Un hombre fue detenido como sospechoso del asesinato de su pareja, cuyo cadáver había sido hallado meses antes. La mujer dejaba dos menores huérfanos y es la víctima número 46 por violencia machista en lo que va de 2018, según confirmaba este viernes el Gobierno. También es la novia de ‘el rey del cachopo’, motivo por el cual, después de ser asesinada, su cara y los detalles de su vida y relación con su agresor han copado tertulias de televisión y titulares. El mismo día que la jueza lo dirigía a los juzgados de violencia contra la mujer, en Telecinco especulaban sobre un aborto.
Este ha sido un nuevo caso de crimen machista contado de manera sensacionalista y sin hablar de lo que lo envuelve. “Se cubre de manera que cada noticia casi parecen capítulos seriales. Así es imposible hablar del crimen dentro de lo político, de un crimen machista consecuencia de una estructura patriarcal. Así se banaliza la violencia sexual”, sentencia Nerea Barjola, investigadora y autora de Microfísica Sexista del Poder, un libro-tesis sobre el tratamiento mediático del asesinato de las niñas de Alcàsser.
Se ha echado mucho la vista atrás para analizar los fallos en aquel caso de 1993, pero más recientemente, la Nochevieja de 2017, supimos que Diana Quer, de 18 años, había sido asesinada tras un intento de violación de un desconocido cuando volvía a su casa. Antes de ese día –y de que se convirtiera en una reivindicación en movilizaciones como el 8 de marzo–, se había escarbado en sus relaciones familiares, y muchos habían apuntado a su entorno. Su desaparición parecía una suerte, como definía Barjola, de “serial”. Pasó otras veces: Anabel Segura, Rocío Wanninkhof, Sandra Palo o Marta del Castillo.
El caso Marta del Castillo y la falta de autocrítica
El asesinato y desaparición de la joven de 17 años Marta del Castillo, a pesar de que su entonces novio cumpla condena, jamás ha sido considerado violencia machista. Se había publicado que este 2018 el suyo junto a otros casos iba a ser revisado por el Consejo General del Poder Judicial para actualizar los datos sobre violencia machista de acuerdo con el Convenio de Estambul y en el marco del Pacto de Estado. Desde el Observatorio de Género del CGPJ concretan a eldiario.es que en el informe que se realizó solo se estudiaron las sentencias de 2016, por lo que la de Marta del Castillo, de 2009, no se integraba. A pesar de ello, “para el Observatorio, es un caso indiscutible de violencia de género”, aclara Ángeles Carmona, su presidenta. Añade que “lo son los casos que afectan a la mujer por el hecho de serlo, o de manera desproporcionada”.
“Debe difundirse esa calificación de violencia de género, que informa y sensibiliza sobre sus devastadores efectos”, indican desde el Observatorio. Pero no se ha hecho y, tras todos errores parece, según Nerea Barjola, que ha faltado autocrítica y aprendizaje: “Las formas cambian algo, pero no cambia el contenido. Los medios entienden determinados límites relacionados con las imágenes y ahora sería impensable ver ciertas cosas explícitas. Pero no los que tiene que ver con ejercer el poder con los discursos, las palabras y sus significados. Qué supone construir un relato con el que se rentabiliza el asesinato y tortura sexual de mujeres”.
Coincide Natalia Martínez, investigadora en Televisión y Género por la Universidad Complutense de Madrid. Ella describe lo que se conforma en el caso de Marta o Diana como “una especie de relato de ficción que nos hace caer en mitos y estereotipos y alimenta la violencia simbólica”. Detecta, además, una “sobrerrepresentación” de la víctima y de toda su vida. Para Martínez, que ha analizado la violencia de género en programas como 'Cámbiame' y que recuerda a Ana Orantes como un antes y después, es una contradicción concienciar en otros espacios o insistir con el 016 si luego se produce esta “espectacularización” de otros casos.
Para ambas expertas, concretamente con el 'rey del cachopo' ha habido un elemento central extra: el nombre. “Empieza ahí, suena incluso con punto cómico. De personaje jugoso que podría aparecer hasta en Sálvame y que acaba eclipsando al crimen”, piensa Martínez. A Barjola ese mote le pone directamente “nerviosa”: “Lo enlazo un poco con lo que pasó con ‘el maestro Shaolín’, otro caso. Se les pone una identidad que no es de verdad, que dificulta identificarle, mientras nos aportan un montón de datos de la víctima. No ayuda a profundizar en el debate serio, a hablar de los privilegios que detentan los hombres sobre las mujeres. Es solo morbo y banalizacion”.
Sociedad, tertulias o sucesos
Barjola decía cuando presentaba su libro que “cada generación tiene su relato sobre el peligro sexual”. La de la actual podría ser Diana Quer, pero en otros países también tienen los propios: Laëtitia Perrais, de 18 años, fue violada, asesinada y descuartizada en enero de 2011 en Francia. El periodista Ivan Jablonka analizaba extensamente en el libro Läetitia o el fin de los hombres el abuso machista que había sufrido la chica y el tratamiento mediático y uso político de su asesinato. En la vida de Laëtitia, escribía, hubo tres injusticias: la violencia de sus progenitores; su asesinato; y la metamorfosis de su crimen en suceso, es decir, “en espectáculo de muerte”.
Jablonka agregaba que un suceso “exige un monstruo que debe ser encerrado” y eso “apunta al advenimiento de una sociedad dividida en buenos y malos”. María Angulo, profesora de Periodismo de la Universidad de Zaragoza y autora de un reportaje en la revista Mujeres de eldiario.es sobre el discurso “casi melodramático” en algunas publicaciones sobre 'la manada', explica parecido la “diferencia abismal” que supone que algunos crímenes machistas que sobresalen mediáticamente vuelvan a las páginas de Sucesos: “Si va en Sociedad, es un asunto que nos afecta a todos los ciudadanos, sobre lo que hay que exigir medidas. Si va en Sucesos, se señala implícitamente como algo extraño, excepcional, un accidente meteorológico. Ante un suceso a la sociedad solo le queda lamentarse y dar condolencias, de la otra manera hay que responsabilizarse”.
Eso en prensa. En televisión, uno de los principales problemas de que crímenes machistas como el que perpetró el 'rey del cachopo' ocupen tantas horas de programación es, según Martínez, que acaban “en magacines matinales, con comentaristas en la mesa que tan pronto opinan de corrupción, de corazón o de esto. Eso manda el mensaje de que es un episodio excepcional y no parte del problema estructural”. Nerea Barjola ve igual esas tertulias: “Si hablamos de matemáticas llamamos a matemáticos. Si hablamos de violencia sexual, hay que hablar con feministas o expertas en violencia sexual que contextualicen. Si no se hace así, se habla sin haber hecho una reflexión, sin la perspectiva feminista que es necesaria introducir en todos los debates”.