El calentamiento global de la Tierra se deja notar, y mucho, en España. Al menos 32 millones de personas padecen ya los efectos del cambio climático. La alteración climática provoca años más cálidos, veranos más largos y ha convertido en zonas semiáridas más de 30.000 km del territorio, según la recopilación de datos de la Agencia Estatal de Meteorología sobre los impactos de los últimos 40 años.
Los registros de la Aemet son bastante claros y confirman “una clara tendencia desde 1971 a temperaturas más altas tanto en valores promedio como en máximas y mínimas”. Además, el ascenso de las temperatura es especialmente intenso durante la última década: los años más cálidos se han registrado en su mayoría en el siglo XXI. España acaba de cerrar el tercer invierno más cálido del siglo y el cuarto desde 1965. Nunca se había producido una estación invernal con tantas diferencias entre las temperaturas máximas (con 2ºC por encima de habitual) ylas mínimas. De diciembre a marzo, las precipitaciones no han llegado a la mitad de la media histórica.
Temperaturas máximas más elevadas. Mayor diferencia entre el calor de día y el frío por las noches y caída de las precipitaciones hacen avanzar al clima más desértico por España. De hecho, la superficie considerada por la Aemet como semiárida (escalon anterior al árido o desértico) ha crecido un 6% en los últimos 40 años. La mayoría de esos nuevos 30.000 km más secos se concentran en Castilla-La Mancha, sureste peninsular y valle del Ebro.
Respecto al ascenso del calor “los datos son consistentes con la percepción de que, en verano, cada vez hace más calor”. El termómetro sube más a lo largo de todo el año, pero, en todas las estaciones, las mediciones lo muestran “más claridad en primavera y, sobre todo, en verano”. La Aemet concluye que el verano es la estación más afectada por el cambio climático: “Según los datos, se ha vuelto más largo y más cálido”. Se ha prolongado unos nueve días por década hasta abarcar prácticamente cinco semanas más que al principio de la década de los 80.
El calentamiento global hace que España sea más cálida. De los 58 observatorios de la Agencia, 37 registraron medias anuales en el rango más elevado de la serie histórica, al menos, en cinco ocasiones desde 2011. Es decir, en lo últimos años se concentran los cursos más calurosos. Esas estaciones que van ilustrando como España está más recalentada cada vez, se distribuyen de tal manera que abarcan buena parte del territorio en áreas que suman esos 32 millones de habitantes.
La salud
Una de las las consecuencias directas de la alteración climática en España es la “concurrencia de olas de calor o frío”. La Agencia explica que los episodios fríos disminuyen, pero los de calor se están concentrando y haciendo más largos. “Este hecho es particularmente relevante, ya que existe una elevada correlación entre temperaturas máximas y mortalidad”. Las temperaturas extremas, efecto del cambio climático, precipitan la mortandad.
A esto se ha añadido la entrada de vectores que propagan enfermedades impropias de esta región del planeta o que se había conseguido erradicar. La expansión de especies de mosquitos de la familia aedes (el tigre, el aegypti o el japonicus) está asociada a patologías como el zika, el chikungunya o el dengue. El verano pasado, España se convirtió en el tercer país europeo con casos de dengue transmitido internamente (no traído por un viajero) por mosquitos tigre asentados en el territorio.
El cambio climático se deja notar especialmente en los océanos. Así, el mar Mediterráneo ha visto cómo ha subido la temperatura superficial del agua 0,34 ºC por década. El mar más caliente ya está provocando episodios de mortandades masivas que disparan un efecto cadena: se pierden hábitats, mueren ejemplares por millares, desaparecen especies cruciales, se arruinan sectores económicos, según ha dejado constatado en un informe la Oficina Española de Cambio Climático.
Además, un Mediterráneo más cálido repercute en que las zonas costeras al aumentar las noches tropicales, por encima de 20ºC que en la fachada oriental y en las Islas Baleares se ha ampliado a más de 60 noches con estas características. Además, la Aemet subraya cómo las ciudades se han convertido en “islas de calor” por el que soportan “un plus térmico nocturno que eleva las temperaturas mínimas, de forma especialmente relevante durante las olas de calor”. Así que la costa mediterránea y las grandes urbes se han convertido en “entornos especialmente vulnerables al cambio climático”.