Ávila, 18 ago (EFE).- Una quincena de personas que ofrecen casas enteras a los desalojados, pueblos que acogen a vacas sin establo, decenas de camiones llenos de paja gratis para el ganado y talleres que arreglan neumáticos de forma altruista forman parte de una inmensa red de colaboración que estos días amortigua con solidaridad los estragos que han causado las llamas en la provincia de Ávila.
El incendio que se declaró el pasado sábado entre los municipios de Navalacruz y Cepeda de la Mora ha devorado al menos 12.000 hectáreas, según la Junta de Castilla y León, que podrían ser incluso 22.723 según el cálculo del Servicio de Gestión de Emergencias de Copernicus, que proporciona información geoespacial puntual. Un doloroso récord que lo convierte en el más extenso en las casi cuatro décadas de la historia de la región y León, y que ha arrasado amplias zonas de pasto.
Las llamas se originaron a la altura del kilómetro 38 de la N-502 (Ávila-Córdoba), donde comenzó a arder un coche, y se extendieron hacia el monte en plena ola de calor, mientras un amplio despliegue de medios tratan de controlarlo desde hace cuatro días.
De forma paralela, centenares de vecinos de la provincia se han organizado para poner a disposición de los afectados diferentes medios de ayuda, desde la preparación y reparto de bocadillos hasta la cesión de sus casas vacías a los desalojados de sus hogares por el incendio.
Este último es el objetivo de la asociación Emergency Home, que ha conseguido hasta el momento reunir a una quincena de propietarios que han puesto a disposición sus casas -inmuebles desocupados, segundas residencias o alojamientos rurales- y seis familias solicitantes de este asilo temporal.
Una de las directivas de la asociación, Gemma Cascales, ha relatado en una entrevista con Efe que muchos de los solicitantes son personas que gestionan esta solución para sus padres: “Cuando leíamos los emails nos emocionábamos un montón”, comenta la responsable, vecina de Robledillo, una de las localidades afectadas.
Por su parte, Cruz Roja ha desplegado en la zona más de cincuenta voluntarios y gestiona dos albergues en Ávila con 120 plazas en total, donde han sido realojadas parte de las personas desplazadas y descansan algunas de las que trabajan para acabar con el fuego.
En la localidad de Blascomillán, a unos cuarenta kilómetros del origen del incendio, el Ayuntamiento y varios vecinos acondicionan estos días una parcela en la que realojarán entre 100 y 120 vacas que se han quedado sin lugar para pastar por el fuego.
Los ganaderos tienen aún que reagrupar a los animales porque muchos de ellos se han perdidos entre las llamas, pero se prevé que el fin de semana pueda llegar el centenar de vacas, procedentes de una explotación cerca del municipio La Hija de Dios, para el que ya han comprado 600 alpacas de paja.
Una lista con un número incalculable de donantes y 47 llamadas perdidas es el balance que hace tras un sólo día César del Río, del restaurante Venta del Obispo, ubicado en la Sierra de Gredos, que se ha convertido en el coordinador improvisado de la ayuda solidaria en forma de alimento para los animales.
“Pienso que hoy les ha tocado a ellos y mañana me puede pasar a mí, como ya me pasó hace dos años y a mí nadie me ayudó”, comenta en una entrevista el hostelero y ganadero, quien se siente “totalmente desbordado” por la cantidad de personas que se han puesto en contacto con él para donar forraje.
Entre él y su hermano, han conseguido movilizar cuatro camiones con provisiones en un sólo día y calcula que hay disponibles entre 60 y 70 de estos vehículos para los más necesitados, que se pondrán en marcha cuando sea posible acceder a la zona.
“La gente es impresionante, me llaman desde Asturias, de Cantabria, de muchas partes del norte, que vale más el porte que lo que traen... estamos pendientes de traer diecisiete camiones desde Badajoz”, relata César del Río.
Tampoco para de sonar estos días el teléfono de Elena Jiménez, una vecina de Cenicientos, a unos cincuenta kilómetros del origen del incendio, que coordina cinco grupos de WhatsApp con voluntarios: “Sentía mucha impotencia, no podía estar con los brazos cruzados, así hago lo que puedo”, comenta.
“Es importante que la gente no haga locuras como preparar tres bocadillos y subirse porque es absurdo y se puede molestar a los que están allí trabajando”, advierte la vecina.
En redes sociales, decenas de personas ofrecen sus fincas y centros de hípica para los animales, casas rurales para los vecinos desalojados, furgonetas y tractores para el transporte, e incluso servicios de reparación de neumáticos, como el caso de Abel Sanz.
Desde el sábado, ha arreglado algunos vehículos averiados durante las tareas de control del incendio y ya ha recibido una quincena de llamadas solicitando sus servicios por tractores dañados por el fuego, que reparará de forma altruista cuando se pueda acceder a la zona.
“Aquí no hay ningún ánimo de nada, hay un desinterés total, sabemos que nos va a costar mucho dinero”, comenta el gerente del negocio, con talleres en Ávila, El Oso y Arévalo: “Va a ser un palo que creo que será difícil salir adelante”, lamenta sobre la situación para ganaderos y agricultores de la zona, sus clientes y amigos de toda la vida.
Por Laura López