En la noche en que EEUU ha iniciado formalmente su salida del Acuerdo de París contra el cambio climático y mientras corre el tiempo para que se celebre en Madrid la cumbre climática de la ONU, la crisis climática apenas ha asomado en el debate de candidatos para el 11M. Y eso a pesar de que una batería de estudios de opinión en 2019 (del Centro Pew, el Real Instituto Elcano o el Eurobarómetro de septiembre pasado) lo han colocado como la principal preocupación a nivel global y la primera amenaza mundial para los españoles.
La crisis climática solo ha sido mencionada explícitamente por el candidato socialista, Pedro Sánchez, a la hora de hablar de economía. En los partidos de la derecha, Vox ha mantenido su estado de negación –ni lo menciona en sus compromisos electorales– y el PP le dedicó más tiempo en la intervención del 1 de noviembre de su portavoz parlamentaria, Cayetana Álvarez de Toledo, que el usado por su líder Pablo Casado.
Álvarez de Toledo fijó la posición: “La Cumbre del Clima nos va a dar una ocasión para ir al fondo del asunto y buscar una política de la evidencia. Que no esté basada en puras supersticiones ni de un tipo ni del otro”. Un giro revisionista climático que el candidato del PP no se encargó de revertir. Sencillamente recordó que su partido “ratificó Kioto y ratificó París”, refiriéndose a los acuerdos internacionales contra el cambio climático.
Evidencia científica ya establecida
Sorprenden las dudas de Álvarez de Toledo cuando los datos científicos se acumulan: la concentración de CO en la atmósfera –el principal gas de efecto invernadero– está en niveles no vistos desde hace millones de años, como vienen constatando los observatorios de vigilancia atmosférica global en Tenerife y Hawaii: se rebasó el umbral de las 400 partes por millón (ppm) en 2015 y este abril se superaron las 415 ppm por primera vez en tres millones de años. “Territorio inexplorado”, aseguran los expertos. El director del Observatorio tinerfeño de Izaña subrayó que, a nivel global, la concentración ha crecido un 30% en los últimos 35 años.
Los termómetros también registran los años más cálidos desde la época preindustrial curso tras curso durante el siglo XXI: los cuatro últimos años fueron los más calientes, como certifica la Organización Meteorológica Mundial. En lo que va de año, 2019 es el segundo más cálido del ranking. Las mediciones por satélite de la NASA evidencian cómo el hielo en los polos norte y sur se derrite cada vez más. En los últimos 40 años, la capa de hielo que permanece siempre helada en el Ártico ha caído un 35%.
Si el programa de Unidas Podemos tiene 11 puntos relacionados con el cambio climático y el del PSOE echa mano a los planes ya lanzados: la ley de cambio climático, la estrategia de transición justa y la de pobreza energética, ambas formaciones dibujan un objetivo parecido: fuerte reducción de emisiones de CO para 2030 y casi anularlas en 2050.
Para España, el Partido Popular menciona en su programa dos medidas relacionadas con las emisiones de gases que provocan el cambio climático: una para poner matices al abandono de fuentes de energía fósiles: “Aprovechar al máximo las opciones renovables que ya son competitivas”, pero añaden inmediatamente “sin renunciar a otras tecnologías que aún son útiles a nuestro país”. La otra para “aprobar” un plan de energía y clima. El plan ya está siendo revisado por la Comisión Europea tras la elaboración del Ministerio para la Transición Ecológica.
España vulnerable
Tampoco los populares o Vox hacen referencia a los impactos ya presentes en el territorio nacional español, como la multiplicación de las olas de calor que certifica la Aemet. Los datos que recoge la Agencia muestran que los años más cálidos en España se suceden: 2011, 2012, 2015 y 2017 han batido el récord y los veranos ya duran cinco semanas más que en 1980. La extensión de país expuesta a clima árido ha crecido un 6%.
Ciudadanos en su programa ha mencionado de manera general crear un sistema eléctrico basado en renovables para 2050 y conseguir “no depender de los combustibles fósiles” mediante una ley de cambio climático. Sin embargo, Albert Rivera no ha parado de calificar de “dieselazo” cualquier iniciativa para reducir las ventajas fiscales en el uso de este combustible, a pesar de que la Comisión Europea y la OCDE repiten desde hace años que las subvenciones españolas al diésel son una mala política ambiental y fiscal.