La capa de gases de efecto invernadero en la atmósfera es más densa que nunca desde que se mide, y además en 2021 engordó de forma acelerada, según las mediciones globales de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
La red de estaciones ha detectado que la concentración media de CO2 del año pasado en todo el mundo llegó a las 415,7 partes por millón (ppm). La de metano (el CH4) saltó hasta las 1.908 ppm y la de óxido nitroso (N2O) llegó a 334,5 ppm. Todo eso conforma la cada vez más concentrada cúpula gaseosa que atrapa la radiación solar rebotada, recalienta el planeta y altera así el clima.
“Supone otra fatídica advertencia del cambio climático”, resume la OMM en su boletín anual, dado a conocer este miércoles. De hecho, lejos de aclararse esa costra gaseosa, “los niveles alcanzan nuevos máximos”. Cuanto más cantidad de gases expulsados por las actividades humanas se concentren en la atmósfera, más tiempo actuarán como invernadero planetario y más tiempo tardarán en disiparse. Su rango de vida va de los cientos de años del CO2 a decenas del CH4.
La Organización explica que, además, los aumentos en la concentración de gas de 2021 fueron muy grandes si se comparan con otros años. Los datos reflejan la mayor subida interanual de metano desde que se mide. Saltó casi un 1% entre 2020 y 2021. “La razón de este incremento excepcional no está clara, pero parece ser el resultado de procesos tanto biológicos como provocados por las actividades humanas”, resumen en la OMM. En estos momentos, hay un 262% más de metano en la atmósfera que durante la época preindustrial, en torno a 1750.
El dióxido de carbono también pegó un acelerón ya que al incrementarse su concentración en 2,5 ppm, un 0,61% respecto al año anterior, subió más que la media de lo que ha venido subiendo interanualmente. La Concentración es un 149% mayor que los niveles preindustriales.
Los datos reflejan la mayor subida interanual de metano desde que se mide. Saltó casi un 1% entre 2020 y 2021. En estos momentos, hay un 262% más de metano en la atmósfera que durante la época preindustrial, en torno a 1750
De todo el CO2 que se ha lanzado a la atmósfera desde 2011, aproximadamente la mitad ha quedado ahí, actuando como invernadero. Un 26% se lo tragaron los océanos y un 29% la biosfera (bosques, turberas...). El problema es que el deterioro de los ecosistemas terrestres y marinos acaben con esta acción de sumidero. “En algunas partes del mundo se ha detectado que en lugar de sumideros se han convertido en fuentes de CO2”, aclara el boletín.
El tercer gas que se mide sistemáticamente es el óxido nitroso, que proviene en un 43% de las acciones humanas como el uso de fertilizantes agrícolas o la quema de biomasa. Su incremento también está acelerándose. En la actualidad es un 149% más abundante en la atmósfera que en 1750.
Cada vez retienen más radiación solar
Lo que muestran los datos del Programa de Vigilancia de la Atmósfera Global es que, en definitiva, cada año hay más cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Es la consecuencia, en gran medida, de las actividades humanas: quema de combustibles fósiles, fundición del permafrost, agricultura y ganadería superintensivas... y, al mismo tiempo, son la causa física del cambio climático en el planeta.
El forzamiento radiativo que provocan, la retención de la radiación solar que debería salir al espacio exterior tras rebotar en la Tierra, ha aumentado un 50% entre 1990 y 2021. Esa energía es la que recalienta el planeta.
“El aumento continuado de la concentración de gases de efecto invernadero nos indica que vamos en la mala dirección”, ha comentado este miércoles el secretario general de la OMM, Petteri Taalas. “Se ha puesto de manifiesto, una vez más, el enorme reto y la necesidad vital de adoptar medidas urgentes para reducir las emisiones”, ha rematado.