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Barajas, foco de contagios y escenario del caos en el discurso del PP, aunque los datos no lo respalden

En el alambicado discurso del Gobierno de Madrid para oponerse a la gestión sanitaria del Ministerio de Sanidad hay un protagonista recurrente: el aeropuerto Adolfo Suárez. La comunidad fracasó en su intento de incluir la realización de test PCR en la terminal de Barajas en el documento que se aprobó en la interterritorial de esta semana, en el que venían detalladas las medidas para atajar la pandemia que se verá obligada a poner en marcha a pesar de haber votado en contra.

La estrategia de calificarlo de “coladero”, en contra de las evidencias epidemiológicas y del criterio de los expertos, ha hecho aguas en las continuas negociaciones con el ministerio para frenar la expansión del virus en la región. El propio consejero de Sanidad, Enrique Ruíz Escudero insistió, mientras detallaba las nuevas restricciones impuestas por el Ejecutivo, en que “Sanidad se sigue negando a controlar la entrada de miles de personas desde el aeropuerto, Atocha y otras estaciones de tren”. Además, Isabel Díaz Ayuso azuzó las llamas en Twitter diciendo que “desde mañana podrás llegar a Madrid desde Berlín pero no desde Parla. Gracias por el caos, Pedro Sánchez”.

Aunque existen dudas respecto a la movilidad desde Barajas, en principio las restricciones afectan a cualquier medio de transporte, incluidos aviones o trenes. No obstante, fuentes de AENA consultadas por este punto concreto afirman que el aeropuerto de Barajas está operativo y que las medidas dependen de la Comunidad Autónoma, aunque Ruíz Escudero ha pasado la pelota al Gobierno central: “No hay ningún tipo de decisión y creo que es el Ministerio el que tiene que decir qué es lo que quiere hacer exactamente”.

El aeropuerto de Barajas ha sido el clavo –uno de ellos– al que agarrarse por parte del gobierno de Madrid desde el inicio de la desescalada para evitar tomar medidas más contundentes. El equipo de Ayuso ha señalado siempre el aeropuerto como la vía de entrada de positivos, aunque los datos no lo respalden, al tiempo que retrasaba la contratación de rastreadores. Ahora, con la tensión con el Gobierno en su punto álgido, esta estrategia de ataque continúa y se suma a la de los meses anteriores.

Barajas, en datos

A principios de verano, mientras que Isabel Díaz Ayuso aseguraba que la situación epidemiológica estaba “controlada”, exigía pruebas PCR a los turistas antes de pisar territorio español. Sanidad Exterior dijo entonces que no había “capacidad material ni logística” ni los especialistas en salud pública veían “justificación alguna para realizárselas a los cientos de miles de personas” que ingresasen al país desde un aeropuerto internacional. Los números fueron bastante distintos.

Entre julio y agosto, contando con vuelos nacionales e internacionales, Barajas registró poco menos de dos millones y medio de pasajeros. Un 66% menos que el año anterior y sin diferenciar entre salidas y llegadas. Además, según los últimos datos de la Consejería de Sanidad de Madrid, desde el 11 de mayo al 29 de septiembre, solo se han detectado 149 casos de COVID-19 importados. O dicho de otra manera, “aquellos que han permanecido fuera de España durante todo el período de incubación de la enfermedad” y a quienes Ayuso quiere hacer PCR en Barajas.

Sin embargo, la cruzada por los controles aeroportuarios prosiguió en el encuentro que mantuvo la semana pasada la presidenta madrileña con el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, y donde volvió a insistir en que Barajas es una compuerta abierta para los contagios. “Con fórmulas imaginativas de colaboración se puede testar a quien entra en nuestro país, para que podamos protegernos entre todos, igual que se le pide a un español cuando va a a otro país”. Una consigna que se ha convertido en bandera del Partido Popular y que otros miembros de la formación reclaman siempre que tienen oportunidad, como su Secretario General, Teodoro García Egea.

“Está empeñada en echarle la culpa de la situación a Barajas y al AVE, pero los contagios que entran, al menos por el aeropuerto, son mínimos”, explica Milagros García Barbero, exdirectiva de la OMS. Ella comparte opinión con los epidemiólogos que en junio desecharon la idea de hacer PCR a las llegadas. “Su diagnóstico dura como mínimo 24 horas y requiere la instalación de un laboratorio, ¿qué se haría con esa gente durante ese tiempo?”, se plantea.

Pedro Gullón, de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), dijo en su día que este tipo de pruebas solo da una “imagen fija” del momento: “Nadie puede asegurar que un negativo hoy no sea un positivo mañana y eso puede ser problemático para el seguimiento de los turistas y para su propio autocontrol”. Desde la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH), compartían criterio: “Treinta segundos después de un negativo en PCR te has podido contagiar”.

En cambio, las pruebas de antígenos rápidas, para García Barbero, “serían mejor opción” porque “se tarda 15 minutos en tener resultados y los nuevos tienen una alta fiabilidad y especificidad”. “Aún así, y teniendo en en cuenta la baja incidencia de Barajas, me parece inútil. Sería mejor utilizar esos recursos humanos y económicos en las zonas donde hace falta”, concluye la exinvestigadora de la OMS. La Comunidad de Madrid ha comenzado a hacer este tipo de pruebas en los distritos con mayor incidencia, como Puente de Vallecas, donde solo se han presentado 300 voluntarios de los 1.000 que estaban convocados.

“Si en Barajas se ha detectado, no ahora sino desde junio, cuando se abrieron las fronteras, que estaban entrando casos de personas que daban positivo y las identificamos en los hospitales, es necesario desplegar allí instalaciones y carpas donde hagan test, igual que en las estaciones de tren, es de sentido común”, abundó este miércoles Ignacio Aguado.