Es religioso, cardenal, saxofonista y piloto de aviones. Y tal vez por ello, cuenta entre risas, el Papa Francisco lo eligió como coordinador del Grupo de Cardenales que ha llevado a cabo, durante nueve años, el proceso para la reforma de la Curia vaticana, que se plasmó en un documento, Praedicate Evangelium, con nuevas normas y llamado a revolucionar el modo de gobierno en la Iglesia católica, que entra en vigor este domingo. El cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, una de las personas del círculo de confianza del Papa Francisco, participó el pasado jueves en un debate organizado por Religión Digital, momento que aprovechó para comentar con elDiario.es las claves de la reforma y el futuro de la Iglesia, en un diálogo que deja algunos detalles desconocidos y también sorpresas.
¿Cómo surgió la idea de reformar la Curia Vaticana? ¿Cuándo supo que le tocaría pilotar este proceso?
Ya en las reuniones previas al cónclave [que eligió a Bergoglio como Papa], era una voz común que era necesaria una reforma, después de 30 años. Cuatro días después de la elección, el Papa me llamó y me dijo: “Vamos a crear este consejo”. Y ahí comenzamos.
¿Cómo se gestó? ¿Hubo dificultades?
Por supuesto. Nosotros pensábamos que esto de la reforma de la Curia iba a ser pan comido. ¡No, señor! Empezamos a abrir una caja de Pandora y una de las primeras problemáticas que surgió fue una economía en desorden a la que había que hincar el diente. Lo hicimos, pero ha sido un camino largo, escuchando a obispos de todo el mundo.
Había un consejo de cardenales que se dedicaba a la economía, y el Papa lo apartó. Uno de sus miembros dijo: “Es la primera vez que escucho la verdad”. Es duro decirlo, pero era lo que pasaba. Y fue nuestro primer trabajo. Ese trabajo condujo a la creación de un auténtico ministerio de finanzas, que hoy es la Secretaría de Economía, y revisar el famoso IOR (Banco Vaticano), que tenía una serie de problemas. Hoy podemos decir que la economía está caminando bien, conforme a las normas de la UE y del Moneyval.
¿Pensaron en algún momento que no iban a poder concluir el trabajo?
Ciertamente, no hubo nunca desánimo, porque en todo momento tuvimos el respaldo del Papa: él jamás se arredra, aunque encuentre un muro de oposición. Tiene una fe muy grande. Sí tuve discusiones serias con muchas personas.
Solo en este pontificado ha aumentado el 17% el número de mujeres que ya están en la Curia, y algunas en puestos de decisión, por ejemplo en el dicasterio de Economía
El Papa ha convocado a finales de agosto a todos los cardenales para debatir sobre Praedicate Evangelium y las implicaciones de la reforma de la Curia, para que todos la hagan suya.
Exactamente. Me ha alegrado mucho porque los últimos consistorios solo nos reuníamos para la parte litúrgica y celebrativa. En cambio, ahora tendremos dos días para la discusión. Me parece muy bien.
Entiendo que esto no significa que se hable de fin de pontificado en este momento…
Eso son ilusiones ópticas, ilusiones cerebrales de algunos.
¿La reforma va a quedar al albur y buena voluntad de los obispos de turno?
Este es un desafío que tenemos por delante, y la razón por la que el Santo Padre nos ha convocado a un consistorio de dos días. ¿Por qué? El texto está ahí, pero ni siquiera ha salido la traducción oficial. Y esto es una preocupación porque a veces dentro de la Curia vaticana hay una huelga de brazos caídos.
Hay a quien no le gusta lo que viene. No lo quitan pero se lo toman con calma, esperando a las calendas griegas. Por eso, ahora el Consejo de Cardenales ha pedido establecer los mecanismos para su entrada en vigor, porque una cosa en que entre en vigor y otra que se ponga en práctica.
¿Los curiales pueden poner trabas a la puesta en práctica de la reforma?
