodiversidad marina, como la contaminación y el cambio climático, el problema de los choques con barcos se puede enfrentar con una serie de medidas que ya se han probado eficaces. Los investigadores exponen lo que se necesita para abordar este problema a escala global: mejores datos sobre dónde, cuándo, con qué frecuencia y para qué especies se producen los choques; un mayor compromiso con el problema, tanto de la industria naviera como del público; regulaciones que desvían los barcos o reducen su velocidad cuando viajan por ciertas áreas; y el seguimiento del cumplimiento de dichas restricciones. “Hacer que los choques con barcos sean una mayor prioridad a nivel mundial es una forma inmediatamente alcanzable de ayudar a conservar las especies marinas más vulnerables e icónicas del mundo”, concluyen.

En el caso de Canarias, se aplica la tecnología y estas políticas desde hace tiempo, aunque hay mucho margen para mejorar, según los expertos. “Conocemos este problema desde hace décadas y ahora por fin estamos investigando, gracias al proyecto europeo Intemares, la evolución de la abundancia del cachalote en Canarias y la posibilidad de aplicar tecnología infrarroja para mejorar la detectabilidad de los animales y, con ello, facilitar que las navieras maniobren para evitar la colisión”, subraya Natacha Aguilar. “Dado que Canarias ha sido identificado por la OMI como un punto caliente de colisiones a nivel mundial, es ya urgente tomar acciones concretas”, insiste. “Para ello se requiere que el gobierno canario y de España creen un grupo de trabajo dedicado a esto, que defina un Plan de Ruta para la Prevención de Colisiones en Canarias”.

“El mensaje es claro”, concluye Fernández, “es evidente que la actividad humana está in crescendo y si miras el tráfico marítimo, como pasa con los aviones, cada vez queda menos hueco. La ciencia puede aportar soluciones, pero hay que usarlas entre todos, tiene que haber una acción conjunta a nivel regional, nacional y global, si queremos que estos grandes animales tengan futuro”.

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