El macrojuicio que se celebra desde el mes de julio en el Vaticano, y que implica a una decena de personas –entre ellas, por primera vez en la historia, a un cardenal– en un escándalo de corrupción, ha tenido esta semana un nuevo e inesperado capítulo. Uno de los principales imputados por la compraventa de inmuebles de lujo y la creación de una red diplomática paralela a la de la Santa Sede –espías incluidos– implicó en la trama al mismísimo Papa.
El cardenal Angelo Becciu involucró a Francisco en el supuesto pago de un millón de euros a Al Qaeda para lograr la liberación de la religiosa Gloria Cecilia Narváez, secuestrada en Malí durante cuatro años y liberada el pasado mes de octubre.
Becciu, liberado por el Papa del secreto pontificio para poder declarar en el juicio, aseguró haber contratado a Cecilia Marogna –a quien los medios italianos llaman la “dama de Becciu”– para negociar el rescate de la religiosa. Marogna también está siendo juzgada por malversación, en concreto por haber recibido 575.000 euros por intermediaciones secretas y que gastó, entre otras cosas, en bolsos de Chanel. Fue ella, señala el purpurado defenestrado por Bergoglio, quien le puso en contacto con una sociedad británica, The Inkerman Group, que media en secuestros.
“Cada paso fue acordado con el Santo Padre”
“En una de las audiencias de trabajo -relató Becciu en una 'declaración espontánea' de 50 folios-, expliqué el asunto al Papa. Se alegró de que se hicieran esfuerzos para liberar a la monja e inmediatamente comprendió la necesidad de no exponer al Vaticano a una publicidad innecesaria y, de hecho, perjudicial. Me dio la autorización para proceder y, cuando le pregunté si debía hablar con el comandante de la Gendarmería, me dijo que no, invitándome a asumir la responsabilidad personal de la iniciativa y añadiendo que el asunto debía ser confidencial entre él y yo, precisamente para evitar que se filtrara la noticia y se corrieran los riesgos antes mencionados”, dijo.
Con el supuesto beneplático papal, Becciu se reunió en Londres con tres empleados de Inkerman, nombrándose como intermediaria a Marogna, para evitar “la más mínima sospecha de rastreabilidad” de la presencia del Vaticano. La analista cobraría una cantidad una vez se hubiera producido la liberación de la religiosa. “En cuanto a los costes de la operación, los responsables de Inkermann me informaron de que no podían hacer una estimación concreta, dada la incertidumbre de las actividades a realizar, que bien podrían ser incluso superiores al millón de euros. (…). Les aseguré que respondería a su disponibilidad una vez que hubiera hablado con la persona adecuada y, naturalmente, no mencioné al Santo Padre (...). Debo decir que cada paso de esta operación fue acordado con el Santo Padre”, aseguró Becciu, quien culminó su intervención con una curiosa expresión: “¿Cómo puede ser que se haya explotado la persona del Santo Padre, creando un escándalo sin precedentes en la Iglesia?”.
A vueltas con el palacio de Londres
En lo que no fue tan tajante Becciu fue en lo relativo a la compraventa del palacio de Sloane Avenue en Londres, por el que la Santa Sede ha podido perder 454 millones de euros procedentes del Óbolo de San Pedro, un fondo procedente de las iglesias de todo el mundo con donaciones para que, directamente, el Papa luche contra la pobreza en el mundo y que, hasta este escándalo, era gestionado por la Secretaría de Estado. En los años en que se produjo la supuesta estafa, Angelo Becciu era el Sustituto (número dos) de este organismo vaticano.
Para la Fiscalía vaticana, Becciu y el resto de los acusados hicieron posible la compra del complejo a través del fondo Athena Capital, al que se hicieron hasta siete ingresos de 200 millones de dólares del Óbolo. El promotor de Justicia (fiscal) vaticano estima que, solo en el palacio londinense, se han destinado unos 454 millones de euros utilizando “esquemas totalmente anormales”. Otro fondo, el Centurion, con sede en Malta, pudo utilizar casi 71 millones de euros del Vaticano en inversiones en empresas como la juguetera Giochi Preziosi, la producción de películas como Rocketman o Men in Black o la adquisición de un inmueble en Roma por 13 millones de euros con la excusa, falsa, de que era una inversión del hospital Bambino Gesú.
En lo tocante al edificio de Londres, la fiscalía estima que Becciu pudo haber participado en dos de las ofertas de recompra del edificio, por importe de más de 350 millones de euros. Sí que parece probada la autorización del cardenal para la inversión de 200 millones de dólares del Óbolo de San Pedro en el fondo Athena “sin un mínimo de garantías y, sobre todo, sin ningún control para evitar que las ofrendas de los fieles pagadas para subvencionar obras de caridad se utilizaran para financiar temerarias incursiones especulativas”, según el informe de Fiscalía.
Del mismo modo, la fiscalía vaticana acusa a Becciu de haber entregado pagos sin justificar a varias empresas, entre ellas una cervecera, propiedad de uno de sus hermanos. Un mecanismo similar al utilizado para ayudar a amigos en las nunciaturas de Cuba o Angola, así como unas obras “escandalosas” en la Nunciatura en Egipto, facturadas a la carpintería de otro hermano de Becciu. En su declaración, el cardenal quiso minimizar el escándalo, y negó que el Papa tuviera “dudas” sobre su participación en la compra del palacio londinense, y circunscribió el castigo de Bergoglio en la supuesta participación de su hermano en el desvío de fondos para su empresa.
Según Becciu, el Papa le había transmitido que un semanario italiano estaba por publicar que su hermano “había metido la mano” en la gestión de fondos para una diócesis de la isla de Cerdeña: “Confieso que me quedé sin palabras, esa acusación fue tan absurda e infundada, como hoy los hechos finalmente muestran”, recordó el purpurado, quien aclaró que “de los 125.000 euros que asigné desde la Secretaría de Estado a Cáritas en Ozieri, 25.000 euros se utilizaron para maquinaria en el horno de la Cooperativa y 100.000 euros siguen en la cuenta bancaria a disposición del obispo. Entonces, ¿de dónde salió el dinero para enriquecer a mi familia? Esta es una acusación sin fundamento. ¡Sin embargo, era la madre de todas mis desgracias!”. El interrogatorio al cardenal continuará el 18 de mayo, con las preguntas del fiscal. Hoy por hoy, nadie descarta que su defensa, incluso, se plantee pedir que declare el mismísimo Papa.
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