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Batallando por la igualdad en las aulas
Lucía ha propuesto a sus compañeros de instituto pintarse la cara con los símbolos de hombre y mujer unidos por un igual para celebrar el Día de la Mujer; se trata de un gesto desde abajo, que puede tener un impacto superior al de muchas campañas institucionales, explican a Efe varios expertos.
Esta niña, de 13 años, ha recorrido el instituto Manuel Fraga Iribarne de Madrid en el que estudia, clase por clase, explicando su idea y reconoce que está sorprendida de que muchos de sus compañeros le hayan escuchado y vayan a secundarla mañana.
“Pensé que el Día de la Mujer había que hacer algo, que iba a llevar una camiseta y pintarme la cara con el símbolo de la mujer, pero luego vi que a lo mejor podía interesar a más gente y que no tenía sentido sólo el símbolo de la mujer, sino los dos juntos, hombre y mujer, porque lo que quiero expresar es que todos somos iguales; hay que pedir igualdad, no superioridad”, explica.
Lucía opina que “la desigualdad afecta a todos”, por lo que combatirla es cosa de todos: de chicos y de chicas. “Cuando defendemos que todos deben ser iguales, no tiene sentido que lo pidamos las mujeres, si quieres igualdad la quieres para todos”.
“Creo que lo van a hacer muchos compañeros de 1º,2º y 3º de ESO, los de Bachillerato no se lo tomaron muy en serio; les interesó mucho a un curso de primero que en clase tenían en las ventanas carteles contra el machismo; todos estuvieron muy callados mientras se lo contaba”, dice Lucía.
En otro instituto madrileño, el Ramiro de Maeztu, un grupo de estudiantes de Bachillerato han creado un colectivo de igualdad que organiza actividades e imparte charlas a sus compañeros de secundaria.
Marina, que ya ha cumplido 17, pertenece a ese grupo, que han bautizado como “Lilith” y que crearon hace un año. Cuenta que para esta semana han preparado charlas sobre el Día de la Mujer, conciertos e incluso actividades de defensa personal.
“Hacemos campañas de visibilización del papel de la mujer en distintos ámbitos, como la ciencia, la literatura o el arte, además de campañas de denuncia sobre las situación de las mujeres en distintos países, campañas sobre la ablación o sobre las relaciones tóxicas”, relata.
El impacto de estas iniciativas “entre compañeros de clase o de instituto van mucho más allá que cualquier campaña publicitaria de sensibilización que pueda lanzar un organismo oficial, como el Ministerio de Sanidad, o que puedan hacer otros adultos”, destaca el psicólogo infanto-juvenil, Abel Martínez.
“Como ha salido de ellos, van a encontrar con mayor facilidad la solidaridad de sus compañeros y además, lo van a hacer en su mismo lenguaje, por lo que el mensaje será mas eficaz y cercano”.
Según el experto, el impacto que tienen en la adolescencia propuestas de igual a igual, “es superior al de los padres, que de pequeños son la referencia”, pero en esa etapa quedan relegados.
No obstante, las iniciativas de los estudiantes, deben estar acompañadas de más políticas de lucha por la igualdad “desde los ámbitos oficiales, para hacer llegar ese mensaje también a los adultos, porque seguimos viendo muchas muertes por violencia de género”, la principal consecuencia de la desigualdad.
“Todos nacemos con la idea de igualdad, hasta que alguien te dice que dejes una muñeca que es de chicas o que no juegues al fútbol, que es de chicos; la cultura de la infancia marca el sistema de valores, por eso es esencial que se extienda la conciencia de igualdad entre los padres”, argumenta.
Para Esteban Cañamares, psicólogo clínico, “estas iniciativas son muy positivas porque vienen de gente joven, que son el futuro”.
“Las convocatorias de base son más poderosas a largo plazo que las institucionales”, también coincide este profesional, que destaca que “siempre que transmitan un mensaje de igualdad es positivo”.
Los expertos destacan la importancia de aprovechar esa rebeldía adolescente y canalizarla bien en reivindicaciones sociales.
“Tenemos la responsabilidad de animar a nuestros adolescentes a que luchen por causas importantes y a que se conviertan de alguna forma en activistas del cambio de la sociedad futura”, concluye Abel Martínez.
Ana Rodrigo
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