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Un verano libre de deberes escolares

Nueva batalla en la guerra de la federación estatal de Ampas (Ceapa) contra los deberes. Las asociaciones de padres de la escuela pública han dado una vuelta de tuerca en su lucha contra las tareas en casa y, a punto de acabar el curso escolar, ha arrancado una campaña para que los centros no pongan deberes a sus alumnos. Ninguna tarea como tal a ningún alumno, independientemente de su rendimiento escolar.

“Las vacaciones de verano deben ser un tiempo libre para toda la comunidad educativa, no solo para el profesorado. Exigimos que los niños dispongan de tiempo libre, y que la vida familiar no esté condicionada por las actividades curriculares”, sostiene Jesús Salido, presidente de Ceapa. “Cada día recibimos más llamadas de familias denunciando la situación que la sobrecarga de deberes les genera en sus casas”, asegura. “Además, nosotros no vamos a la oficina para no perder el hábito, ese argumento no es positivo ni pedagógico”, añade.

No todas las familias piensan igual. Pedro José Caballero, presidente de la federación de padres católicos Concapa, afirma que “los deberes no se tienen que quitar. Partiendo de que el verano es muy largo y a los críos no solo hay que ocuparles el tiempo en lo lúdico sino también en lo educativo. Acorde al nivel y al niño, se les debería poner una serie de deberes o compromisos educativos para que no pierdan lo asimilado durante el curso”, opina.

Y frente al día a día de las familias, o en paralelo, está la literatura científica. Dicen los estudios, por un lado, que con dos meses de inactividad se desaprende, se pierden algo los conocimientos adquiridos durante el curso. Y también que durante esta época los hijos de las familias con más recursos aprovecharán para hacer actividades (campamentos de verano, etc.), de manera que aumentará la brecha ya existente, con carácter general, entre ellos y los alumnos más desfavorecidos socioeconómicamente. Algo similar a lo que ocurre con los deberes: los niños con posibles tienen más facilidad para hacerlos, bien porque sus padres pueden ayudarles, bien porque pueden pagarles academias. Resultado: aumento de la desigualdad. Por último, la estadística asegura que España es uno de los países que más deberes ponen durante el curso, según la OCDE: seis horas de media semanales.

“Quitarlos es hacer lo mismo pero al revés”

Óscar González, maestro de Primaria y autor de un blog sobre educación, concede que durante el curso escolar muchos niños tienen sobrecarga de deberes. Pero matiza que “el verano es una etapa en la que el niño tiene que descansar, pero no descuidar los hábitos”. Cree este educador que lo ideal sería que los profesores programaran algunas tareas para cada menor en función de su edad y el nivel. “No necesita lo mismo un alumno de todo sobresalientes que uno de todo suspensos”, sostiene. “Si les quitamos los deberes del todo estamos haciendo lo mismo [en referencia a la sobrecarga], pero al revés”, zanja.

Asegura González que los niños “a veces olvidan cosas del primer trimestre al tercero. Imagínate entonces dos meses sin tocar un libro”. Y pone el ejemplo de segundo de Primaria, donde él da clase. “Están aprendiéndose las tablas de multiplicar. Si no las miran en verano se les habrán olvidado por completo”, afirma. La cuestión en su caso es, más que deberes sí o no, qué tipo de tareas deben realizar los alumnos durante este periodo.

Caballero, de Concapa, defensor de los deberes, es partidario de fomentar la aspectos como la lectura, la redacción o los idiomas. “Solo con actividades lúdicas no acaban de desarrollar la mente”, opina. Y asegura que los chicos que no hacen nada en todo el verano empiezan el curso con un retraso que pueden acabar arrastrando todo el año. Él habla de media hora al día de cierto trabajo, por ejemplo los típicos libros de vacaciones de verano.

Respecto a los tiempos, muchos pedagogos defienden la regla de los diez minutos. Hasta tercero de primaria se pone media hora de trabajo. Y desde ahí, diez minutos más por curso hasta sexto, que llegarían a la hora diaria.

Esto, los que están a favor. Otros creen que el verano es una época de esparcimiento, de relacionarse, socializar o aprender otras cosas. “Hasta los 8 ó 9 años con leer un libro, practicar deporte y jugar es suficiente”, defiende Lourdes Mantilla, psicóloga clínica, de la web solohijos.com. Para los mayores, si ha habido algún suspenso o problema, propone alguna actividad de repaso, pero “sin marcar horarios inflexibles ni unas normas demasiado estrictas. Una mala nota ya es un castigo por sí misma.

Deberes ¿ilegales? y recuperaciones

Además, Ceapa ha presentado en el Ministerio de Educación un documento dirigido al futuro ministro en el que cuestiona “la obligatoriedad de realizar actividades curriculares fuera del horario lectivo”. Asegura la federación de Ampas que en ningún sitio pone que los niños tengan que hacer deberes y por tanto no se incumpliría ninguna norma si no los hace. “¿De qué modo se le puede sancionar? ¿Qué base legal sustenta que un docente valore negativamente la no realización de una tarea fuera del horario lectivo?”, se preguntan en el texto.

Opina Ceapa que esto es “una injerencia” en la vida privada de las familias porque el centro no puede exigir que se hagan tareas fuera del horario lectivo porque sus competencias acaban en el mismo momento en que lo hace la jornada escolar. Las familias achacan la proliferación de deberes a lo cargado que está el currículum, aunque ese ya es otro debate. O, más probablemente, el inicio de este.

Por último, la federación reclama también que para Secundaria se adelanten los exámenes de recuperación de septiembre a junio para que estos no interfieran en las vacaciones. Esta medida está incluida en la reforma del calendario escolar que ha aprobado Cantabria ya para el próximo curso.