Lisboa, 1 ene (EFE).- Carlos do Carmo, fallecido hoy a los 81 años, deja un enorme vacío en la música portuguesa, a la que dotó de temas ya inmortales a largo de más de 50 años de carrera en los que dejó claro que era la voz masculina del fado, solo a la sombra de la gran diva Amália.
“Lisboa, menina e moça”, “Os putos” o “Fado da saudade” fueron algunos de los temas que permanecen grabados en la memoria de los portugueses, que hoy lloran a uno de los gigantes de su cultura, al que rendirán homenaje con un día de luto nacional el próximo lunes.
La voz masculina del fado, que marcó para siempre el género, pisó por última vez el escenario en noviembre de 2019. Aseguraba que era el momento.
“Voy a cumplir 80 años. Hay personas que tienen la capacidad de durar hasta los 90 años cantando o hasta los 100. No es mi caso”, justificó Do Carmo al anunciar su despedida.
Era el punto y final a 57 prolíficos años de carrera que comenzaron en 1963, cuando lanzó un disco sencillo llamado “Loucura”, que le consagró en la música y le abrió las puertas del espectáculo a nivel internacional, llegando a ser el primer portugués en recibir un Grammy.
Llevaba el fado de casa: su madre era Lucília do Carmo, una de las mayores “reinas del fado”, género al que Carlos llegó con algunas reticencias cuando se convirtió en gerente de una casa de fados en 1962, al morir su padre.
Fue allí donde comenzó a actuar para amigos y clientes, antes de lanzarse definitivamente al mundo artístico y reflejar sus propios gustos en la canción tradicional portuguesa, con referencias a la Bossa Nova y estilo de alguno de sus intérpretes favoritos, como Frank Sinatra o Jacques Brel.
Una evolución que alcanzó su punto álgido con las alas que dio a la cultura la Revolución de los Claveles de 1974, que trajo la democracia a Portugal y propició unos fértiles años para Carlos do Carmo, convertido en el máximo representante del llamado “fado novo”.
De la “saudade” a la libertad y de la tristeza pasiva a la voluntad enérgica, los mensajes de sus canciones cambiaron, siendo en muchos casos interpretaciones de letras de escritores portugueses, como Vasco Grasa Moura, Manuel Alegre, José Saramago o Antonio Lobo Antunes.
Su gran reconocimiento internacional llegó en la década de los 80, cuando dejó de cantar en la casa de fados para hacerlo en grandes escenarios como el Olympia, en París, el Alter Oper, en Fráncfort o el Royal Albert Hall, en Londres.
Los estrenos llegaron hasta incluso 2018, cuando actuó por primera vez en Nueva York. La emisora estadounidense NPR le dedicó una definición que se convertiría para él en un gran orgullo: “El Sinatra del fado”.
Los premios se fueron repartieron a lo largo de las décadas, alcanzando una cima en 2014, cuando se convirtió en el primer portugués en recibir un Grammy, cuando fue galardonado con un Grammy Latino por sus 50 años de carrera.
También recibió la Orden del Infante Don Henrique, el premio más importante de Portugal, y el Premio Goya a la Mejor Canción Original por “Fado da Saudade”, en 2008.
Los últimos años, marcados por problemas cardíacos graves, acabaron por alejarle del escenario, aunque él pensaba regresar en un último álbum, titulado “E ainda...” (“Y todavía...”), grabado a lo largo de tres años y en el que el fadista interpretaba poemas de Herberto Helder, José Saramago o Sophia de Mello Breyne.
Su lanzamiento, previsto para inicios de este año, finalmente lo convertirá en un disco póstumo.
La pérdida de Do Carmo, a consecuencia de una aneurisma de aorta, ha conmocionado a Portugal en un 1 de enero “que debía ser de esperanza”, ha dicho el presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa.
El presidente ha asegurado tener un sentimiento de pérdida no solo por la contribución de do Carmo al fado, sino por “lo que dio como voz de Portugal dentro y fuera junto a las comunidades portuguesas, dando prestigio no solo al fado, sino a nuestra cultura”.
También le ha recordado el primer ministro, António Costa, quien ha escrito en su cuenta de Twitter que el artista “no solo era un notable fadista que el público, la crítica y un Grammy consagraron”.
“Una de sus mayores aportaciones para la cultura portuguesa fue la forma militante en que renovó el fado y lo preparó para el futuro”, apunta.
Portugal guardará el lunes un día de luto nacional en recuerdo a su Sinatra fadista, y un día más tarde, en el espectáculo de apertura de la presidencia portuguesa de la Unión Europea, el Gobierno le rendirá un homenaje nacional.
“Pobre de quien no suena. Las personas tienen derecho a soñar. El mundo avanzó con personas que soñaron y sueñan, y ponen en práctica los sueños”, recordó do Carmo en una de sus últimas entrevistas, unas palabras recordadas hoy como legado en la prensa lusa.
Cynthia de Benito