“El balance de este año de las amenazas inminentes para la salud derivadas de la inacción climática revela los resultados más preocupantes de nuestros ocho años de seguimiento”. El grupo de científicos que elabora año a año desde 2015 el informe Lancet Countdown para monitorizar los vínculos entre la salud y el cambio climático advierten de que, una vez más, se han batido récords. Para mal. De los 15 indicadores que monitorean los peligros, exposiciones e impactos, una decena revelan alcanzaron las cifras más altas jamás vistas.
Este ritmo está siendo superior a la velocidad de los humanos para adaptarse y esquivar los efectos más dañinos. “A pesar de años de monitoreo que han expuesto las amenazas inminentes para la salud debido a la inacción climática, los riesgos de salud a los que se enfrenta la población se han exacerbado por años de retraso en la adaptación, dejando a las personas desprotegidas ante las crecientes amenazas del cambio climático”, dicen los investigadores.
En cifras: el 68% de los países informó una implementación alta o muy alta de capacidades de gestión de emergencias de salud obligatorias por ley en 2023, de los cuales únicamente el 11% eran países de bajo índice de desarrollo (IDH); y solo el 35% tiene sistemas de alerta temprana para enfermedades relacionadas con el calor. La “escasez de recursos financieros” se identificó con un “obstáculo clave” para adaptación. Se va avanzando de a pocos: 50 países informaron a finales de 2023 haber evaluado formalmente sus vulnerabilidades en salud y necesidad de adaptación frente a los 11 del año anterior; y los territorios con un Plan Nacional de Adaptación en Salud (HNAP) crecieron de 4 en 2022 a 43 en 2023.
La crisis climática “es una crisis sanitaria” y “ninguna región queda indemne”, ha recordado el doctor Tedros Adhanom, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que ha trabajado junto a 122 expertos de 57 instituciones académicas y otros organismos de Naciones Unidas en el informe anual.
Afecta al sueño
Hay consenso en que “poner la salud de las personas en el centro de la formulación de políticas sobre el cambio climático es clave”. Basta con repasar estos indicadores: la mortalidad relacionada con el calor en mayores de 65 años aumento un 167% en comparación con los años 90 –102 puntos más de lo esperado sin la subida de la temperatura–; y la exposición a muchos grados cada vez afecta más a la actividad física y a la calidad del sueño. Las personas que hacen deporte se sometieron a riesgo de estrés por calor durante un 27% más de horas que hace tres décadas y se perdieron un 6% más de horas de sueño, por los efectos del calor para dormir, que el promedio entre 1986 y 2005.
La exposición al calor ya afecta a la productividad laboral: se han perdido 512 millones de horas de trabajo potenciales en 2023
Por otra parte, las tormentas de arena y polvo favorecidas por condiciones climáticas más cálidas y más secas provocó el aumento del 31% en las personas expuestas a concentraciones “peligrosamente altas en partículas en suspensión”. Esto se conjuga con cambios en los patrones de las lluvias y subidas de temperaturas que son un caldo de cultivo para la transmisión de enfermedades infecciosas morales como el dengue, la malaria, el virus del Nilo Occidental o la vibriosis. El riesgo de contagio por los mosquitos que llevan el dengue –Aedes albopictus y Aedes aegypti– aumentó un 46% y en un 11% respectivamente en la última década, en comparación con los años cincuenta. De hecho, en 2023 se batió un récord de más de cinco millones de casos de dengue en más de 80 territorios, algunos de ellos no previamente afectados.
Los impactos del clima extremo tienen un efecto también en el trabajo. La exposición al calor ya afecta a la productividad laboral: se han perdido “512 millones de horas de trabajo potenciales en 2023”, según el informe, “lo que equivale a 835 mil millones de dólares en pérdidas de ingresos potenciales”. La situación afecta sobre todo a las comunidades más desfavorecidas donde estos impactos “reducen aún más su capacidad para afrontar y recuperarse de los efectos del cambio climático”, anotan los científicos.
Pese a los daños récord recogidos en el informe, los científicos resaltan “algunas razones para un cauto optimismo”: las muertes por contaminación atmosférica derivada de combustibles fósiles se redujeron casi un 7%, de 2,25 millones en 2016 a 2,09 millones en 2021. “El 59% de este descenso se debió a los esfuerzos por reducir la contaminación procedente de la combustión de carbón, lo que demuestra el potencial de la eliminación progresiva del carbón para salvar vidas”.
Más lejos del Acuerdo de París
Mientras, recoge el informe, las emisiones mundiales de dióxido de carbono relacionadas con la energía fueron un 1% superiores a 2022. Y hay más: la proporción de combustibles fósiles en el sistema energético mundial aumentó por primera vez en una década durante 2021 (el 80,3% de toda la energía frente al 80,1% de 2020). “Mientras que la acción climática se ve limitada por la falta de financiación, la inversión en combustibles fósiles todavía atrajo el 36,6% de la inversión energética mundial en 2023, con muchos gobiernos también aumentando los subsidios explícitos a los combustibles fósiles en respuesta al aumento de los precios de la energía tras la invasión rusa de Ucrania”, advierte el informe.
Los científicos avisan de que, “reforzadas por unos beneficios récord”, las 114 empresas más grandes de petróleo y gas del mundo han aumentado sus niveles previstos de producción de combustibles fósiles desde 2023, “lo que llevaría a que sus emisiones superasen los niveles compatibles con 1,5 °C de calentamiento en un 59 % en 2030, y en un asombroso 189 % en 2040”.
Entre 2016 y 2022 se destruyeron casi 182 millones de hectáreas de bosques "lo que equivale al 5% de la cubierta arbórea mundial, disminuyendo la capacidad natural del mundo para capturar dióxido de carbono"
El cumplimiento del Acuerdo de París, con estas cifras, está cada vez más lejos. La peor situación se dibuja con 33 de estas empresas que podrían superar sus emisiones de gases de efecto invernadero más de un 300% dentro de 15 años. “La incesante expansión de los combustibles fósiles y las emisiones récord –subrayan los científicos– agravan estos peligrosos efectos sobre la salud, y amenazan con revertir los limitados avances logrados hasta ahora y poner un futuro saludable aún más lejos de nuestro alcance”.
Esta edición del Lancet Countdown agrega nuevos datos que miden de manera directa la afectación el ecosistema. Se estima que entre 2016 –cuando entró en vigor el Acuerdo de París– y 2022 se destruyeron casi 182 millones de hectáreas de bosques “lo que equivale al 5% de la cubierta arbórea mundial, disminuyendo la capacidad natural del mundo para capturar dióxido de carbono”. Las mayores pérdidas se localizaron en Rusia (35,8 millones de hectáreas), Estados Unidos y Canadá (casi 15 millones de hectáreas en cada país).
El 11 de noviembre comienza en Azerbaiyán, la nueva COP29. Una oportunidad para que los países se comprometan “a una acción climática más ambiciosa que no solo proteja el planeta, sino que también mejore la salud”, apunta el doctor John-Arne Røttingen, director de la organización Wellcome, que colabora con la elaboración del informe.