A mí me han querido sacar de esta reforma porque yo era incómodo. Eso no es ningún secreto. Es necesario un cambio de personas. Eso mismo es lo que le hemos dicho al Papa. La constitución está, pero con la misma gente ya no se puede poner en práctica. El paso que sigue ahora, y creo que va a dar el Santo Padre, es que los cardenales que ya han cumplido su quinquenio, ya han cumplido su misión. Hay que saber escoger a la gente, es clave. Con el mismo personal no se puede. Para mí serán clave estos próximos meses, en los que el Papa hará bastantes cambios.
La Curia no puede ser un obstáculo, un ente que decida antes de que lo haga el Papa
Acaba de salir una nueva norma para los empleados del Estado Vaticano, con un nuevo estatuto a poner en práctica. Y es difícil, porque tenemos unos 3.000 empleados en el Vaticano. Cuando tocamos el tema de la comunicación, descubrimos que en Radio vaticana había 300 empleados. Había recomendados de tal o cual cardenal. No es fácil, pero la meta es esa: una renovación, porque con las mismas personas va a ser casi imposible aplicar la nueva Constitución.
¿Habrá un verdadero protagonismo de laicos y mujeres en la Curia?
Sí. Antes no existía un dicasterio para los laicos, siendo los laicos la mayoría. Solo en este pontificado ha aumentado el 17% el número de mujeres que ya están en la Curia y algunas en puestos de decisión, por ejemplo en el dicasterio de Economía. Son personas de alta capacidad.
Le digo más: el Papa quiso poner una mujer como prefecto de la Secretaría de Economía. No lo pudo hacer porque hay salarios, que por conocimiento y currículum merecía esta persona, que no se pueden pagar en el Vaticano. Esto es un obstáculo, pero hay mujeres en cargos de decisión. Jamás se había pensado que una mujer podría ser secretaria del Sínodo de los obispos, y actualmente lo hay. El Papa ya lo dijo: no hay ninguna objeción para que laicos y laicas puedan presidir un dicasterio.
¿Tendremos a una mujer prefecto de alguna congregación?
Claro que sí, de momento, no pudo ser por cuestiones económicas, pero la idea era poner a una mujer al frente de ese dicasterio. Yo soy un simple servidor… me siento muy libre para poder aconsejar, y el Santo Padre escucha mucho. Y seguiré haciéndolo mientras esté en el Consejo de Cardenales.
Sueño que cada vez más se deje el clericalismo y podamos ser una Iglesia en la que realmente todos seamos hermanos.
Se habla mucho de sacerdotes, pero otro de los puntales de la Iglesia es la vida religiosa…
Sí. Yo mismo soy religioso (salesiano). El Santo Padre ha creado un cardenal religioso que está en Mongolia. La vida religiosa está en la vanguardia de la evangelización. Es importante que los religiosos sigan ahí, que no tengan miedo, aunque el que se atreve a estar en el frente va a encontrarse con palos.
Otro de los grandes problemas es el exceso de burocratización.
En algún dicasterio esto ya cambió, pero es una realidad. Desde el principio nos enfrentamos con una pirámide: encima, el Santo Padre, abajo obispos y conferencias episcopales, y en mitad, la Curia. La Curia no puede ser un obstáculo, un ente que decida antes de que lo haga el Papa.
¿Qué dificultades supone plasmar la reforma en el Derecho canónico?
El Papa ha reformado el derecho en muchos cánones, y nosotros propusimos redactar un nuevo Derecho Canónico. Tras mucha discusión se llegó a una postura media: se hará una edición del Código incorporando todas las modificaciones, que son muchas, como las referidas a los delitos de los abusos sexuales. Es un trabajo pendiente, pero que va adelante.
¿Cómo es la Iglesia que sueña?
Una Iglesia que ponga en práctica y viva cada vez más su misión de llevar el Evangelio. Y que ese ímpetu pueda dar vida a todos. Una de mis preocupaciones fue que los dos años de COVID-19 han producido un aletargamiento de muchos obispos y sacerdotes. Los laicos no, han estado mucho más activos. ¿Qué costó que se aceptase la celebración del domingo a través de los medios? Los laicos no se hacen tantos problemas. Sueño que cada vez más se deje el clericalismo y podamos ser una Iglesia en la que realmente todos seamos hermanos.
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